3. Caine Wise.

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La tensión era palpable entre el pequeño grupo de Skyjackers que residían en aquella por otra parte gran nave submarina. No estaban acostumbrados a moverse en las profundidades sin poder desplegar el par de alas que su rango les había concedido; aunque aquello realmente no importaba ya, ¿verdad? Desde el momento en el que habían decidido seguir a su capitán, su lugar, sus honores y sus amigos habían dejado de existir; sólo se tenían a ellos mismos.

Caine estaba sentado, centrado en mantener una atención serena en su tarea a pesar de sentirse tan enjaulado como el cuerpo que vigilaba. Tras unas barras metálicas, una splice delfín austral resollaba aún inconsciente, le habían dañado algunas bombas del traje durante la extracción y le habían ordenado remojarla cada cierto tiempo para evitar que sufriera daños hasta que pudieran encontrar a alguien que lo reparara adecuadamente. Aquellos silbidos desesperados silbidos estaban cercenando su oído tras sus características orejas afiladas de splice lobo y tenía que esforzarse en mantenerse tranquilo y no gruñir en su dirección suplicando por librarla de su sufrimiento y que cesaran. Pero ya quedaba poco para que pasara su turno.

Lo que le aguardaba fuera de aquella habitación no era más alentador, pero al menos no tendría que escuchar a aquella endemoniada criatura marina.

El sudor se le acumulaba bajo el flequillo de rubio que no llegaba a cubrirle sus fieros ojos azules, una apariencia verdaderamente singular en un splice lobo; Caine era distinto a sus hermanos de camada.

"Albino", era la palabra que su creador había usado para referirse a él; también "inferior", "desechable". Caine había sido vendido por separado por un precio muy inferior a sus iguales. Únicamente por méritos propios había conseguido ascender desde los más bajos escalafones hasta la élite de La Legión, los Skyjackers. Sus alas, las mejores que la Ciencia había podido crear y el Gobierno había podido pagar, eran el orgullo de todo Skyjacker. Alas que no podían usar en el pequeño espacio cerrado que aquella nave suponía.

El equipo había permanecido guarecido entre las aguas de un diminuto planeta apartado del centro del imperio durante semanas y aquella situación empezaba a ser insoportable para los splices que lo componían. El ex-oficial al mando, un splice abeja llamado Stinger, había sido el primero en desertar y buena parte de ellos habían decidido seguirle pues siempre había sido como un padre para ellos; irónicamente su hija biológica, Kiza, era el motivo que le había incitado a moverse al margen de la organización que antes garantizaba su supervivencia y su salario.

Kiza Apini, de tan sólo 12 años, había sido secuestrada.

Stinger sólo había comunicado sus planes y la totalidad de la información de la que disponía a sus segundos de confianza, entre los que se encontraba Caine; así les había comunicado que, por el modus operandi seguido en el incidente, La Legión podría estar involucrada. Según lo poco que habían logrado averiguar gracias a los códigos de acceso de una patrulla de alto rango que habían interceptado, las órdenes procedían de altas esferas de la nobleza, pero no figuraban nombres por lo que habían llegado a un punto muerto en la investigación.

Su siguiente opción era husmear en los archivos de Aegis por si ellos también estuvieran involucrados, para lo que necesitaban a un alto rango dentro de la organización que mantenía la paz a lo largo de imperio. Por ello habían causado una pequeña explosión controlada, lo suficientemente extraña para que las autoridades del planeta pidieran una patrulla. Aquella splice había tenido la mala suerte de ser el espécimen más accesible para su captura.

La delfín emitió ungemido como un último estertor y abrió mucho los profundos ojos negros. Caineasió una manguera con la que la empapó un poco y dio aviso para que trajeran aStinger pues su captura había despertado.

Las Guerras Splicer. Parte I. (El Destino de Júpiter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora