Capítulo 4

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Piper, desde que salió del café, estuvo como en automático. No se dio cuenta del momento en el que llegó a la clínica, para dirigirse a su consultorio. Por su mente transitaban muchos pensamientos, iban desde el incidente de la mañana hasta la conversación con Stella. Analizaba las palabras que había dicho, sobre todo aquellas que no terminaba de comprender "...no eres a quién necesito" «¿Y a quién necesito?»

Al salir del ascensor, caminó lentamente, cruzó los brazos y soltó un suspiro. Mantuvo su mirada fija en el piso, como si contara cada centímetro en el que se desplazaba.

-No, no necesito de nadie -Apenas oyó el susurro de su propia voz, irguió su cuerpo y aceleró el paso.

-¡Doctora Chapman! Es grato verla.

-Doctor «ojalá pudiera decir lo mismo» -Hizo un gesto con la cabeza y forzó una sonrisa al ver a Larry Bloom, un colega que, hacía tiempo, andaba detrás de sus huesos y aprovechaba cualquier ocasión para coquetearle, en busca de una oportunidad con ella.

-Me gustaría hablar contigo un par de asuntos... profesionales digo -Sonrió galante.

-Claro, pero por ahora no podrá ser. Tengo compromisos importantes que atender -habló sin detenerse a conversar. Las consultas de Piper comenzaban a las dos de la tarde, tenía tiempo para hablar con su colega, pero no lo hizo. No era de su agrado tener que soportar sus babosadas y menos ese día.

-Oh, por favor hazme un espacio en tu agenda -Insistió Larry, sonriendo.

-Sí, claro «Sueña» -Sonrió con maldad y continuó su camino.

La doctora Chapman, un hueso duro de roer sentimentalmente. Eran contadas las ocasiones en las que estuvo relacionada con alguien en el pasado. Relaciones que fueron cortadas por ella, más que por su contraparte. La razón, no podía emparejarse con alguna persona con la que no se sintiera compatible. Piper, era todo o nada y hasta ese entonces, al parecer, no había encontrado su todo.

Llegando a su consultorio, se detuvo al encontrarse Marisol, quien al verla se tensó un poco, pero sonrió.

-¿Novedades? -preguntó.

-No doctora, todos los pacientes citados para hoy ya están confirmados y todos son para control. Ninguno es por primera vez.

-¿Quién es el primero? -Marisol abrió la agenda verificando el nombre del paciente.

-El señor George Mendez -respondió, volviendo sus ojos a Piper, quien la miraba con atención.

-Ahmm -Se quedó pensativa, mientras acomodaba un mechón de su cabello y apretaba su labio- Trae las historias médicas a mi escritorio y en cuanto llegue el señor Mendez, hazlo pasar.

Piper se dirigió a su oficina, mientras Marisol ordenaba las historias médicas para luego llevárselas. Iba a ser una tarde, relativamente tranquila, pues no había personas para evaluar por primera vez; si hubiera sido el caso, Piper habría tenido que practicar una revisión más profunda en el paciente.

-Aquí están doctora, permiso -Dejó los documentos en su escritorio y se retiró, la rubia no respondió.

Tomó la primera historia y comenzó a leer para si misma. A ella le gustaba refrescar, en su memoria, los antecedentes médicos de cada paciente antes de atenderlos. Pues pensaba que para eso se dejaban esos registros. Además, era un manera de demostrarlo al paciente que le importaba su caso y así era, no había excepciones; Piper no tenía el estilo de esperar a que el paciente se sentará frente a ella y le contara sus padecimientos, nuevamente, cada vez que iba a revisión.

Un leve golpe en la puerta la interrumpió.

-Adelante -respondió, dejando de revisar las historias.

La dueña de tu miradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora