Cuarta Grieta.

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Los siguientes dos días Lance debió quedarse en el hospital para exámenes respecto a sus heridas.

Resultaron ser más graves de lo que creían, eran bastante profundas y el sólo hecho de tenerlas expuestas podían infectarse y lastimar al cubano.

Eran las once de la mañana y el chico de tes morena observaba la televisión mientras la suave luz del ambiente le resguardaba, estaba nublado... Seguramente los chicos estaban en clase de Historia, pensó. En la puerta sonaron débiles y suaves golpes junto a una suave voz.

—¿Lance?.— Era Keith.— ¿Puedo pasar?.— Lance dejó escapar un suspiró y se incorporó en la cama para conseguido hablar.

—Adelante.

El de cabellos negros abrió la puerta, cargaba unas bolsas llenó de cosas que Lance no podía apreciar muy bien. Cerró la puerta y caminó hasta el moreno, saludando una vez llegó a su lado.

—Hola...— Susurró mientras tomaba asiento a su lado, Lance le sonrió.

—Hola, Keith... Creí que estarías en clases.— Mencionó mientras el de cabellos negros friccionaba sus manos haciendo algo de calor.— ¿Hace frío afuera?.

—Me salte las clases, quería venir a verte.— Dicho esto, Keith tomó una de las manos de Lance. Una mezcla de temperaturas fundieron sus manos convirtiendolas en una, Lance se sentía algo incómodo pero tampoco quería que el otro alejara su mano.— Si, hace algo de frío y el tiempo no pinta bien, al parecer caera una buena cantidad de lluvia en unas horas. Pero al menos pude llegar aquí para verte.— Esbozó una pequeña sonrisa y miro hacía sus manos tomadas, no habían entrelazado los dedos pero se sentían bien juntas, el frío y el calor mezclándose y fundiendose hasta que alguno decidiera alejar la mano...

—Te agradezco que vinieras, pero me preocupa que comience a llover y te pasé algo.— Mientras hablaba Lance, Keith comenzó a acercarse.— Keith... Keith, ¿Qué estas....?

Un beso. Le calló con un beso suave y leve, de sólo unos segundos pero que hizo descontrolar los latidos del moreno, cuándo el de cabello negros se alejó, juraría que estaba sonrojado.

—Lo siento... No dejabas de hablar.— Se disculpó mientras soltaba la mano del otro para tomar las bolsas y sacar algunos paquetes de golosinas y galletas.— Ayer hablé con tú doctor mientras estabas en revisión.— Explicó.— Le dije si podía traerte algunas cosas para comer y hablar un poco, me lo permitió así que traje todo lo que te gusta.

Lance observó las bolsas en las manos del otro, sonrió levemente mientras subía la mirada a su acompañante, suspiró. ¿Qué esperaba ganar Keith?, su novio era Shiro, ¿Porqué demonios le besaba?.

—Gracias Keith, pero... ¿Porqué haces todo esto?.— Preguntó finalmente Lance mientras bajaba la mirada para ver sus muñecas.— Nada puede cambiar esto, no puedes enamorarte a la fuerza de mi, no es de la manera en que debe pasar. —Se sentía el pasar en esas palabras, Keith iba a responder pero Lance prosiguió.— No vale la pena lo que haces, ¿Esto te ayudará a tener menos culpa cuándo muera, Keith?... No le hagas esto a Shiro, no lo merece.

—Basta, Lance.— Keith tomó nuevamente la mano de éste.— No lo hago por eso, estoy intentando volver a sentir por ti lo que sentía hace un tiempo... Me atraias, pero vi que coqueteabas con chicas y eso... Fue cómo la gota que revalso el vaso, no estoy buscando hacerle daño a Shiro.

—Pero lo estás haciendo.— Repuso Lance alejando su mano hacía su pecho.— Es tú novio, ¿Qué pensaría si te ve besandome?.

—Le pedí un tiempo.— Concluyó Keith mientras suspiraba y peinaba hacía atras su cabello.— Necesito tiempo para poder entender que hacer y cómo ayudarte, Lance.

Grietas. |Finalizado|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora