Capítulo 4

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—Deberías calmarte —recomendó Haru con tranquilidad, escondido detrás de un cojín. Rin gruñó una maldición y, acto seguido, el azabache pudo escuchar algo haciéndose añicos. Cristal, al parecer—. No le va a hacer bien al... —ahogó una risita— Al bebé —Rin detuvo todo movimiento, provocando que Haru se atreviese a asomar la cabeza.

— ¡¿Qué has dicho, jodido hijo de puta?! —se acercó a zancadas hacia el contrario y, con un manotazo, mandó a volar el cojín. Pescó por la camisa al chico, quien de inmediato alzó las manos en son de paz. Pero la sonrisita de satisfacción en su rostro perturbaba a Rin.

—Sinceramente, Matsuoka. ¿Qué clase de leche te daba tu mami? ¿Una con exagerados cromosomas X? —vio a Rin alzar el puño y, aunque no borró la sonrisa, de inmediato cerró los ojos e intentó protegerse la cara.

—Eres idiota, esas cosas no pueden darse en la leche... ¿Tú crees? —Haru alzó una ceja y separó un par de dedos, descubriendo un ojo para poder ver a Rin— ¿Qué?

—Eres un ignorante, me queda claro.

— ¿Dices que puedo engendrar porque tomé leche? —Rin frunció el ceño, con la ira palpitando en todo su cuerpo.

—Por supuesto, en los cartones viene la advertencia. "Cuidado, señora. Si su hijo toma esta leche, probablemente se vuelva una hija". En letra chiquita, claro.

Rin apretó los labios en una fina línea y tomó a Haru por el cuello, apretándolo de tal manera que le sacó un gemido. Estaba que se lo creía todo. Si alguien iba y le decía que un piquete de hormiga le creó un útero, él intentaría creérselo. Así todo podría ser un poco más fácil de digerir.

—Dame una razón para no partirte en trocitos justo ahora —siseó. Haru tosió levemente, tomando la muñeca de Rin.

—Tengo competencia el viernes.

La incredulidad en el rostro de Rin pareció ser suficiente, pues este lo soltó haciéndole trastabillar. Se sobó el cuello con pereza y miró al pelirrojo con el ceño fruncido. Respiró profundamente y se enderezó antes de ir a por Rin, abrazándolo desde atrás.

—Solo tranquilízate, ¿vale? En realidad, ¿qué importa cómo pasó? El punto es que está ahí y ahora hay que enfrentar eso.

—No soy un imbécil, Haru. Ya sé que tenemos que enfrentarlo y suéltame de una puta vez —el aludido lo soltó y fue a recoger el cojín, acomodándolo en el sillón. Rin se pellizcó el puente de la nariz—. Pero no creo que sea tan sencillo. ¿Qué vamos a hacer? Es decir, qué haré yo. ¿Me paseo con una sandía por ahí?

—Me sorprende que no propongas abortarlo —mencionó Haru.

—Me sorprende que tú lo estés diciendo, ¿por qué lo haría?

—Estás, básicamente, fuera de línea, Rin. Tienes que... Ya sabes, dejar de nadar y cambiar tus ejercicios o lo que sea que las embarazadas hacen para no quedarse pegadas en la cama. ¿Dietas?

—No me considero tan egoísta —chistó—. Si llegara a abortar sería por la putada que es estar con un bebé del novio de mi hermana.

— ¿Dices que abortarías por celos? —Haru sonrió.

—Por principios. No debería poder hacerle esto a mi hermana. De hecho, no debí hacerlo contigo en ningún momento. Mierda, ¿por qué tenías que aprovecharte de mí?

—Estábamos ebrios, nadie se aprovechó de... Vale, me he perdido un poco. No estamos considerando en serio eso de abortar, ¿cierto? —Rin rotó los ojos y se sentó en el sofá, un poco más calmado.

Manía ||HaruRin||Mpreg||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora