7. Nuja Ko'rshapalak.

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— Mi señor. Ha empezado. — Informó en voz baja la splice murciélago a la par que se aproximaba a donde su amo estaba acostado. — Varios nobles se han declarado la guerra. Algunos splicer han cerrado puertas.

— ¿Qué está haciendo nuestra soberana al respecto de esta preocupante situación?

— No salen comunicaciones públicas del palacio, sólo el mensajero personal de la emperatriz.

— ¿Posibilidades de interceptarlo sin ser detectados?

— No, mi señor. Posee todos los salvoconductos y cada uno de sus movimientos es monitorizado.

— Quiero un ojo y un oído dentro del palacio, cueste lo que cueste. No aceptaré otro no como respuesta.

— Sí, mi señor...

— Retírate.

— Mi señor, hay una cosa más. Ha habido cambios en los patrones de la guardia del palacio. Un insólito aumento de seguridad en el ala este, alrededor de los antiguos aposentos de la princesa Kalique.

— Kalique sigue en su alcázar en Cerise... Razón de más para introducir un espía en el palacio.

— ...

— Retírate.

Nuja hizo una reverencia y volvió a las sombras en las que se sentía tan cómoda.

Como siempre, su persona pasó completamente inadvertida durante el desplazamiento hasta los aposentos de los espías, mucho más cómodos que los que la mayoría de splices que servían a nobles llegaban a poseer.

Sova, la splice lechuza, que en ese momento estaba afilando sus garras, la recibió con un ulular bajo.

— Nuestro señor está preocupado. Tenemos que encontrar la forma de introducirnos en ese palacio.

— Ya lo intentamos... — Arguyó la lechuza. —... y fuimos detectados. No sé qué criatura fue capaz de encontrarnos, pero ten por seguro que nos mantendrán a distancia.

— A nosotros sí, pero no a su propio espía... — Musitó Nuja, mientras su mente planeaba, cerniéndose alrededor de una idea. — ¿Dónde está Scops? — El splice autillo podría jugar un papel clave si las preguntas que debía hacerle tenían la respuesta que creía.

— Debería regresar desde Orous en cinco horas. Klzák tampoco está, acaba de salir a hacer su ronda vespertina por los asentamientos cercanos.

— Bien, infórmame en cuanto estemos todos. — Nuja abrió un armario y cogió un par de herramientas. El traje de cuero marrón oscuro se confundía con su propio pelaje y poseía numerosos bolsillos con los que podía camuflar cualquier arma, aunque sus afiladas garras eran todo lo que solía necesitar.

— ¿Te vas?

— No tardaré.

Parecía inútil quedarse perdiendo el tiempo en la sala, así que se desplazó rápidamente a través de los pasillos del palacio. Cuando estaba cerca de la sala que era su objetivo, decidió colgarse de los altos techos y hacer el ejercicio un poco más interesante. Su presa permaneció completamente ajena a su presencia hasta que estuvo sobre ella.

— ¡Nuja! ¡Me has dado un susto de muerte!

— ¿No acordamos que querías mejorar tus competencias?

— ¡No mientras estoy trabajando! Un día de estos te prometo que te veré venir y entonces serás tú la que se lleve un buen susto. — La pobre splicer pavo real apenas podía recuperar el aliento mientras continuaba su indignada perorata.

— Vale, vale. ¿Te queda mucho? Sólo tengo cinco horas libres para dedicar a tu entrenamiento.

Oluthille, la splice pavo real que se encargaba de parte de la administración del palacio, se recolocó su traje y sus plumas beige y negras con una inusitada elegancia. El blasón de la familia Utipp brillaba en la espalda del traje de dos piezas que constituía su uniforme de trabajo.

Sus ojos inusitadamente oscuros hicieron frente a los pozos negros que eran los de Nuja durante algunos segundos mientras decidía si seguir echándole la bronca a su querida amiga.

— Está bien. Ve yendo al patio. Estaré allí en media hora.

— Perfecto.

— Intenta no matarme del susto cuando llegue.

— Permanece alerta y no te asustaré.

Nuja no terció una palabra más y se alejó hacia el patio de entrenamiento, que a aquellas horas se encontraba desierto y a oscuras. Tuvo que encender algunas luces, o la splice pavo real no tendría ninguna oportunidad, y seleccionó un par de armas ligeras de un arcón.

La sorpresa cruzó surostro cuando sus grandes oídos de murciélago captaron una transmisión deemergencia emitida por Klzák y dirigida expresamente al escuadrón espía.

Las Guerras Splicer. Parte I. (El Destino de Júpiter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora