Capitulo IV

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Estaba hurgando en mi cuarto, inquieto, tratando de calmar mi mente. Aún así no podía sacarme de la cabeza lo que le había dicho a Alex. El solo recordar su expresión me hace sentir la peor persona del mundo. Es decir, ¿qué clase de novio le hace esa pregunta a su pareja? ¿Qué estará pensando Alex en estos momentos? Ni siquiera me atrevo a llamarlo; realmente quiero hacerlo, quiero escuchar su voz, medir la tensión en sus palabras o el perdón o lo qué sea que pueda transimitirme. Pero tan solo quiero escucharlo.

Me lanzo a mi cama con frustración. Debería ser más consecuente, pensar un poco menos en mí y más en él. *Desconfíe de él por unas estúpidas cartas. Sí, por unas cartas. Ni siquiera sabía quién las dejaba en mi casillero, no había nada que me indicara que yo debía creer una palabra de lo que salía ahí, pero yo estaba comenzando a tomarlas en serio. Y demasiado. Lo sabía porque le había preguntado hoy a Alex esa estupidez, pero también porque empezaba a cuidarme más en lo que hacía, en sus conversaciones. Ahogué un grito en la almohada. Era horrible. Horrible.*

You are mine and I am yoursDonde viven las historias. Descúbrelo ahora