Capítulo 4

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Capítulo cuatro 

~El melocotón más hermoso de todo el mundo.

Dos años y medio después...

Los pigmentos azules, verdes o marrones no siempre están presentes en el iris o en el fluido ocular. Podríamos decir que la pigmentación del ojo es parecida al cielo, ya que su color depende de las condiciones de luz, en especial para ojos de color claro.

Y yo no estoy segura si los ojos que ahora me están observando son verdes o marrones. Son impresionantes.

La capa cristalina que se puede visualizar a simple vista en sus ojos me hace saber lo que se aproxima.

Su manita se cierra en un puño y se lo lleva a los labios, los cuales se encuentran temblando, antes de derramar la primera gota. Una lagrima. Tomo a la pequeña criatura en mis brazos y la abrazo mientras la mezo de lado a lado para que calme los pequeños grititos que han comenzado a salir de sus labios obstruidos por su mano hecha un puño.

-Anyara – escucho a Max aproximarse, aprovechando su aparición me acerco a él.

-Max, esta niña acaba de entrar a mi are de trabajo – digo mientras me acerco. La expresión de Max cambia a una más relajada.

-Anyara – llama nuevamente caminando hacia mí. Toma a la hermosa niña que anteriormente se encontraba entre mis brazos.

-As– el terroncito de azúcar llama a Max y lo abraza mientras las lágrimas siguen corriendo por sus sonrojadas mejillas.

Uno de los tirantes de su pequeño vestido color salmón se desliza por su hombro mientras que coloca su otra mano en su cabeza, ocasionando que, a su vez, desordene un poco más las dos colitas que le han hecho para sostener su precioso cabello castaño oscuro.

-Anyara – llama a la niña, supongo. – Ya veo que conoces a Robin. Robin, Anyara, mi nieta.

La sonrisa que me regala la niña al mirarme hace que mi corazón se derrita. Sus mejillas, aun coloradas, son apretadas por la mano libre de Max y la pequeña niña protesta por la acción de su abuelo.

-Hola, hermosa – le sonrió mientras la saludo. – ¿Cómo estás? ¿Quieres venir conmigo? – le pregunto, extiendo mis brazos hacia ella, la cual acepta con gusto.

-Venía a pedirte un favor, Robin, pero como puedes ver, a An se le ocurrió escapar – Max me regala una de sus sonrisas mientras habla – Necesito que cuides de An por una hora – mira su reloj – Si, una hora, su papá la vendrá a recoger.

- ¿Pa? – An pregunta mientras se remueve en mis brazos.

-Para tener, apenas, dos años sabes prestar mucha atención a las conversaciones ajenas – dice Max mientras aprieta la nariz de la niña. An se remueve aún más en mis brazos mientras trata de apartar las manos de Max.

-Está bien, Max. ¿Dónde está su pañalera? – pregunto, Max emprende su camino fuera de mi área de trabajo y yo lo sigo.

El despacho de Max se encuentra al final del pasillo donde queda el área de Seyan. Mientras Max entra por la pañalera despego de mi pecho y alzo a la pequeña niña para que pueda verme a los ojos:

-Tú me ayudaras a hacer mi tarea de la Uni – le sonrío mientras la miro a los ojos.

Las pequeñas manos de las niñas toman los costados de mi cara y presiona su boca en mi nariz. La humedad que trae su contacto me hace reír, bastante fuerte, mientras le devuelvo el beso en la mejilla.

Bajo el mismo Cielo⨇ (BEMC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora