Capitulo 1.

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Bueno, ¿y porque no acabar con este dolor ahora mismo?

El viento soplaba con fuerza y la lluvia caía a mi alrededor. Mantenía la mirada fija en los carros que pasaban por debajo de mi, sonstenia mi cuerpo con tan solo mis talones, mis brazos estaban extendidos hacia atrás sujetando con fuerza el barandal amarillento y oxidado del gran puente.
Ya no era yo misma, mi felicidad se había ido, la sonrisa verdadera se desvaneció, ya nada importaba, si vivía...si moría.
Mi energía se había ido, como las ganas de vivir. Mi mente no se callaba, no dejaba de repetirme lo poco que valía.
Me había quedado sin amigos, completamente sola. Mi alma estaba vacía, me había vuelto fría, sin sentimientos. 
Mi lucha contra mi misma seguía día a día, y me temía que perdería.
Mi vista ahora estaba nublada a causa de las lagrimas.
« -¿Entonces todo termino?-le pregunte con los ojos ahogados en agua-.
-Esto realmente nunca existió- contesto el con tono oscuro.»

Humillación, baja autoestima, desprecio, soledad...eso era mi vida.

*Respire hondo y cerré los ojos con fuerza. Un miedo me recorrió todo el cuerpo, empezaba a temblar. " Muy bien Aitana, ala cuenta de tres te avientas."

Uno...dos...tr"
-Si te vas a aventar asegúrate de caer de cabeza, para que tu muerte sea segura- escuche a mis espaldas.

Abrí los ojos y trague saliva. ¿Me hubiera tirado si esa ronca y melodiosa voz no me hubiera interrumpido? No estaba segura de la respuesta, pero una pequeña parte de mi sintió un alivio.
-Gracias por el consejo- le respondí seca.
-No lo hagas, no tiene sentido acabar con tu vida así.
-Quiero hacerlo.
-Bueno, quiero ver que lo hagas- me reto.
Vi como empezaba oscurecer, los carros abajo de mi aun esperaban mi caída. 
Decidí ignorar al observador que tenia a mis espaldas, y cerrando los ojos de nuevo continué dándome valor internamente para aventarme. 
-Tienes miedo- aseguro.
-No.
-Mientes.
-Déjame sola, por favor.
No escuche respuesta, y eso en parte me decepciono.
De repente sentí unos brazos rodearme la cintura, quitándome de mi presipisio.
-¡Oye!- patalee hasta que me puso en tierra firme.
La lluvia se volvió mas intensa, voltee a ver al idiota que me quito de mi solución y me quede boquiabierta. 
El era tan guapo. Tenia unos castaños rizos que caían sobre su rostro los cuales estaban empapados y goteaban por la lluvia, sus ojos eran de un verde esmeralda que denotaban misterio y cansancio.

Me solté de su agarre y de repente sentí mis mejillas arder de la vergüenza, cosa que me molesto.
-¿Estas bien?- me pregunto.
Tarde unos segundos en reaccionar, estaba confundida, molesta, pero sobre todo, sentía un enorme dolor.
-Estoy bien, solo vete.

Mi vida en la soledadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora