Capítulo II

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Amy

— ¡Ross, Amy, arriba! — exclama mi mamá con dulzura, y yo abro los ojos para verla apoyada en el umbral de la puerta mirándonos con una sonrisa.

Mi papá me abraza con más fuerza y se acurruca en mi.

— Cinco minutos más... — murmura, dormido.

Mami se acerca a él, y antes de poder decirle algo, papá la toma del brazo y la acuesta en medio de ambos.

— No vayamos a esa estúpida boda... — susurra, mientras nos abraza a las dos. — Quiero quedarme así.

Sonrío ampliamente y asiento, Laura rueda los ojos riendo pero de todas formas no hace ademán de levantarse, en cambio, se acurruca más en los brazos de mi papá y me abraza con fuerza.

— Diré que Amy se ha enfermado... — dice en voz baja.

Papá le besa la mejilla y esconde su cara en el cuello de ella. Él siempre ha tratado así a mamá, para papá... Ella lo era todo. Me lo ha dicho muchas veces. Pero mamá no era igual, mamá no era cariñosa con él y si no tenía que hablarle, no lo hacía.

Pasamos toda el día en la cama, papá había ido al baño y luego se había acostado otra vez con nosotras, mamá preparó el desayuno y el almuerzo y hemos comido en la cama mientras veíamos televisión.

Había sido un día perfecto. Así me gustaba estar, con mis dos papás siendo una familia de verdad. Desearía que mis padres se casaran y tuvieran más hijos. De hecho, mientras cenamos lo digo.

— Quiero tener un hermanito. — anuncio.

Mamá se ahoga con su bebida y papá le da palmaditas en la espalda, sonriendo divertido.

— ¿Quieres... Quieres un hermanito? — pregunta ella, una vez que se recupera.

— Si, me gustaría. ¿Podemos?

— Tu sabes que tu padre y yo no estamos juntos...

— Pero, ¿qué tiene? Papi, ¿no quieres un nene para jugar a la pelota? ¡Yo quiero jugar a los superheroes con él! Sería divertido. — exclamo, sonriendo.

— Si, nada me gustaría más... — acuerda conmigo, dándome una mirada extraña que me da a entender que él también lo había pensado. — Pero es complicado, tu madre...

— No tendremos otro hijo. Lo siento, Amy. — lo interrumpe mi madre, para después irse a su habitación.

— No quería que se enojara... — murmuro, haciendo puchero.

—Escucha, cariño. Quiero a tu madre, lo hago como jamás he querido a una mujer. Pero ambos tenemos pasados, yo no conozco el suyo, pero lo respeto de todas formas. No podemos estar juntos, no con cosas que nos pesan sobre nuestros hombros... Somos amigos, ya te lo he explicado. Los amigos no pueden tener hijos, la cigüeña no se los da. Ha hecho una excepción contigo.

— ¡Pero tú la quieres! Te he escuchado decirle a la abuela Ellen que te casarías con mamá. — lo acuso con el dedo.

Papá suelta una carcajada y besa mi cabeza con suavidad antes de marcharse.
Suelto un suspiro y sigo comiendo, sintiéndome mal por haber hecho enojar a mamá.

Ross

Me debato entre si tocar o no. Tal vez yo no era lo que Laura necesitaba en esos momentos, tal vez quería estar sola. Mi madre siempre le decía a mi padre que lo agobiaba. No quería agobiar a Laura.

Estoy a punto de marcharme, pero la puerta de la habitación de Laura se abre y me mira con los ojos rojos. Había estado llorando.

— Laura, es sólo una niña... Por supuesto que querrá hermanos y unos padres juntos. — le digo en voz baja.

— Pero no puedo darle eso, no puedo darte eso a ti... Ambos sabemos por qué. No puedo casarme, Ross. No puedo amarte. No quiero hacerlos infelices, y siento que no hago suficiente. Sé que Amy no es feliz con la vida que tiene, que quiere que seamos una familia... Yo quiero lo mismo. Quiero darle la misma familia que yo tuve, pero no puedo amarte y tú no me amas, al menos en eso estamos de acuerdo... Y ya no sé qué  hacer.

— ¿Tan malo sería que te ame? — le pregunto.

— Yo... ¿Qué?

— ¿Sería tan malo que yo te ame? ¿Es eso lo que quieres decir? ¿Sería malo amarme?

— ¡No puedo creer que digas eso! — exclama. — ¿Amarme? ¿Es en serio? Te acuestas con otras, en nuestra primera noche me abandonaste en cuanto terminamos. Fui una jodida "meta" que tenías tú y tus amigos imbéciles.

— ¿De qué diablos estás hablando? ¿Abandonarte? Tú te marchaste.

— ¡Porque tú te fuiste!

— ¡Fui a terminar la fiesta! — exclamo. — Pero cuando volví a la habitación, tú ya no estabas.

— ¡Eres un imbécil! ¿No podías habérmelo dicho? "Hey, Laura, ya vuelvo" hubiera estado perfecto.

— Te dije que... — comienzo a decir, pero ella me interrumpe con lágrimas en los ojos.

— Me dijiste que te lo pasaste increíble, pero que debías irte.

— Laura...

— Me sentí humillada. Me había entregado a ti, y tú lo sabías, me entregué al último hombre que había pensado. No fue poca cosa para mi, no fue algo de "gran polvo. Nos vemos luego". Es por eso que luego ni siquiera podía mirarte, y se lo dijiste a tus amigos... Y todos se creían con el derecho de tocarme o invitarme a sus camas. Fui tildada de zorra ingenua que se acostó con el idiota popular, como todos los malditos cliché. Les habías dicho a todos que cumpliste tu "meta del año", acostarte con la virgen Laura Marano.

Sus palabras me sorprenden, eso no había pasado... La historia era verdad a medias.

— No fuiste mi meta, eso no fue lo que les dije a mis amigos. Dije que finalmente había logrado estar con la mujer que siempre había querido tener en mis brazos, porque así fue. Pero no por una estúpida meta, sino porque me gustabas.

— No te creo ni una palabra de lo que me dices. Iré a llevar a Amy a su cama. — dice fríamente, para después marcharse.

Suelto un suspiro y apoyo mi cabeza contra la pared mientras cierro los ojos. Había sido un completo malentendido, tal vez ahora estaríamos juntos... Tal vez todo hubiera sido diferente. Pero no valía la pena intentar explicarme, ella jamás me creería.

Durante los días que le siguieron a nuestra pequeña pelea, ella no me dirigió la palabra si Amy no estaba presente.

Entonces supe que estábamos de nuevo como diez años atrás, ella ignorando mi presencia y detestándome mientras que yo...

No. Era mejor ignorar lo que yo sentía.






Amy (Raura)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora