Capítulo 2

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El camino se hacía cada vez más corto, pronto llegaría a su pueblo según indicaba un cartel prácticamente helado, Serindia, estaba escondido entre las ramas de los árboles seguramente para que ningún humano se percatara pero sí para que los lifas conocieran el camino de vuelta, claro que ella, salía tantas veces que ya se sabía el camino de tal modo que podía decir cuantos pasos da hasta llegar a su destino, cualquier hora y momento era perfecto para desaparecer de su pueblo.

—Isabella. —Contestó para ella misma recordando la pregunta de aquel hombre mientras se observaba la mano.

Ya estaba empezando a salirle una ampolla en la palma, según había escuchado dependiendo del roce y del tiempo sobre el humano varíaba la marca, podía durar de entre unas semanas a quedarse de por vida, estaba un poco preocupada, sabía que si alguien se percataba de aquella cicatriz le causaría problemas con su familia, en concreto con Enzo.

Y vaya con Enzo, era de las personas más sobreprotectoras que se podía conocer, nadar en el lago era lo único que le dejaba a hacer a Bella, siempre y cuando le avisara, era como su segundo padre pero peor, porque era con quien debía besarse, otra cosa es que lo hiciera a menudo, no estaba enamorada de él pero, era lo que le había tocado por familia.

Ahora eso sí, era bastante atractivo más de una quería estar en la situación de Bella e incluso era ella misma la que deseaba que fuera otra persona la que estuviera en su lugar. Era alto, muy pero que muy, musculoso, de fuerza podía fardar, de pensamientos no tanto. Solía llevar su pelo rubio bien peinado, al igual que bien estirada su ropaje. Sus facciones estaban muy bien proporcionadas a su cuerpo y sus ojos eran azules como el mar, solo que debido al temporal solían verse tirando a un tono grisaceo.

Mientras se sumía en sus pensamientos llegó a Serindia, rápidamente cerró el puño y lo guardó en el bolsillo para evitar problemas. Sonrió a unos cuantos conocidos mientras paseaba en dirección a su casa.

Serindia no era gran cosa, Estaba rodeado de pequeñas cabañas las cuales estaban custodiadas por un lobo, nuestra mascota más común y de viviendas como de puestos en los que comprar, alimentos y algunas joyas de visutería. Abundaba el frío, hielo y nieve en este pueblo, los bancos eran de piedra pero solían estar cubiertos por una fina capa de hielo debido a cada persona que se sentaba, ni siquiera había parques para los niños, solo un descampado donde iban todos a inventarse juegos, creo que era de la poca alegría que a Bella se le contagiaba.

—¿A donde vas tan rápido? — Preguntó una voz masculina.

—¡Ah! —Solo fue capaz de responder eso a la vez que se daba la vuelta.

—¡Que susto me has dado Chris! —Se llevó la mano al pecho para coger un poco de aire y volvió a guardarla.

—A mi casa, quiero cambiarme de ropa. —Improvisó. Claramente no iba a decirle a Chris que va directa casa a ponerse unos guantes para tapar la herida que le ha dejado un humano.

Chris era un buen amigo de Bella, solía acompañarla de vez en cuando a comprar o a dar un paseo y siempre estaba para escucharla, claro que solía ser más al revés, Bella era tan reservada que a veces ni comentaba lo que había comido pero, él al ser tan extrovertido se complementaban muy bien.

Era de la misma estatura que ella, ojos verdes, rubio oscuro, los dientes brillaban igual que su piel, sinceramente, nadie del pueblo llegaba a ser de tono moreno por lo que el físico variaba más en los ojos y en el pelo pero, tampoco mucho.

—¿Vienes de nadar? — Preguntó Chris con una leve sonrisa. Era tan risueño siempre.

—Si—Contestó secamente. Estaba un poco nerviosa, no le estaba gustando el interrogatorio de su amigo.

—¿Quieres que te acompañe? —Ofrece Chris amablemente.

—No hace falta, gracias. —Se perdían los ojos grises de Bella en la nieve del suelo.

—¡Vaya, qué sorpresa! Tan habladora como siempre. —Se echó a reír.

—Esta bien, ya nos veremos. —La abrazó mientras ella seguía con las manos en los bolsillos.

Ni Bella ni Chris miraron atrás, cada uno siguió por su camino. Si que es verdad que Chris la notó más rara que de costumbre pero prefirió no preguntar, tenía mucho carácter si le buscaban las cosquillas claro, que entre ambos pocas discusiones había. Bella sin embargo más que rara estaba muy sorprendida, lo que acababa de sucederle había sido lo más increíble en diecinueve años, a pesar de la molestia que le causaba la pequeña marca.

La joven lifa seguía caminando mirando de un lado a otro como un ladrón que acabase de llevarse el tesoro más preciado, desviaba las miradas de las personas, no quería entablar conversación con nadie solo le bastaba tener controlado su perímetro, sin embargo, claro estaba que sus espaldas no las tenía muy bien vigiladas.

—¡Isabella! —Gritaron detrás suya. Reconoció enseguida la voz y el modo en el que dijo su nombre completo, le daba una pista para averiguar de cómo enojado estaba. —Enzo...—Dio media vuelta poniendo los ojos en blanco, su nombre salió con una voz de total cansancio "¿Es qué nadie me puede dejar en paz?" Pensó ella.

—¿Qué quieres? —Preguntó Bella con la menos intención de querer saberlo.

—¿Que qué quiero? —Hizo una pausa repitiendo su pregunta y sonrió falsamente.

—Pues querría que mi novia, me avisara cada vez que vuelve para no tenerme preocupado.—Terminaba la frase en modo reproche ya que no era la primera vez que la decía.

A Bella se le ocurrían demasiadas contestaciones como "¿Novia? Serás el único que considera esto una relación" o "Me parece patético que tengas que estar tan pendiente de mi" incluso "Yo también quiero muchas cosas en esta vida pero ninguna se me concede" Sin embargo sabía que no podía contestarle de esos modales o tendría consecuencias y no le apetecía en estos momentos entrar en una discusión como la mayoría de los días.

—Ah.—Se limitó a decir desinteresada hasta que vio como la vena del cuello de Enzo empezaba a marcarse de más y rectifico enseguida.

—Si ya lo sé hombre, si te estaba buscando, solo que no te había encontrado. —Mostró todos sus dientes de una manera muy falsa. Sin embargo se hizo el silencio, Enzo no paraba de observarla.

—Bueno, si eso es todo, me voy—Dio dos golpecitos en el hombro de Enzo con la mano buena de forma amigable.

En el momento que ella decidió volver a emprender su camino, no le dio ni tiempo a dar un paso para que Enzo la cogiera del brazo que en segundos estaba apartando de su hombro y la atrajera hacia él de manera brusca, colocandola a escasos centimetros de su rostro.

—¿Te crees que soy estúpido y que no sé cuando mientes? —Ronzaba el aliento de él mientras ella cerraba los ojos con desprecio.

—Te conozco muy bien Bella. —Aflojó su fuerza hasta soltarla. Ella solo levantó los párpados y le dirigió una mirada muy fría.

—Y desgraciadamente yo también. —Dio media vuelta y echó a andar rápido dando por finalizada la conversación.

Enzo reemplanteó bastante actos que hacer frente a su comportamiento pero aun así la dejó marchar, la observaba mientras se iba. Sabía que lo que más le gustaba de ella a parte de lo hermosa que la había creado su familia, era el carácter y lo incorregible que podía llegar a ser. Su contestación le puso el vello de punta, le encantaba que se mostrara transparente sin ningún tapujo, diciendo lo que pensaba y más aún le encanta observar sus labios cuando lo dijo, entonces de lo único que se arrepentía en estos después de ese acto bruto suyo, era de no haberle robado un beso antes de dejarla ir. Como él decía "Esta mujer me tiene loco".

Sangre FríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora