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El campamento (Parte 2)

Me dirigí a la cabaña hecha una furia. Tanto yo como mi mochila destilamos agua por todo el camino. Mis compañeros me veían con diversión y yo los ignoraba. Al entrar vi a Hunter y a Brad hablando tranquilamente. Ambos me miraron curiosos.

— ¿Fuiste a saludar a tus amigos en el agua, Ariel? —preguntó Hunter.

Es que el imbécil no podía dejar pasar una oportunidad como esta.

— ¿Poniéndose de acuerdo a ver quién pasa la noche junto a Kendra? —le pregunté a ambos.

La sonrisa de Hunter murió al instante y Brad suspiró y salió. Sabía que era algo bajo que los atacara con esa pregunta. A Brad lo habían botado hace poco y Hunter, a pesar de haberla rechazado frente a todos, para nadie era secreto que Kendra había intentado algo con él.

Caminé hacia la única cama que estaba vacía, casualmente la que estaba al lado de la cama de Hunter. Puse mi mochila en el piso y me detuve a pensar en qué debía hacer.

De pronto frente a mis ojos aparecieron un pantalón deportivo, una camisa y ropa interior masculina.

— Póntelos, Ash. No quiero que te resfríes.

Me sentí frustrada al no poder rechazar su ropa estando en esa situación.

— Gracias —murmuré.

— No es nada. Me hubiera encantado que usaras mi ropa en una circunstancia más íntima —dijo con pesar fingido y salió de la cabaña para darme privacidad.

Idiota.

Como en todo campamento el día estuvo lleno de actividades y excursiones. Nos adentramos un poco al bosque a estudiar los distintos tipos de plantas. Mick estaba feliz de la vida, para sorpresa de todos, hablando de la flora y fauna del lugar. Los chicos se dedicaban a hacerse bromas entre ellos y las chicas hablaban entre ellas y se sacaban fotos. Al caer la noche hicieron una fogata y contaron historias de terror.

Se hizo la hora de ir a dormir y todos se dirigieron a sus respectivas cabañas. Todos menos Hunter.

Lo veía armar su tienda de acampar con energía. Él decía que si iba de campamento, se llevaría la experiencia completa.

Suspiré con fastidio al recordar que dormiría en la misma cabaña con Kendra y Brad, me consolaba que ellos ya no estaban juntos, así no habría sorpresas durante la noche, por otro lado, Hunter no intentaría colarse en mi cama. Sin embargo, al llegar a la puerta de la cabaña escuché ruidos extraños. Se escuchaba como si alguien golpeara algo de forma constante, como aplausos.

¿Quién aplaudía dentro de una cabaña a esa hora de la noche?

Tomé el pomo de la puerta para abrirla, asomé mi cabeza y cerré la puerta a la velocidad de la luz.

¡Dios mío! ¿Qué mierda acaba de ver?

Mortificada miré a mi alrededor y me encontré con Hunter de pie a unos metros de distancia mirándome con diversión. Él sabía lo que estaba ocurriendo allí adentro.

Mi cara se sentía caliente de la vergüenza pero disimulé frente a él. Me negaba a demostrarle que esas cosas me afectaban.

Hunter alzó una mochila para que pudiera verla, descubrí que era la mía. Me acerqué a él y se la arrebaté de las manos.

— ¿Qué haces con mi mochila? —pregunté molesta.

— Te ahorré la tarea de tener que interrumpirlos. De nada, Ash.

Imágenes de Kendra y Brad vinieron a mi mente. Nunca esperé ver algo así. No quise pensar mucho en eso. Tenía cosas más importantes en las que pensar. Por ejemplo, dónde iba a dormir esa noche.

— Puedes dormir en mi tienda si quieres, Ash.

— No, gracias. Prefiero dormir a la intemperie.

— Vamos, Ariel. No será tan malo. Tengo dos sacos de dormir.

Lo pensé un momento. No era como si tuviera muchas opciones esa noche. Por lo tanto, en contra de mi voluntad tuve que aceptar su oferta.

Estábamos juntos en la tienda de acampar, él con su sonrisa de diversión maravillado por la situación y yo muy incómoda bajo su risueña mirada.

— ¿Por qué me odiabas hace unas semanas? —rompió el silencio.

Me tomó por sorpresa la pregunta.

— No te odiaba. Sólo no me agradas en ocasiones, incluyendo esta —mentí en lo último.

Estar tan cerca de él me ponía nerviosa.

— ¿Por qué no te agrado?

Era una pregunta complicada. Desde que Hunter había llegado a mi vida, todo estaba de cabeza. Mis sentimientos por él eran un desastre, además yo no era muy buena expresando algo que ni yo misma comprendía. En un momento me hacía salir de mis casillas, en otro me hacía sentir especial. En ocasiones nos llevábamos bien y en otras nos queríamos matar.

En las últimas semanas Hunter se había comportado de una manera atenta conmigo, estaba decidido a demostrarme que le gustaba. Me agradaba eso. Pero aún había veces en las que ponía mi paciencia a prueba y yo le pagaba con la misma moneda como en la mañana.

¿Qué sentía por él realmente?

No quise responder, sólo me giré sobre mi saco de dormir e intenté ignorarlo.

Un brazo se posó sobre mi cintura y sentí su respiración en mi oreja. Me tensé por un momento y electricidad recorrió mi cuerpo.

¿Qué demonios estaba haciendo?

— Si no te agrado, ¿por qué tu cuerpo reacciona a mi cercanía? —susurró.

— Es por asco ¿sabes? Es un mecanismo de defensa del cuerpo.

Sin darme cuenta, de un momento a otro yo me encontraba sobre mi espalda y él estaba sobre mí apoyando su peso en sus brazos. Quedamos cara a cara, nuestras respiraciones se mezclaban y mi pecho subía y bajaba rozando el suyo. Puse mis manos sobre su pecho para evitar que se acercara más.

— ¿Segura que es eso? —dijo suavemente rozando nuestros labios.

— Más que nunca —volví a mentir.

La verdad era que tenerlo así de cerca, provocándome, nublaba mis sentidos. Incluso deseaba que la distancia entre nosotros fuera eliminada. Me decía a mi misma que tenía que resistir, aun no estaba completamente segura de dejar caer mis barreras con él. No obstante, mis ojos de forma inconsciente bajaron a sus labios. Error.

— Te voy a besar, Ashton. No te estoy preguntando, te estoy avisando.

Y sus labios impactaron en los míos sin darme tiempo de responder.

Su beso era suave, lento, lleno de ternura y yo me perdí en él. Le correspondí como si hubiese estado esperando este momento desde hace siglos.

Malditas hormonas traicioneras. 

¡No soy Ariel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora