Capitulo 21.

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Cuando apenas pongo un pie dentro del gimnasio del Kingston, el balón de vóley se precipita directamente a mi cara, pero soy incapaz de hacer algo al respecto. Mis manos suben demasiado alto y abiertas, y la pelota pasa a través de mis brazos y me golpea en la frente.

El profesor Marco está marcando falta clara.

-¡Que malísima puntería tienes Florence!-grita mirándome avergonzado.

-La verdad es su culpa, profesor-repuso Gemma dejando caer su mochila al suelo-, Florence pertenece a las gradas.

Aprecio el intento de Gemma por defenderme, pero la verdad, estoy un poco harta de la misma mierda de siempre. La cosa es, que me prometí a mí misma que este día nadie me lo iba a arruinar, ni siquiera la perra de Florence. Así que con un gruñido suelto también mis libros y mi mochila, y me acerco a la cancha. El profesor Marco nos une al equipo opuesto del de Florence, y como sé que soy muy torpe trato de mantenerme alejada del balón. No hay demasiada suerte.

-¡¿Es que no te enseñaron a mantener la boca cerrada, anoréxica?!-gritó Mell.

La mire con el ceño fruncido.

-¡No te hagas la tonta!-exclamó Florence acercándose a la red-. ¡No expulsaron por una jodida semana porque tú, tremenda idiota, fuiste de chismosa con el director!

Traté de parecer tranquila, pero mi corazón ahora retumba con furia en mi pecho. Yo sabía que si los delataba me iban a atacar más de lo que ya lo hacen.

«Felicidades, acabas de ganar una entrada al infierno. »

-¿Y que esperaban par de cacatúas?-repuso Gemma enfrentando a Florence, sus manos en jarras y mirándolas fríamente- . ¿Qué se quedara callada? Pues no, cariño. Hay que darse cuenta de lo jodidas que están para enfrentarlas. ¡Y también tú amiguita!-señalo a Mell-, es una perra hipócrita.

Necesite de todo mi autocontrol para no reírme de los apodos que Gemma utilizo para hablarles. En cambio solo permanecí en silencio, viendo como Mell se ponía a un lado de Florence con la cara roja.

-¡Dímelo a la cara!

-¿En cuál de las dos?-dijo Gemma sonriéndoles falsamente.

El volibol ofrece a Florence y a Mell, la oportunidad perfecta para hacerme pagar por meterlas en problemas.

-¡Pelea, pelea, pelea!-empezó a entonar uno de los amigos de Zayn.

-¡Pelea de gatas!-dijo otro.

El profesor Marco hizo sonar el silbato de nuevo.

-¡Muy bien chicas, basta! ¡A jugar o las saco de la cancha!

Florence nos da una mirada furiosa y se aleja con el balón en las manos. Como su mejor amiga, Mell la sigue sin antes enseñarnos el dedo corazón. Gemma suelta una risita, y yo la volteó a ver frunciendo el ceño.

-¿Qué?-pregunta volviendo a su posición- es divertido discutir con ellas.

Con el pulso acelerado, veo a Florence pasándole el balón a Zayn por encima de la red. Mell le da unas instrucciones que estoy segura que tienen algo que ver con la velocidad y un área específica de mi cuerpo. Zayn asiente serio, como si le hubieran dado una misión importante y dispuesto a hacer el saque. Y entonces, milagrosamente, una voz flota en el gimnasio:

-Alumna, Aitana Dorth. Favor de pasar al salón de artes.

Un Oh, se extiende por la cancha.

-¡Sera mejor que vayas! ¿O te iras a cortar al baño?-grita Mell.

Mi vida en la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora