Epílogo

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Los rayos del sol penetraban por las cortinas de mi habitación dando justo sobre mi rostro, por primera vez en estos años sobre este mundo entendí lo que decían aquellas protagonistas de novelas y cuentos de hadas sobre su capacidad de despertar radiantes gracias a la luz, realmente podía llegar a ser una experiencia mágica, pero hoy no, el bastardo quemaba como en el noveno circulo del infierno.

Me quejé con voz audible y me removí entre mis sabanas.

— ¡Ya deja de moverte, Ariel! —se quejó un adormilado Hunter a mi lado.

Sentí un balde de agua helada sobre mi cuerpo al escuchar su voz.

— ¿Qué demonios haces aquí? —pregunté mortificada.

— Entré por la ventana anoche. Te extrañaba —explicó con simpleza.

— ¿Y no pudiste por lo menos correr las cortinas a su lugar después de allanar mi casa?

— ¿Tu humor por las mañanas siempre es así de horrible?

Iba a responder con todo el veneno que pudiera guardar en mi ser me vi interrumpida por el sonido de los pasos en el pasillo.

— ¡Lárgate!

— ¿Por qué? —preguntó mientras cerraba los ojos de nuevo.

Y lo que más temía hizo acto de presencia al otro lado de la puerta.

— ¡Ashton! —gritó mi mamá— vas a llegar tarde al colegio. Son las ocho.

Mi teléfono decía que eran las seis de la mañana.

Moví desesperada a Hunter y le dije por medio de señas que se fuera ahora.

A los que él respondió un "cálmate".

¿Qué me calmara?

Lo menos que podía hacer era eso con la amenaza a pocos metros llamándome.

Si mi madre entraba pensaría que hunter y yo tuvimos relaciones sexuales y Dios sabía que no quería tener la conversación de los anticonceptivos de nuevo. Ya con una vez bastó y sobró.

El sonido de la manilla nos alertó lo que se avecinaba.

Hunter como un rayo fue debajo de la cama para ocultarse.

Mi madre entró a la habitación y yo elevaba plegarias como nunca antes en la vida para que encontrara todo normal y se fuera lo más rápido posible.

— Espero que se hayan cuidado —dijo inquisidora.

No entendí.

— ¿De qué hablas, mamá? —reí para disimular los nervios que me mataban.

— Veo tus zapatos, Hunter.

Y sentí que el alma dejó mi cuerpo. 

***

N/A: 

Y después de meses aparecí de nuevo jajaja 

Espero que hayan disfrutado mucho esta historia.

Nuevamente, gracias a todos por leer.  

¡No soy Ariel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora