Ψkick-love

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Después de enterarse de los sentimientos de Karen hacia Reita, los psikickers comenzaron a tramar su nuevo plan. A la salida de clases, el espiritista fue a su casillero y encontró sobre sus zapatos una nota diciendo "Necesito decirte algo, por favor, ven a la parte trasera de la escuela saliendo de clases. S. Karen"

Mientras tanto, Kusuo que ya había leído la carta usando rayos X, se encontraba oculto entre los arbustos con la gyaru y Touma, vigilando a la castaña, que parecía muy nerviosa y no dejaba de dar vueltas por el lugar, usando constantemente su celular para revisar su cabello, y que el poco maquillaje que se había puesto luciera bien, y de hecho, se veía realmente linda a ojos de cierto psíquico que ya la había visto en casi todas sus facetas. Pasaron varios minutos antes de que el ruido de algunas hojas secas siendo pisadas alertaran a la chica de la presencia del pelimorado, que hacía la entrada espectacular que cualquier galán de manga romántico hubiese hecho... exceptuando que no se trataba de un manga cursi... y él no era precisamente un galán. 

-Ah, aquí estás Karen. Me sorprendió de gran forma que tú, de todas las chicas, la más bella, la más brillante y preciosa de todas, me citases en este recóndito lugar, que asemeja al mismísimo Edén debido a tu presencia.

Deja de decir palabras tan rebuscadas. Te dijeron que actuaras normal.

-Demonios, ese idiota ya lo está echando a perder y apenas llegó. - se quejó la rubia asomando apenas la cabeza de entre los setos. 

-¿Qué esperabas? Es demasiado lento de pensamiento. - susurró el chico inteligente mientras terminaba de leer su libro entre lo arbustos sin interesarse mucho en lo que estuviese pasando.

-H-hola Toritsuka... Estoy feliz de que hayas aceptado mi invitación. - Karen volteó a verlo bastante sonrojada y con una tímida sonrisa en los labios. Casi podían jurar que parecía más tierna que la misma Teruhashi. 

-¿C-cómo no aceptarla? E-es un hon-ofu~

Habla bien.

-Bueno... te cité aquí porque debo decirte algo... - la castaña jugueteaba con un mechón de su cabello, mirando al piso de forma nerviosa, y moviendo su pie de igual manera - Yo... Tengo un secreto, y creo que debo decírtelo...

-Entiendo, entiendo. Puedes contarme lo que desees, preciosa. 

El médium, ya recuperado del impacto que le causó verla tan femenina y frágil, se acercó a ella coquetamente, arrinconándola contra una de las ventanas del edificio y bastante confiado, se acercó a sus labios levemente. Mientras tanto, ella se encontraba más roja que antes, y seguía sin poder mirarlo fijamente. 

-De acuerdo... yo... necesito decirte que... - en ese momento, ella también se acercó a él, acariciando su pecho con delicadeza y ternura, hasta sujetar parte de su camisa con las manos un tanto temblorosas por los nervios. 

-¿Qué debes decirme? -  ella cerró los ojos, y el pelimorado hizo lo mismo con algo de emoción. Por fin iba a besar a una chica. Mientras tanto, de entre los arbustos se asomaban ambos chicos rubios, atónitos de lo que estaba sucediendo frente a sus ojos, mientras el pelirrosa no sabía que pensar. ¿De verdad a su vecina le gustaba el idiota ese? Pensaba que ella se interesaría en alguien más inteligente, o atractivo, o... mejor que el pervertido de Reita, y el ver esa escena le causaba un cierto malestar. Ni siquiera podía creer lo que estaba pasando. Finalmente, la joven se detuvo antes de que ambos labios se uniesen, y susurró.

-Que eres un estúpido...

Y en menos de un instante, Karen había sujetado a Toritsuka con firmeza y de un movimiento, lo mandó a volar dentro del edificio, por la ventana abierta que estaba detrás de ella. Todos se petrificaron en sus lugares hasta que ella comenzó a hablar nuevamente. 

-¿De verdad creyeron que iba a caer en ese juego? - dijo refiriéndose a los tres que estaban escondidos.

-Pero tú me dijiste que te gustaba él. Era un buen plan. - Aiura salió del arbusto con varias ramas en su cabello, seguida de los otros dos.

-Bueno, debo admitir que su actuación fue convincente. A pesar de que sospechaba de la trampa en todo esto, porque nadie en sano juicio se enamoraría de ese chimpancé, terminé cayendo en la treta. Debí calcular a probabilidad de que ella hubiese descubierto la trampa que le habíamos puesto, y que ella hiciese otra para atraparnos de sorpresa, lo que demuestra que su capacidad de análisis y deducción también se encuentran en un nivel mucho más alto que el de...

-Calla - dijo Kusuo mientras introducía una manzana en la boca del parlanchín antes de que continuase con el discurso de 40 minutos.

-Lo supe desde el primer momento. Ya estaba enterada de que ustedes sabían del secreto de Kusuo, y cuando Akechi trató de convencerme de hablar a cerca de poderes psíquicos, supe de que iba todo esto, pero no creí que fuesen a continuar, y cuando lo intentó Mikoto, entendí que si no hacía algo, iban a seguir hasta que dijese algo, y de acabarlo de una vez a que pasase eso, mejor nos ahorré tiempo.

-Y a mí el quiropráctico... - se quejó Reita desde la ventana, haciendo un esfuerzo por levantarse.

-Pero de quien más me extraña es de ti, Kusuo... pensé que confiabas en mí...

Y con la decepción marcada en su rostro, la pelinegra tomó su mochila sin voltear a ver al psíquico, y caminó hacia la salida del colegio. El pelirrosa solo se quedó callado, viendo como ella se alejaba lentamente. Él no desconfiaba de ella... pero era verdad que tampoco había detenido todo aquello de una vez, así que también fue su culpa.

-Yare yare...

-Lo arruinamos... ¿Verdad? - la gyaru terminó de arreglar su cabello y se paró junto a Saiki, observando la sombra de su amiga alejarse- pobre Karen-nii...

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A la mañana siguiente, la pelinegra salió de casa varios minutos antes para no tener que toparse con su vecino, ya que seguía herida por su desconfianza. Llegó hasta el colegio donde abrió el casillero de sus zapatillas, y encontró una nota, en la que había dibujada una flecha que apuntaba al pasillo central. Al girar la mirada allá, divisó un tanto escondida en una planta de ornamento, otro papel, con una flecha indicando hacia la derecha, y así fue encontrando nota tras nota tras nota, hasta llegar a un salón desocupado. Abrió la puerta con cautela y al encender la luz, se dispararon un par de tubos de confeti y aparecieron los cuatro chicos con unos gorritos de fiesta, un pastel, y una pancarta sobre ellos que decía "Bienvenida al club, nueva Psikicker".

-Felicidades, Karen-nii. Eres la nueva miembro honoraria del club.

-Bienvenida a nuestro selecto grupo.

-Esto no tiene nada de selecto.

-Felicitaciones, Karen. Ahora habrá otra persona inteligente en el grupo además de mí y de Kusuo.

-¿Qué quieres decir con eso, peinado de coco? - bufó el médium.

La chica de ojos cafés miraba con sorpresa todo ese espectáculo, sin saber si debía entrar o no, hasta que su amiga rubia se abalanzó a abrazarla fuertemente.

-Lamentamos haberte hecho sentir mal ayer, así que nos organizamos para crear esta fiesta de bienvenida para ti. 

-A mí me arrastraron. Quiero irme.

Karen solo pudo mirarlos uno por uno, deteniéndose finalmente en el psíquico más poderoso y soltó una leve risa, por su comentario. Sabía que el chico siempre trataba de no involucrarse con la gente, pero ahí estaba, realizando lo que él consideraba una tontería y una pérdida de tiempo solamente para disculparse con ella. El chico también la miró, y dejó salir una diminuta sonrisa junto con un pequeño suspiro. Ni modo, debía quedarse a comer aunque sea una rebanada de pastel. Después de todo, él también era un Psikicker.

Las desastrosas vidas de Saiki K. y Saiki K.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora