De manera lenta los días pasaron y Toshinori intentaba acostumbrarse a su nueva rutina con Shouta. La mayor parte de los días, Aizawa venia en la noche, rozando casi la madrugada y otros días venia en la tarde. Eran horarios confusos y Yagi nunca sabia cuando el pelinegro iba a aparecerse en su casa, más de una vez Aizawa había estado afuera, esperándolo.
Ambos tenían horarios que podían llegar a ser un dolor de cabeza, y la implementación del celular no parecía ser algo que Aizawa pudiese hacer, respondiendo un "Lo olvide" cada vez que Yagi cuestionaba por qué no le había avisado a través de un mensaje, si estaba en su casa, o si vendría a su casa.
De todas formas Toshinori apreciaba que al menos se tomase el tiempo de venir a verlo al menos unas tres o cuatros veces a la semana. Casi todo se resumía en Aizawa dándole charlas sobre sus estudiantes o corrigiendo algunas tareas, mientras Toshinori seguía la charla o leía alguna novela.
Era bastante simple y casi nada personal. Ambos intentaban acostumbrarse a su situación actual, no queriendo incomodar al otro o tocar el sensible tema que los puso en esta situación. Era como un contrato silencioso que habían hecho, que uno que otro día, se rompía de a poco el papel invisible, quitando alguna que otra condición cuando le preguntaban al otro como había ido su día, o sobre su opinión por cierto tema. Las reglas y condiciones se borraban conforme pasaban más tiempo juntos, pasando de la incomodidad de saber el tema de la otra vida, a la relación de dos personas que se vuelven amigos.
Toshinori disfrutaba de la compañía de Shouta, nunca se había cuestionado si su vida era solitaria o no, tomándolo como lo normal. Hasta que su casa se lleno de la voz de otra vida.
Su casa se había llenado de comentarios sarcásticos sobre las novelas que había en su estante, que Aizawa solo había leído para burlarse sobre lo frívolos que eran, datos sobre gatos que Toshinori ahora sabia gracias a los documentales que el pelinegro veía en la televisión, quejas sobre el sistema escolar y su manera de tratar a los alumnos, historias sobre ruidosos amigos de la infancia que hacían que Aizawa quisiese golpearse la cabeza contra la pared.
Su casa tenia el sonido de otra vida. Era extraño pero reconfortante. De hecho los recuerdos ya no lo atacaban en la noche, lo cual era un alivio, mas tampoco los había experimentado en su día a día. Eso significaba que la presencia del pelinegro ayudaba a apaciguarlos pero no lo suficiente para hacerlos salir.
"Hay una copia de la llave debajo de la maceta amarilla en el jardín" Menciono Toshinori cuando vio a Aizawa fuera de su casa, esperándolo nuevamente, cuatro meses habían pasado y el pelinegro todavía era incapaz de acordarse de su celular, era un hombre sin remedio "Llévatela si quieres, es tuya"
"¿Dándome la llave de tu casa así de fácil? ¿No crees que es un tanto descuidado dármela?, podría entrar a las tres de la mañana y asaltar tu heladera o ser las cinco de la mañana y venir a tomar un café"
"Creo que una vida entera y otra vida son suficientes como para poder tomarte confianza Aizawa-kun, los recuerdos aun no se manifiestan pero puedo ver que me conoces y siento que de alguna forma te conozco" Abriendo la puerta de la casa Toshinori pudo escuchar un tarareo de comprensión de parte de su amigo "Además, prefiero que entres a la casa antes que te quedes fuera"
"¿Eso significa que puedo venir a las 5 de la mañana y hacerme un café?"
"Siempre y cuando no me levantes"
"No prometo nada, me aburro en la madrugada" Ante eso Yagi solo lo miro con una ceja alzada "Puedo oler tu arrepentimiento, pero es muy tarde"
Con una suave risa, Aizawa fue a sentarse a su sillón apoderándose del control y de una de las mantas para acurrucarse.
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Leyenda de Héroes
RomancePodía ver la ciudad hecha trozos a su alrededor. El humo y los restos de tierra se esparcían por el aire. Había hecho lo que debía y lo sabia bien, no podía arrepentirse, no cuando había ayudado un poco en esta gran batalla. Valio la pena.