Día 3.

2.4K 234 39
                                    

3 de Septiembre.

   A las tres de la madrugada Manuel escuchó como su celular recibía una notificación.

   A las tres de la madrugada Martín estaba tomando un pequeño descanso de aquella guardia infernal en su turno de noche.

   El chileno estiró un poco su mano, asegurándose de mantener el marca páginas en su lugar para no perder la página del libro que leía. Sintió lo frío del aparato al tocarle, haciéndole temblar ligeramente.

   Las noches de septiembre eran frías, notandose con demasía que se aproximaba el cambio de estación.

   El rubio suspiró guardando su celular en el bolsillo de la bata, tomando su infusión mate mientras veía una película en la sala de descanso de los trabajadores, al lado de un calefactor muy viejo que mantenían en aquel lugar.

   Manuel desbloqueo rápidamente la pantalla de su celular, sintiendo sus ojos marrones pesar. No se había percatado cuanto tiempo llevaba leyendo, ¡pero es que aquella novela estaba tan genial que aún quería seguir leyendola! Pero si lo hacia en su estado sabia que no recordaría ni la mitad de lo que leyó, y no deseaba que eso pasara.

   Repasó el mensaje tres veces, con detenimiento. Unas simples palabras y un emoticón, que le sacaron una ligera sonrisa, pequeña, pero que Manuel sentía que no había sonreído así desde hace años.

   El castaño se apresuró a responder el WhatsApp, sintiendo sus dedos adormecerse por cada letra que presionaba en su teléfono táctil, porque aunque le gustase el frío no lo deseaba siempre.

   El rubio sintió vibrar su celular, así que soltó el control de la televisión y saco rápidamente su teléfono.

   Abrió la aplicación de WhatsApp, viendo la respuesta del mensaje que hace unos minutos había enviado.

   Sonrió, dejando un nuevo mensaje.

   Y entre mensaje y mensaje a ambos les dieron las cuatro, hora en que el argentino debía volver a su turno de trabajo.

   Se despidieron, como quien no quiere la cosa. Sabiendo que ese día no podrían verse, pues el chileno tenia libre los fin de semanas y los días después de una guardia el argentino por mucho que desease hacer algo más las energías no le daban nisiquiera para comer algo decente.

   Martín guardó su celular en su bata de trabajo.

   Manuel bloqueó su celular y lo dejó en su velador.

   Ambos sonrieron aquella madruga de septiembre.

Últimos mensajes;

Tincho: Descansa, flaco 💕

Manu: gracias, buena guardia ❤👋

Tincho: 👍💪😌💕

30 días de ti || ArgChiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora