La semana había pasado lenta y pesada a los ojos de Toshinori, la casa estaba silenciosa y las cortinas cerradas. Las voces no habían vuelto, casi como si nunca hubiesen existido en su vida, como si nunca lo hubiesen lastimado y dejado al borde de la desesperación.
Como si no hubiesen apartado a Aizawa de su lado.
Pero aun si quisiera engañarse a si mismo, aun si quisiera decirse que la presencia del pelinegro solo fue una ilusión de su solitario cerebro, que todo el asunto de su vida pasada, de los héroes, de las voces...de las malditas voces, fue solo un loco y largo sueño del que recientemente había despertado.
Simplemente era imposible.
Era estúpido pensar en que no existió cuando su corazón aún ardía y quemaba en su interior, era estúpido pensar en eso cuando todos y cada uno de los días en solitario podía ver los ojos negros de Aizawa mirarlo de esa forma, tan perdida, tan dolida.
¿Esto era lo mejor? ¿Esto fue lo mejor? ¿Lo máximo que su patético ser pudo conseguir? ¿Lastimar a la persona que amaba y de paso lastimarse a si mismo?
¿Qué clase de final era este?
"Uno real" Fue lo único que pudo pensar, poniendo la pava en el fuego. Últimamente no tenia mucho apetito, la comida ya no tenia casi sabor para él y además escuchar el ruido de los cubiertos en la soledad no hacia más que recordarle lo cálido que se sentía la compañía de alguien más y como lo estropeo todo, quedándose solo de nuevo.
Solo, en aquella repentina gran casa que parecía ser demasiado para una sola persona.
Viendo el fuego de la hornalla, atrapado en la pesada nostalgia a su alrededor, no pudo evitar querer ir de vuelta a la cama y simplemente dormir, ahí por lo menos su cabeza dejaba de preguntarse cosas e imaginar más posibilidades, unas en las que no tendría que haber alejado a Aizawa.
Pero lo hecho, hecho estaba y no era tan idiota como para ir a buscar al pelinegro luego de lo que le hizo, no iba a ser tan egoísta...ya había sido lo suficientemente egoísta al tenerlo desde el principio, sabiendo que en el fondo lo único que causaría seria daño y decepción.
Podía ver sus manos temblar y sentir sus ojos aguarse, para que al final incluso deseaba ya no hacerlo, las lagrimas saliesen de sus ojos, una tras otra, hasta que se encontraba suspirando temblorosamente frente a la hornalla, pasándose las manos por el rostro, tal como si fuese una cura mágica para que dejasen de salir. Toshinori sabia bien que nadie podría escucharlo llorar en la casa, después de todo no había nadie más que él pero incluso así, los sollozos salían suaves y silenciosos, casi imperceptibles.
Y es que le daba vergüenza ser tan débil. Débil, eso era, un débil, cobarde, estúpido que no podía hacer absolutamente nada bien, incluso cuando creía que lo estaba haciendo todo terminaba en dolor. Toda su vida fue así y la pasada también al parecer.
Quizás hasta ahora, lo mejor que pudo hacer fue eso, dejar que Aizawa se vaya y permitirle salir del lió que era ¿Por qué estar con él? Era un desastre, totalmente opuesto a Shouta, quien parecía siempre estar en control, siempre pensando lógicamente.
¿Cómo alguien tan bueno había terminado con alguien como él? Aún peor ¿Cómo alguien como el pelinegro había decidido que incluso merecía una segunda oportunidad? ¿Qué había hecho Toshinori para merecer no solo la primera vida de Aizawa sino también la segunda? Absolutamente nada, no había hecho nada y aun así la tenia en sus manos.
"Tuviste" Le recalco su cansado cerebro, las lagrimas se habían calmado cayendo ahora lentamente, en este punto Yagi no se molestaba en sacarlas de su rostro, realmente daba igual ya.
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Leyenda de Héroes
RomancePodía ver la ciudad hecha trozos a su alrededor. El humo y los restos de tierra se esparcían por el aire. Había hecho lo que debía y lo sabia bien, no podía arrepentirse, no cuando había ayudado un poco en esta gran batalla. Valio la pena.