DISCLAIMER: Yuri On Ice no me pertenece.
ADVERTENCIA: OCC(?), Errores ortográficos y corto.
Muchas gracias por llegar hasta aquí, a mi lado.
Epílogo.
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Réquiem
Sentado en nuestra jaula
Yo tomaré tu manga,
Y esperare todos los días
Junto a ti
Ese nuevo amanecer.
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Durante el invierno que permanecía silencioso, aun cuando las nubes se cernían en el cielo, y el alba opacado por la frialdad aparecía, abrió uno de sus ojos atemperando sus facciones y se levantó del suelo.
Observó el piso ensangrentado, el manantial de hierro que emanaba de la nieve amontonada en la entrada del lugar, y se tocó el pecho por inercia, casi alarmado de confirmar la insidiosa mentira.
Fue insoportable, un malestar que debía de congregarse en su corazón, sombríos pensamientos que debían de llenar su conciencia, pero en donde irremediablemente, no había nada. La templanza se mantuvo ahí, tranquilo, sereno, no podía sentirse menos liviano de lo que pudo haber sido, hace tan poco unas horas atrás, y era... era como estar muerto.
Contempló las escaleras que llevaban al segundo piso, los pasillos vacíos, la soledad que irradiaba de las paredes desnudas, y escucho el ruido chirriante de la madera, percatandose de que era el suyo propio, casi sordo de su propia presencia, y el calor del amanecer que pegaba en su espalda, aún sin sentirla, como un vacío.
— ¿Qué es eso?
Dijo, más bien atraído por la melodía del fondo, la que llenaba el espacio de tinieblas llamado hogar. Se acercó curioso hasta el lugar del inicio, un prefacio casi conocido de poniente a naciente, que más que aturdirlo o sofocarlo, lo hacía dentro de sí, aún más triste.
Camino silenciosamente por su mansión, descubriendo cosas que nunca antes había visto, y cayó en cuenta de su mínima presencia ante el vasto mundo que se cernía ante sus ojos. Yuuri vio la ventana, los troncos torcidos llenos de pluma blanca, el sol gris a la distancia, y pegó el rostro, buscando algo en su pecho.
Pero nada.
Se alejó de ella bruscamente, como si el vidrio quemara, y temió por un momento volver a ver, porque ese mundo, tan grande, tan desconocido, ya no le pertenecía.
Sus pasos lo llevaron a la sala, y se agazapo en el marco de la puerta agobiado de sentirse tan prensando a lo que alguna vez fue su jaula, pero bastó con alzar la mirada, para entender la situación en la que se encontraba.
—Llegas justo a tiempo, Yuuri.
La sonrisa de Viktor le sirvió de acicate para entrar al lugar, aun cuando su vista seguía fija en la cosa posada al frente del piano.
— ¿Quieres escuchar? Está dedicada a ti.
Lo ignoro, pasando de largo hacia lo que con tanto recelo la luz alumbraba delicadamente.
— ¿Ah, Eso? Te traje lirios blancos, pensé que te gustarían mucho.
Los labios le temblaron, o sintió que se estremecían cuando pego los dedos en el vidrio. La luz hizo que lo viera traslúcido, pero acercando su rostro, delineo con la pupila al espectral lívido, y se sorprendió de encontrar la paz imperturbable en sus facciones.
—No puedes llorar Yuuri...es imposible ahora.
El albino aclaro, observándolo tan desfallecido y funesto, y Yuuri se mordió los labios a punto de sollozar, aun sabiendo que no podía.
No lo pudo aceptar rápidamente, pero se alejó cuando fue suficiente, y quito la mano del féretro apartando la mirada del lozano rostro.
— ¿No te parece hermoso?
No quiso, y no debió; pero de soslayo volteo a verlo dominado por la admiración que tenía el brillo milagroso en los ojos de Viktor, y de nuevo, ahí estaba.
—Nunca te había visto tan tranquilo.
Yuuri Katsuki yacía muerto alrededor de lirios blancos, casi durmiente entre el acolchado cofre de cristal, tan fresco como en un rosal, con el cabello sedoso esparcido por sus ojos cerrados, en una desordenada textura de telaraña que flotaba alrededor de su cara.
—Es una pena que realmente no sea un sueño eterno , ¿No crees?
Apretó los puños cerrando con fuerza sus labios. Quería decirle muchas cosas, tal vez incluso transmitirle todo el desprecio que sentía hacia su persona, pero cuando lo vio, tal vez enfurecido (Porque no podía ni descifrar su semblante) suavizó sus facciones, ablandándose a su presencia, dominado por la sonrisa que tenía en sus tibios labios.
—¿Ahora si quieres escuchar la sonata?
Bajo la mirada, tal vez sintiéndose bien por el vacío de su pecho, y se acercó hasta el banco al frente del piano...el albino recibiéndolo campante, transmitiéndole el amor que tanto sentía, mientras que observando su mano, tocaba una tecla.
Pero no sonaba nada, no pasaba nada.
Se encogió, recostándose en el hombro de Viktor como único soporte, y cuando empezó a tocar, lento, y precisamente, demasiado melifluo y bonito, leyó el título de la partitura.
— ¿R-R-Réquiem?
Alzó la mirada, pero el cielo lo envolvió suavemente, la mirada de Viktor lo cegó por un instante...ahí estaba, el firmamento que tanto buscaba.
—Te amo.
Sí, hay estaba el nuevo amanecer.
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Fin.
Notas: Los lirios son un símbolo de vida eterna después de la muerte. Todos los títulos de esta obra están en latín, incluyendo la frase de la llave "cor meum" y "ac vestrum", que se traduce como "Mi corazón y el tuyo"
Muchas gracias a todos los que se tomaron el tiempo de leer esto, este fic me ha hecho avanzar demasiado en mi escritura, y ha logrado que complete muchas metas personales para mí.
Espero que hayan comprendido un poco, después de todo, el único cielo para Yuuri, siempre fue Viktor.
¿Merezco un review? Me gustaría saber tu opinión.
Gateway To Infinite~
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Réquiem/Viktuuri
Fiksi PenggemarYuuri se muda a la mansión de su abuelo, encontrando arriba en las escaleras un cuadro, uno que tiene ojos zarcos, cabello albino y labios rojizos. Yuuri es un músico prodigioso que le tiemblan las manos al frió, un hombre asustadizo y cobarde, uno...