Santísima mierda.
Eso definía perfectamente mi situación. Jodida santísima mierda. Oh, Dios...
Camino de un lado al otro por el baño del colegio Whitney, intentando procesar la noticia. Un bebé. Estaba esperando un bebé.
— ¿Laura, todo en orden? — pregunta una voz desde el otro lado de la puerta.
— Entra... — murmuro, con la voz rota.
Mi mejor amiga, Natasha, no tarda en entrar mientras me mira preocupada. Suelto un sollozo, y las lágrimas comienzan a salir. Lloro desconsoladamente mientras me abrazo a mi misma.
— Oh... Cariño... Saldrás adelante. Me tienes a mi. — me consuela, abrazándome con fuerza.
— No puedo tener este bebé, Naty... No puedo. Tengo dieciocho años, iba a irme a Alemania, tenía un futuro. ¿Qué dirán mis padres? ¿Qué dirá mi familia?
— ¿Sabes quién es el padre? — pregunta, con cautela.
El padre. Joder, sí que sabía quién era el padre. Pero lo detestaba, y él a mi. Terminamos en la cama dos semanas atrás, fue producto del alcohol. Aún lo recordaba. Aún me daba asco.
— Ross Lynch... — susurro, provocando un jadeo de sorpresa en mi amiga.
— ¡¿Ross?! ¿Qué pasó con eso de odiarlo y jamás estar en su cama? Esto es malo... No hay manera de que él se encargue de ustedes. Laura, ¿cómo llegaste a esto?
Cómo llegué a esto. Esa es una excelente pregunta, que ni siquiera yo puedo responder. De repente, mi vida cambió completamente.
— Necesito hablar con Ross... La graduación está a punto de comenzar... — digo en voz baja, para después marcharme de allí.
Camino por los pasillos de mi colegio y recuerdo todas las peleas que había tenido con Ross en este lugar. Éramos polos opuestos, él me desagradaba, yo le parecía una mojigata.
Ahora él es el padre de mi hijo.
Lo visualizo en uno de los rincones del colegio, con una rubia besándolo como si su vida dependiera de aquello. Me dan ganas de vomitar pensar que seguramente yo lo había besado así hace unas semanas atrás.
— Ross. — lo llamo, él suelta un bufido y se aleja de la mujer. Los ojos celestes de la rubia me fulminan. — Mantén tu dignidad al menos el último día de clases, idiota.
Ella está a punto de responder, pero Ross la empuja suavemente y le da una mirada de advertencia.
— Será mejor que te vayas. — le dice, la chica lo mira indignada pero obedece de todas formas. Siempre hacen lo que él les ordena, por supuesto que yo no. — ¿Qué ocurre?
— Estoy embarazada. — anuncio.
— Yo... ¿Qué? — pregunta boquiabierto. — ¿Cómo...? Yo... ¿Por qué...? ¿Embarazada?
— Si no te harás cargo, simplemente dímelo y ya.
Entonces, una sonrisa se asoma en su rostro y me mira con una expresión completamente diferente, me mira como hace dos semanas atrás mientras hacíamos el amor. Ternura. Me había sorprendido en ese momento, y me sorprende ahora.
— ¿No hacerme cargo? ¿Estás bromeando? — pregunta, mientras su mano se posa en mi vientre y lo acaricia con suavidad. — Por supuesto que me haré cargo... Es mi hijo.
— Yo... Gracias... — susurro, soltando un suspiro de alivio.
— Tienes planes para irte a Alemania, ¿verdad?
— No sé qué haré ahora, recién me entero. Quería hablar contigo primero.
— Vendrás a mi apartamento, no podemos irnos a Alemania... No aún. Pero podemos ir de vacaciones cuando el bebé nazca o antes, si así lo prefieres.
— ¿Tu apartamento? ¿Estás loco? ¿Vivir juntos? — pregunto, sin poder creerlo.
— No quiero perderme tu embarazo, ni estar lejos de nuestro hijo cuando nazca... Quiero que vivamos juntos, y darle la mejor vida posible, darle una familia.
— No viviré contigo. — me niego.
Entonces, el director anuncia el comienzo de la entrega de diplomas.
— Tienes dos semanas para mover tu trasero a mi apartamento, mami. — me avisa, para después irse.
— ¡No me digas así! — exclamo enojada, antes de seguirlo unos pasos más atrás, fingiendo que jamás tuvimos una charla sobre tener un hijo juntos.
Ese día, mi vida cambió por completo.
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Amy (Raura)
RandomAmy es una niña de siete años. Como lo dice su significado, es amada por todos. No tiene la típica pareja de padres, su madre tiene otras citas, su padre también, pero viven juntos. Su mayor deseo es ver a sus padres ser una pareja feliz, y tener un...