Capítulo 2: La batalla acida [Parte 1]

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El sonido chirriante del acero contra el acero le daba gusto y exaltación a Gustav Velcrom, líder mercenario de un grupo asesino popular conocido como las Hojas Negras.

Gustav había dirigido a su equipo recientemente a diversas aldeas colindantes a su base, para encabezar una serie de asesinatos con el objetivo de despertar a la autoridad y aumentar su popularidad. Las aldeas afectadas no eran por completo destruidas, al contrario, el equipo solo asesinaba a los que se oponían de primera mano,y si el número de muertes no era suficiente asesinaban a los jóvenes mayores de 14 años, dejando al pueblo sin suficiente mano de obra.

Gustav Velcrom era un hombre corpulento que alcanzaba los 2 metros, a pesar de que su estatura le daba un aire intimidante las numerosas cicatrices en su cara y cuerpo aumentaban ese sentimiento. Tenía la piel morena y dura, su cuerpo estaba rodeado por grandes cantidades de musculo, uno podía escucharse exagerado al mencionar que el cuerpo de Gustav era 80% musculo y el resto agua, pero su imagen confirmaba esa teoría.

-Esto es muy fácil, y muy aburrido.

Dijo mientras cruzaba los brazos. Le gustaba encabezar estas misiones, pero las sentía cansadas al no ser desafiantes. Los hombres de las aldeas estaban desgastados por los trabajos rutinarios, y la mayoría no tenía preparación militar, a pesar de haber participado en numerosas batallas contra el Imperio Baharuth.

-¡Señor el número de los aldeanos ha reducido un 70%!

-Díganle a todos que se detengan, no queremos dejar sin voceros al mundo de nuestra fuerza, además, reúne a todo sobreviviente ante mí, quiero decirles unas palabras antes de nuestra retirada.

-¡Si capitán!

Aquel mercenario se retiró gritando a todo pulmón a todos lados las instrucciones que su capitán le había otorgado. Gustav en cambio gruño, rascándose su cabeza muchas veces, odiaba la etapa final del asedio, dar unas palabras amenazantes para que nadie los olvidara e hicieran de este día una conmemoración cada año.

Gustav camino lentamente hacia el centro del pueblo mientras repasaba una y otra vez el discurso que había hecho y dicho anteriormente, para él era muy cansado realizar esta parte, era más útil con la espada que con las palabras, pero era necesario, tenían que aterrorizar más a los aldeanos para marcarles la fuerza de su grupo.

Una vez reunida la gente en el centro del pueblo, Gustav tomo al jefe de la aldea y lo arrodillo a sus pies, colocando su pie en su débil cabeza.

-¡Oh pueblerinos que han tenido la suerte de recibir mi misericordia!

La gente lo veía con cara de odio y desagrado, mientras que otras lloraban y gemían de dolor.

-¡Hemos venido a ofrecerles un recuerdo de este día! A recordarles lo débil y patéticos que son. Mucha gente ha muerto a nuestras manos, todo por no ser lo suficientemente fuertes para salvarlos, y está bien, muy bien. Quiero que sepan que el hambre y los impuestos no es su único enemigo ¡Temernos a nosotros! ¡Las Hojas Negras!

Gustav pateo fuertemente al jefe de la aldea, seguido de esto pisoteo su estómago y pecho, dañándolo severamente. La gente reacciono reaciamente, pero no actuaron, no quedaba algún aldeano en pie que tuviera el coraje y la energía para defenderlo.

-¡Espero que la próxima vez que vengamos hayan mejorado militarmente! A no ser que mueran de hambre la siguiente temporada.

Gustav rio secamente mientras se retiraba, pero antes de darle la espalda a la gente este logro ver una silueta. Era una bella mujer que se había asomado levemente por un ventanal de una casa.

The Gods Slimes: Elder Black OozeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora