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Y ahí estaba, el maldito llanto que tanto había retenido. La primera lágrima había comenzado a caer encima de la mejilla de Yoongi.

Pero cuando la lágrima cayó sobre su rostro, de su mejilla salió un rayo de luz, una luz amarillenta bastante brillante que luego se expandió por todo el cuerpo de Min hasta llegar al lugar de la herida. Los rayos se volvieron más grandes, llenando casi toda la habitación de estos, y para el final encandilando un poco a Jimin de la gran luz que había soltado.

Jimin casi se desmaya al notar que el pulso de Yoongi había vuelto a su cuerpo. El había resucitado. Su cuerpo había vuelto a tener vida, y cuando lo fue a comprobar, efectivamente la herida ya no existía, y Yoongi había comenzado a abrir los ojos de a poco, acostumbrándose nuevamente a la luz del día.

–¿J-Jimin...?

–¿Yoongi?

–Quiero decirte... que estoy jodidamente loco por los castaños –Susurró como pudo.

Y Jimin no podía expresar más felicidad. Estaba estúpidamente enamorado de aquel pelinegro criminal que le había arrebatado de tal manera su inocente corazón, por lo que se abalanzó hacia el, abrazándolo sin importarle la frialdad del suelo en el que se encontraba Yoongi.

Lo agarró de la camisa que traía para que quede sentado en el suelo, para acto seguido sentarse sobre él y con todo el amor del mundo, por fin devorar aquellos labios que tanto ansiaba probar.

El beso era lento, lleno de amor y felicidad que expresaban los dos felices corazones, irradiaba el lugar de esperanza y se convertía en una realidad que tanto habían esperado aquellos ansiosos enamorados.

–Te amo... gran imbécil. –Susurró contra los labios de Yoongi para luego volver a atacarlos con los suyos de forma lenta.

–Te amo, niño bonito...



La puerta de la habitación de los reyes Park había sido abierta, dejando ver a un desesperado guardia guiarlos hacia el balcón del reino, donde ahora se hallaban Jimin y Yoongi, apreciando la bella vista.

Cuando Chaerin abrió la puerta del balcón pudo comprobar que, allí mismo, se hallaba Park Jimin, el príncipe perdido que tanto habían estado buscando por años, por mar y tierra, en todos los rincones de ese asqueroso mundo, ahí estaba, el mismo Park Jimin que ahora tenía el cabello de un color castaño.

La reina comenzó a acercarse lentamente hacia su tan preciado hijo, con miedo de que este no la reconociera, pero Jimin pudo reconocer fácilmente a su progenitora, a la mujer que le había regalado la vida, a esa misma mujer que ahora mismo se hallaba abrazando con todas sus fuerzas al castaño con sus ojos llenos de lágrimas.

Pero no eran lágrimas de tristeza, al contrario, eran lágrimas de felicidad, lágrimas que hace mucho tiempo no derramaban, lágrimas que, bueno, Jimin también comenzó a derramar por sus hermosos ojos.

Abrió sus ojos para ver a su padre, quien se encontraba en un estado de shook por finalmente haber encontrado a su hijo perdido. No dudó ni un segundo en correr hacia ellos y también, acto seguido, abrazarlos, uniendo finalmente los tres corazones que desde hace tiempo han estado anhelando llegar aquel día en el que sean tres, en vez de dos como habían sido por años.

Tangled | Yoonmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora