Peter sintió su corazón hacerse añicos cuando vio a Tony salir por la puerta. Lo que no supo hasta más tarde es que no volvería a verlo hasta seis meses después.
Tony no regresó al complejo aquella noche ni las semanas siguientes. Al principio pensaron que era porque pasaba las noches fuera con alguna conquista. Sin embargo, las ausencias se hicieron más largas y únicamente se presentaba a las reuniones que eran importantes o iba a misiones en las que necesitaban su ayuda y que, por razones obvias, no incluían a Peter. Tony seguía siendo Iron-man pero no volvieron a encontrarse cara a cara.
Peter no lloró o dio muestras de estar pasándolo mal, al menos delante del equipo. Con Bucky, Shuri y Steve fue otra cosa aunque tampoco a ellos les dejó ver del todo el verdadero dolor que estaba sintiendo. La wakandiana acudió inmediatamente cuando escuchó lo de Tony y Steve y se enteró finalmente de los sentimientos del menor al encontrarlo descompuesto, justo después de la marcha del genio.
Los tres se encargaron de que Peter se distrajera durante el día pero no podían evitar que el chico lo pasase mal por las noches aislado en la soledad su habitación, cuando dejaba de aparentar que estaba bien y sucumbía al llanto. Tony se había marchado por su culpa. Y aquello no le dejó dormir bien durante los primeros meses. Con el paso del tiempo pudo volver a conciliar el sueño pero donde se hallaba su corazón no sentía más que enorme vacío.
No era el único que sufría. Tony había escapado de sus propios sentimientos por el bien del chico. O eso era lo que se decía antes de irse a la cama. Con el paso del tiempo y la distancia, se hacía cada vez más insoportable la ausencia de Peter. Seguía sin estar seguro de sus sentimientos y no quería lastimarle. Sin embargo, algo había muerto dentro de él cuándo abandonó el taller aquél día para no volver. Su único alivio era tener noticias suyas o verlo en vídeos que la gente grababa porque acostarse cada noche con una persona distinta no funcionaba en absoluto.
El cumpleaños de Peter llegó finalmente pero no fue igual al del año anterior. No hubo una gran fiesta y la ausencia de su mentor se acusó más aquél día. Lo que no sabía es que el genio estaba viendo toda la fiesta a través de una cámara. No podía estar presente pero era lo más cerca que iba a estar de él. Cuándo Peter apareció, acarició la pantalla de forma inconsciente.
—Feliz cumpleaños, Peter —susurró.
Tony tampoco apareció el día de su propio cumpleaños pero Peter no se olvidó de él. Aquél día antes de salir del taller del genio, Peter acarició uno de los Marks.
—Feliz cumpleaños, Tony.
Seis meses.
Cuando Peter quiso darse cuenta ya habían pasado seis meses desde la deserción misteriosa de Tony. Justo el día en que se cumplían seis meses, el joven arácnido fue de patrulla y se encontró a un padre y su hijo atrapados en casa por culpa de un repentino incendio en un bloque de pisos. Era algo rutinario y sencillo que no requería ayuda de nadie más.
Primero, salvó al hijo y después al padre. Sin embargo, al querer salir, se vio atrapado por un muro gigantesco de fuego. Intentó escapar de las llamas pero estas se cernían sobre él incontrolables. Dio la voz de alarma a los vengadores por si alguno podía ir en su ayuda. No recibió respuesta y recordó que aquél día la mayoría estaban en una misión importante.
—Karen, ¿se sabe algo de los demás? ¿Alguien ha recibido el mensaje? —exclamó por el intercomunicador.
—Los agentes están en una misión y ninguno de ellos se encuentran en el complejo —informó la voz artificial.
—Tendremos que apañárnoslas solos —dijo Peter chasqueando la lengua con fastidio—. Busca alguna ventana abierta cercana.
—Según mis cálculos, la de la cocina podría ser una vía de escape pero hay muy pocas posibilidades.
—¿Qué tanto por ciento?
—Vienticinco por ciento es la previsión más optimista.
—Eso no es muy halagüeño, ¿verdad? Vamos a intentarlo —dijo Peter tosiendo mientras las llamas crepitaban a su alrededor violentas.
Peter pudo llegar a la cocina pero no avanzó más allá de la puerta. Empezaba a ahogarse y a faltarle el oxígeno. Hizo el esfuerzo de intentar llegar la ventana pero la cabeza le daba vueltas y el fuego lo acechaba implacable.
No quería morir allí.—Tony... —llamó con un hilo de voz.
No quería morir allí. Quería que Tony lo rescatara pero él estaba muy lejos. De pronto alguien lo cogió en brazos y lo sacó de allí por la ventana.
Miró a su salvador mareado aún por la falta de oxígeno y no pudo creérselo: Tony.
El genio lo llevó hasta una azotea y lo depositó con cuidado en el suelo antes de que ambos se quitaran las máscaras.
Se quedaron mirándose unos minutos que parecieron eternos. Peter quiso llorar y lanzarse a sus brazos. Había tenido miedo y él estaba allí y le había salvado pero no lo hizo. Abrazarlo significaría borrar de un plumazo los seis últimos meses y no quería olvidar, no tan pronto. Había sido una tortura pero debía recordar que él se había largado rompiéndole el corazón.
Tony notaba el recelo del menor y aunque quería abrazarlo, no lo hizo. En parte porque sabía que Peter no iba a aceptarlo y en parte porque estaba enfadado.
Cuando Karen le avisó de que Peter corría peligro, no lo pensó dos veces y fue a ayudarle. Pensar que podría perderlo le hizo ver que le quería. Lo quería a su lado y no como un hijo, sino como pareja.
Pero también estaba enfadado con él. ¿Por qué no pidió ayuda antes?
—¿En qué diablos pensabas? —Peter se estremeció ante la dureza de su voz—. ¡Podrías haber muerto!
—Puedo con esto, ¿sabes? ¡No soy un niño! —replicó Peter molesto.
—¡Claro que no lo eres! Pero... Pero si te hubiera llegado a pasar algo no lo hubiera soportado. No quiero que desaparezcas tú también —le espetó Tony furioso.
—Tú fuiste el único que desapareció —dijo Peter dolido intentando no echarse a llorar.
—Lo sé —suspiró Tony intentando serenar la furia en su voz—. Necesitaba tiempo y me mentí a mí mismo. Quise creer que también era bueno para ti.
—¿Bueno para mí? —dijo Peter señalándose en el pecho—. Me destrozaste el corazón. Si no querías nada conmigo, ¡haberlo dicho directamente!
—¡No podía rechazarte! ¡No, cuando siento cosas por ti! —soltó Tony de sopetón.
Peter abrió mucho los ojos, sorprendido. ¿Estaba escuchando bien? ¿Tony sentía cosas por él? Quiso ir a sus brazos pero se contuvo. El dolor de los seis últimos meses le frenaba.
—No puedes venir ahora y esperar a qué todo sea igual. Me heriste, Tony. Hoy hace seis meses que me dejaste en tu taller, solo y con el corazón roto.
—No estoy pidiendo que vuelva a ser cómo antes. Esta vez quiero hacer las cosas bien porque cuando he visto qué podía perderte... —miró a Peter a los ojos y acortó un poco la distancia—. Empecemos por el principio. Solos tú y yo. Tengamos una cita. Si después de la cita decides que no puedes seguir con esto, me alejaré.
Peter vaciló. ¿Debía aceptar? Su corazón habló por él antes de que su cabeza le diera más vueltas.
—De acuerdo. Tengamos esa cita.
ESTÁS LEYENDO
I'm not a kid (Starker)
RomansaPeter Parker cumplía 18 años. Llevaba enamorado de Tony Stark desde que tenía memoria y ese amor unilateral lo estaba matando desde que Stark apareció en su casa. Y lo peor era que Tony seguía tratándolo cómo a un crío. Peter estaba dispuesto a dem...