Prólogo

2.2K 142 14
                                    

Mi nombre es Saiki Kusuo, y soy psíquico. Puedo leer mentes a un radio de 200 metros. Puedo levitar fácilmente. Puedo volverme invisible. Puedo predecir el futuro. Puedo usar rayos X para ver a través de los objetos. También puedo petrificar a la gente con la mirada. Una vida de ensueño, ¿no?... COMO NO. Imagina cuanta gente hay en un radio de 200 metros; ahora imagina a toda esa gente hablándote al mismo tiempo sin poderte cubrir los oídos. ¿Y mi anillo de germanio? Después de 16 años acostumbrado a no dejar de oír a la gente, y confiarme de ese poder para saber quién se está acercando a mi y con qué propósito, dejar de saber en qué están pensando ni que buscan de mi simplemente es un modo de aumentar mi estrés y mi paranoia. ¿Levitar? ¿Cada cuando ves a una persona volando? Es un pase directo al encierro en un laboratorio de pruebas. ¿Ser invisible? Debería ser genial, ¿no es así? El efecto es de menos de 10 minutos, tarda uno en recargar y se anula de inmediato si cualquier ser vivo me toca, por lo que es casi inútil. ¿Predecir el futuro es útil, no? Ese poder solo se activa de forma aleatoria y sin que yo pueda controlarlo, solo me muestra unos cuantos segundos del evento, y a cambio, me queda una horrible jaqueca que dura varios minutos. Y suponiendo que pudiera controlarlo, ¿se imaginan cuánto tiempo me dolería la cabeza? ¿Y la intensidad? Olvídenlo. ¿Y los rayos X? Tampoco los controlo, se reinician cada vez que parpadeo, y gracias a ello, los shows de magia y las sorpresas se arruinan. ¿Petrificar gente? Creo que es el más inútil. Su efecto es de un día y debo usar lentes todo el tiempo para mantenerlos bajo control. ¿Aún crees que tengo una vida de ensueño? Entonces o eres muy tonto o eres demasiado inocente. La lista no acaba ahí: Clarividencia, psicoquinesis, piroquinesis, teletransportación, control mental, transformación, psicometría, etc. Es una gran carga que llevar. A partir de los 12 años, tuve que crear unos limitadores y colocarlos en mi cabeza para poder controlar mejor mis poderes, los cuales han ido incrementando conforme pasa el tiempo. Tantos poderes concedidos a un chico que solamente quiere una vida tranquila y normal.
.
.
.
Mi nombre es Saiki Karen. Tengo 16 y me acabo de mudar a Japón. Mis padres viajan mucho, y constantemente cambio de escuela y algunas veces de país. No hay mucho que decir de mi. Tengo cabello negro, un poco largo, ojos avellanados y piel blanca. Mis padres son embajadores. También tengo tres perros. El mayor es Odín; es algo gruñon y mezquino, pero supongo que es la edad, y su pelaje es completamente blanco. El mediano, tanto de edad como de estatura es Hikaru; originalmente era color chocolate, pero en ocasiones cambia a color capucchino. Le tiene miedo a... Casi todo. Pero adora perseguir aves. La más joven pero más grande es Nozomi; mi madre la sobreprotege y mi padre la consiente mucho, probablemente porque es la única hembra de los tres, y siempre han tenido preferencia por las niñas; que bueno que soy mujer. En cuanto a mi relación con ella... Podría decir que es una relación algo tsundere. La quiero, pero no deja de sacarme de quicio. Acabamos de llegar a nuestra nueva casa, en Hidariwakibara, y ciertamente es muy bonita y amplia. Al parecer es una zona residencial muy tranquila, pero hay algo que me angustia. La casa de al lado también dice "Saiki" en la entrada, lo que sería un problema en el futuro, pero ya habrá tiempo de solucionarlo. Por cierto, se han de estar preguntando "Se supone que eres extranjera, ¿Entonces por que el apellido japonés?" Eso es fácil. Mi abuelo es mitad japonés. Cuando mamá se casó, insistió que mi apellido fuese Saiki, que por mantener el linaje, la descendencia, que es un orgullo familiar, bla bla bla. Y como mi padre no quería que mamá y el abuelo pelearan, aceptó con mucho gusto. Y aquí estoy. Soy una chica normal, con familia normal, mascotas normales, casa normal y vida normal, aunque a veces me gustaría tener una vida más anormal.

Las desastrosas vidas de Saiki K. y Saiki K.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora