La conversación
Pasados un par de minutos mi madre ya se encontraba con nosotros en la oficina del director. Mi madre no podía creer que me hubiera metido en una pelea, pues yo jamás fui ese tipo de persona.
— Señora White que bueno que vino, como puede ver su hija Ashton ha tenido una fuerte discusión con la señorita Kendra —por suerte esta esperaba afuera con su madre.
— Mi hija jamás había estado en una situación como esta, señor director. Pero estoy segura que si ella reaccionó de esa forma, tuvo sus razones.
— ¿Aprueba el comportamiento de su hija, señora?
— No, estoy diciendo eso. Ashton, ¿quién dio el primer golpe?
— Ella, yo solo me defendí —respondí tranquila.
— ¿Ya lo ve? No comprendo qué hacemos aquí cuando está claro que mi hija solo se defendía.
Y así continuó hablando mi mamá largo y tendido sobre la falta de valores en el hogar de Kendra por ir insultando a las personas por los pasillos del instituto. El director había quedado sin palabras ante el discurso de mi madre. Sin embargo, igual tendría una semana de castigo por no haber acudido a un adulto y por alteración del orden. Por lo menos no me habían suspendido como a Kendra.
Al salir de la oficina estaban esperándome Hunter y Sam. Mi madre se despidió de todos y me dijo que ya hablaríamos en la casa.
Pensé que se molestaría pero parecía divertida por la situación.
— ¿Y bien? ¿Qué te dijo el calvo? —preguntó Sam refiriéndose al director.
— Tendré una semana de detención —respondí con pesar.
— Ven, hay que buscarte hielo para esa mejilla y tus nudillos—dijo Hunter tomando mi mano para guiarme a la enfermería mientras me seguía quejando por ir a detención.
— Debe ser aburridísimo, los ponen a limpiar o solo se sientan dos horas sin hacer nada —decía Sam.
— Tranquila, Ariel. Ya verás que la semana pasará volando.
Después de ir a la enfermería a que atendieran mi mejilla inflamada y mis mallugados nudillos fuimos a clases.
El día pasaba muy lento. Yo apenas soportaba la atención y ahora con el show de la mañana estaba en boca de todos. Para sorpresa mía, no era de la mala forma. Muchos narraban la pelea con admiración y emoción, las chicas me sonreían en apoyo porque sabían que ella se lo merecía desde hace mucho tiempo. Me veían como una vengadora.
De ese modo decidí disfrutar mis cinco minutos de fama.
Ya las clases habían finalizado y tuve que emprender camino al aula de detención, mejor dicho, la jaula.
Hunter se unió a mí en el pasillo.
— ¿No vas a casa? —pregunté curiosa.
— Tengo detención —dijo tranquilo.
— ¿De qué hablas?
Él solo siguió caminando en silencio. Entramos al aula y tomamos asiento en la parte del medio.
El profesor entró y nos dijo que guardáramos silencio durante la hora.
— ¿Por qué estás en detención? —insistí por lo bajo.
— ¿Pensabas que te dejaría sola en un sitio lleno de inadaptados?
Un chico que estaba cerca escuchó.
— ¿A quién llamas inadaptado, imbécil? —preguntó un chico con el ceño fruncido.
— ¡Ustedes! ¡Cállense! ¿O quieren limpiar el gimnasio?
Todos guardamos silencio durante toda la hora.
Cuando salimos Hunter me llevó a casa.
No les voy a mentir. Estaba nerviosa, estar a solas con él hacía estragos en mí pero no me gustaba demostrarlo, por lo que miraba por la ventana.
— Ash, creo que tenemos una conversación pendiente.
Sabía que quería hablar sobre lo que había sucedido en la tienda. Tarde o temprano teníamos que hacerlo.
— ¿Has escuchado The Kooks?
Pero yo prefería que fuera tarde.
Él decidió darme un poco más de tiempo. Hunter no quería presionarme y se había estado esforzando por acercarse a mí, le reconocía eso. Me siguió la corriente hasta que llegamos a casa y de ahí cada quien fue a la suya.
Al entrar a mi casa mi madre me estaba esperando sentada en la mesa de la cocina.
— Ashton, toma asiento, por favor.
Tomé asiento en la silla que estaba frente a ella.
— Escuché el porqué empezó la pelea. Primero que nada, me alegra que te hayas defendido, aún recuerdo cuando llegabas furiosa a casa en primaria cada vez que esa niña se metía contigo. Ya era hora de que alguien se enfrentara a ella, eso me enorgullece. Por otro lado, exijo saber todos los detalles.
A mi madre le encantaba saber todo lo que sucedía en mi vida, esta vez le di el gusto y le conté con lujos y detalles. Necesitaba desahogarme con alguien, ¿quién mejor que la mujer que me dio la vida?
Ella escuchaba atenta a mis palabras.
— Y todo por ese rumor de la tienda de acampar —finalicé frustrada.
— ¿Qué rumor? ¿Qué tienda?
— Me dijiste que sabías el porqué —dije con precaución.
— Si, ella te llamó "zorra". Que boca sucia tiene esa chica.
— Si, mamá. Eso era...
No seguí hablando porque me iba a morir de vergüenza si ella sabía que había dormido en la misma tienda que Hunter.
Mi madre estrechó sus ojos hacía mí, ahora sospechaba algo. Empecé a retirarme aparentando naturalidad de la mesa para refugiarme en mi habitación. No obstante, tres palabras hicieron que me congelara en mi lugar.
— Dormiste con él.
¡Diablos! A esta mujer no se le escapaba nada.
— Vuelve a la mesa, señorita. Ahora.
— Mamá no es lo que piensas. No pasó nada —dije con rapidez muy nerviosa.
— Creo que ya es hora de la conversación
La miré incomoda, sabía lo que venía.
— ¿Qué sabes sobre métodos anticonceptivos?
***
N/A:
¡Hola gente preciosa!
Gracias por su enorme paciencia, sé que a veces me tardo en subir capítulos :(
Y en compensación por las largas esperas, estaré actualizando lo que queda de esta semana.
ESTÁS LEYENDO
¡No soy Ariel!
Teen FictionPeces, cangrejos, corales, pulpos malvados, sirenas y príncipes azules. Todo esto acompañado del ritmo de canciones geniales y mucha magia. Pues así no era la vida de Ashton. Ashton era una chica común y corriente a la que Hunter le gustaba poner a...