Capítulo XV

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Laura

La puerta principal se abre y yo me levanto del sofá rápidamente, mi corazón late con fuerza cuando veo a Ross allí mirándome. Estaba más guapo que nunca.

— Hola... — susurro, sin saber qué decirle.

— He estado intentando odiarte por estos meses, convencerme a mi mismo de que no te amo, que no quiero estar contigo. Intentando buscarte defectos, pero incluso tus defectos me parecían perfectos para mi y no había ni uno que no amara. Lo he intentado en vano... Porque mi corazón te pertenece por completo, y no hay manera de recuperarlo, es tuyo. Has cometido un error, y yo lo comprendo. ¿Qué tan estúpido me hace aquello? Te perdono. Te perdono por lo que has hecho, y sea cual sea el resultado mañana... Te amaré de todas formas. — dice en voz baja, acercándose a mi.

Queda a centimentros de mi cuerpo y mis ojos están llenos de lágrimas, él sonríe levemente y las seca cuando recorren mi mejilla.

— No lo merezco... — murmuro.

— No empieces con esa mierda... Nos merecemos el uno al otro, sin importar los errores, nos merecemos ser felices. Juntos. Te amo, Laura... Y ya no quiero vivir lejos de ti.

— Ross...

— No me amas, ¿verdad? He llegado tarde... — pregunta y yo lo miro sorprendida.

¿Cómo podía pensar que yo no lo amaba? ¿Cómo podía pensar que lo rechazaría tras esas hermosas palabras?

Lo siento en el sillón lentamente, sin apartar mis ojos de los suyos, y me siento en su regazo. Sus manos acarician con ternura mis muslos.

— Te amo, Ross... Y jamás será tarde para nosotros. — le susurro, sonriéndole, para después besarlo.

Él me corresponde el beso con ternura, antes de recostarme en el sillón. Suelto un suspiro de satisfacción ante la familiaridad de todo esto. Había extrañado a Ross más de lo que podía decir, habían sido los peores meses de toda mi vida ya que no había pasado ni un solo día sin Ross en mi vida anteriormente, de alguna forma siempre estuvo ahí.

— Te he extrañado tanto... — murmuro, mientras el reparte besos por mi cuello.

— Yo a ti, cariño... — dice, sonriéndome.

Estoy a punto de besarlo, pero una voz infantil nos interrumpe.

— ¡Papá, volviste! — grita nuestra hija, provocando que nos separemos rápidamente.

Ross se levanta y abraza a Amy con fuerza mientras sonríe, mi hija cierra los ojos y se acurruca en él.

— No quiero que te vuelvas a ir... — susurra ella.

— No lo haré. Jamás las dejaría, son mis chicas... Sin ustedes, no puedo seguir. Las amo. — le dice, y sus ojos se encuentran con los míos. Le sonrío con ternura.

— Nosotras tampoco, necesitamos a nuestro hombre.

Ross ríe suavemente y toma mi mano para guiarme a nuestra habitación con Amy en brazos. Acuesta a Amy en medio de ambos y nos abraza a las dos.

— Las amo... — susurra.

— Nosotras a ti. — responde Amy, acurrucándose entre nosotros.

— Debes dormir, princesa. Mañana tienes que ir al colegio.

— ¡No quiero! — exclama haciendo puchero. — Quiero quedarme con ustedes.

— Tu mamá y yo tenemos cosas que hacer, pero a la salida iremos a buscarte ambos y te llevaremos a almorzar a donde tú quieras.

Amy (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora