Capítulo V

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Laura

— No.

La respuesta es inmediata, casi sin pensarla. Casi. En mi mente, vino la imagen de Ross y Amy. Mi familia.

— Bueno, te daré un tiempo para pensarlo... — murmura Erik.

— No lo necesito. — afirmo. — La respuesta es no. Sea lo que sea que estás tramando, no es amor. Hemos estado separados por años, llegas y dices que quieres casarte conmigo. ¿Por qué?

— Te lo iba a explicar luego... Mi tío me ha puesto una condición para mantener las empresas: conseguir una esposa.

— Bien, suerte con encontrar a una mujer que quiera casarse contigo. — respondo, para después irme.

Suelto un suspiro cuando salgo del lugar, mi cuerpo tiembla y me abrazo a mi misma. Ross. No había siquiera dudado por él.

Oh, Dios...

Comienzo a caminar, sorprendida y asustada ante mi descubrimiento, en busca de un taxi. Finalmente, aparece uno y lo llamo de inmediato para después dirigirme a mi casa.

Mi cuerpo se llena de adrenalina cuando el taxi estaciona en frente de mi puerta, y tras pagarle me bajo para entrar a nuestra casa.

Cuando entro, Ross baja las escaleras simplemente en ropa interior. Intento no fijarme en sus abdominales, en su cuerpo trabajado y su cabello revuelto.

— ¿Todo en orden? — pregunta. — Pensaba que volverías mañana por la mañana.

— ¿Tienes compañía? — le pregunto, temerosa por la respuesta.

— No, estoy solo.

Solo. La casa era sólo nuestra. Sonrío de lado y comienzo a desabrochar mi vestido, Ross me mira sorprendido y sus ojos comienzan a bajar sobre mi cuerpo a medida que mi vestido cae.

— Bien... — murmuro, antes de tirarme a sus brazos y besarlo con deseo.

Ross gime suavemente mientras me recuesta en el sillón y me corresponde el beso. Su lengua pide acceso a mi boca, y yo se lo concedo. Le concedo todo, cada parte de mi cuerpo, cada gemido, cada jadeo. Todo. Para él.

— Joder, Laura... — sususurra, cuando me froto contra su cuerpo lentamente.

— Te deseo, te deseo tanto... Hazme tuya... — le susurro en el oído, para después lamer con suavidad su lóbulo. — Hazme sentir como aquella noche... Solo tú puedes hacerlo.

Sus ojos se encuentran con los míos, y están llenos de deseo y pasión. Su mirada es oscura y caliente, mientras que sus manos bajan lentamente mis bragas.

— Tengo una tarea sin terminar... — dice, sonriendo de lado, antes de comenzar a repartir besos húmedos por mi vientre y seguir bajando, provocando un fuerte gemido en mi.


Me despierto por la luz del sol pegándome justo en la cara, y me remuevo lentamente, provocando que unos brazos me rodeen con más fuerza. Abro los ojos de golpe. Ross.

— Cariño, duerme un poco más... Amy vendrá en una hora o más. — susurra él.

— Ross... ¿Qué hemos hecho? Amy. Lo joderemos todo. — digo, dándome la vuelta para mirarlo.

Ross acaricia mi mejilla con suavidad mientras que sus ojos se encuentran con los míos. Había una paz que hace ocho años no veía en ellos.

— ¿Te arrepientes? — pregunta con cautela.

Lo observo, y admiro cada rasgo de su mirada, recuerdo las sensaciones de la noche anterior. La plenitud que me hizo sentir. Se había sentido como si fuera mi hogar, como si mi lugar fuera entre sus brazos. Ahora mismo, seguía teniendo la misma sensación.

Amy (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora