Capítulo. 8

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Bella con una sonrisa en su rostro observaba a su padre el cuál debía medir casi los dos metros de altura, no era de los policías del pueblo pero, intimidaba más que todos ellos juntos aunque no estaba tan en buena forma como lo estaría un policía. 

Su barba no era tan longitudinal pero sí estaba bien poblada y canosa, cuando besaba a Bella notaba más pelo que la piel de sus labios lo cual le hacía muchas cosquillas, los ojos eran de un azul marino casi, era de los que más oscuros los tenía, finalmente su cabello combinaba con las canas de la barba.

El padre de Bella, Gregor Villalba, sujetó fuerte la caja que sostenía con sus rudas manos mientras no perdía detalle de su hija, esto no estaba dentro de sus planes.

—Hola cariño, no sabía que estabas aquí. —Contestaba mientras disimulaba los nervios que comenzó a tener desde que la vió abrir la puerta.

—Ya, solo estaba de visita. —Contestó apurada por las ideas que tendría su padre en la cabeza  por haberla encontrado encerrada con Enzo.

En ese momento la caja se removió lo que provocó que casi se le cayera de las manos, Isabella con curiosidad la observó, normalmente su padre llevaba cestas con peces no cajas con a saber qué dentro.

—¿Qué llevas ahí? —Inclinó la cabeza en la dirección del cartón.

—¿Eh?  Pues, osea... —Estaba nervioso y se le notaba demasiado. —Esto es que nos hemos encontrado un pájaro herido por el bosque y me lo llevaba a casa para curarlo. —Improvisó según le surgía la idea.

Bella levantó una ceja con la mosca detrás de la oreja, eso no eran actos comunes de su padre, aunque claro estaba que se alegraba de que realizara ese trabajo por ayudar al herido ave.

—¡Ay pobre! ¿Puedo verlo? —Preguntó mientras se acercaba dando por hecho que la dejaría.  

—¡No! —Respondió retirando la caja de su vista. —Osea...—No sabía que decir.

—Bella, seguro está en muy mal estado no creo que te guste ver como agoniza. —Prosiguió Enzo en la salvación de Gregor. 

Enzo avanzó y rodeo con el brazo la cintura de su querida, a la vez que susurraba "vete" a su futuro suegro y le guiñaba un ojo para que pudiera proseguir con el plan. Bella  por otra parte no quería darle más vueltas, fuera lo que fuera no se lo iban a enseñar.

 —Esta bien. —Dijo rodeando los ojos.

—Bueno cariño, me voy para casa, nos vemos en la cena. —Se acercó y besó su frente.

—¡Espera! Que vuelvo contigo. —Propuso Bella intentando huir de Enzo.

—No hija, tranquila, quédate con Enzo. Perdona por haberos interrumpido. —Comenzó a andar mientras sonreía a ambos.

—Pero... — Quiso rebatir Bella.

—No pasa nada, hasta luego Gregor. —Se despidió cortando a Bella mientras volvía a cerrar la puerta.

Cogió de los hombros a Bella y la condujo suavemente contra la pared con la intención de continuar lo que habían dejado a la mitad, las ganas de volver a besarla no iban a disminuir nunca y menos cuando acababa de saborearlos.

Isabella entornó los ojos desafiantes lo que para Enzo era una provocación de que también lo estaba deseando ella por lo que no quería esperar más y se lanzó en la busca de su perdición,  Bella sin embargo lo esquivó rápidamente debido al entrenamiento constante que había entre ellos, apartó la mano de su hombro y andó hacia el centro de la habitación.

Sangre FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora