Voces resonantes.

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Después del entrenamiento, regrese a mi habitación.
Tome una ducha, me cambié y tome dirección al comedor.

En el transcurso pude observar varias camillas con heridos y a enfermeros tratando con ellos.
Eramos pocos los sobrevivientes que logramos salir de esa pesadilla.

Pero estando yo en una camilla, carente de una extremidad, en vez de quejarme y maldecir, estaría muy agradecido por seguir con vida. Otros no consiguieron este "regalo" que nosotros tenemos: El poder respirar, ver a nuestros compañeros, tener un corazón que aún funcione y muchas otras cosas más.

Debo aclarar que soy de una muy pequeña parte de soldados que logramos regresar sin un rasguño; libres de heridas y devastaciones en el cuerpo.
Fui el único que salió de ahí sin daños cerebrales. Algo bastante sorprendente pero que para otros resulto ser desagradable.

Poco a poco las voces comenzaron a tomar fuerzas; hablando y diciendo que yo era inquebrantable porque el gobierno cuidaría muy bien de mi. Porque el gobierno no permitiría que algo malo le pasase a su mas grande logro.

Que no escape herido gracias a mis poderes.
Que puedo salvarme a mi mismo pero no socorrer a otros.

Podía mirar su disgusto todo el tiempo: en el comedor, en los entrenamientos, en los dormitorios. Siempre habían ojos siguiendo mi paso y voces burlando y atacando mi nombre.

Al principio no les tome importancia pero cuando estas dejaron de susurrar y se convirtieron en gritos e insultos, algo en mi se desvanecía.
La culpa comenzaba a invadir mi ser y el miedo me inundaba cada noche.

No tenía amigos con quien charlar y mi voz era inexistente frente a mis compañeros de combate.
Tenía al profesor Katsuki y al Doctor Dominick pero aquellas voces decían que era un bebe llorón que se quejaba con mama para que me apapachara y consintiera mis berrinches.

Por eso jamás les hable de esto.

En ningún momento me sentí superior a ellos.
Les admiraba por ser gente normal, con haber llevado una vida como cualquier otro ser humano que claro fue muy diferente para mi.

Llegue a sentirme un animal enjaulado y eso era. Tan solo una rata de experimentos.
¿Que más podía hacer? No podía escapar, ¿A donde iría?

No puedo esconderme porque estoy siendo perseguido.
No puedo huir porque debo proteger a este país. Mi país.
Pese a todas las circunstancias, en este lugar crecí y no permitiré que vengan extranjeros a querer destruir parte de mi.

Por eso permanecí.
Sin importar cuentas veces sufrí, sin importar cuantas veces llore, cuantas veces grité y me frustre.
Cada una de esas veces me sirvieron de algo. Hoy puedo comprenderlo.

"El exterior será difícil ", dijo papá.

En verdad lo es.

Las palabras perforan al corazón.
Todos los médicos y profesores que trabajaron conmigo me enseñaron a dominarme a mi mismo.
En el entrenamiento aprendí a defender mi cuerpo y dañar a quien quisiera ponerle fin a mi vida.

Pero nadie me enseñó a tratar cuando el corazón se me hiciera añicos.

Aún y cuando sabía que debía defenderme ante las agresiones de mis compañeros, nunca les hice daño.
Pesaban que era superior a ellos cuando en realidad eramos humanamente iguales.
Les dejé hacerle a mi cuerpo lo que quisiesen, sin importar el dolor que esto pudiese traerme. Pensé que así comprenderían lo mucho que me parezco a ellos.

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Recuerdo que en una de esas ocasiones en donde Mark abofeteaba mi rostro y le daba patadas a mis costillas; escuche una dulce y fuerte voz que me llamaba.

Conocía sus manos y pensaba que eran incapaces de herir a alguien, pero aquellas manos azotaron con fuerza la puerta de los dormitorios y empujaron lejos a mi agresor.
En poco tiempo de ser violentas, pasaron a deslizarse suavemente sobre mi cuerpo.

Esas hermosas manos se tiñeron de rojo.

-¿Desde cuando llevan con este juego?

Todos alrededor enmudecieron y Mark se puso de pie.

-¿Que hay de malo con enseñarle quien manda a la niñita? Si es tan fuerte, ¿por qué no se defiende eh? ¡Vamos Defiendete Victoria!

Mark gritaba viéndome directo a los ojos con mucha furia y resentimiento.
Esa no era la primera vez que el me miraba de ese modo.

-He preguntado que desde cuando llevan agrediendo a Víctor.
Habló firme el Profesor Katsuki.

-¡Uy Uy Uy! Mamá esta defendiendo a su pequeño polluelo ¡Cosita! Voy a enseñarle quien manda...
Y antes de que este pusiera una mano en el Profesor, este le había dado un fuerte rodillazo que provocó que Mark cayera al suelo.

El profesor me levantó y me llevó de inmediato a la enfermería.
Trato cuidadosamente mis heridas y me dio medicamento para desinflamar y calmar el dolor muscular.

-¿Por qué no habías dicho palabra alguna sobre esto Víctor?

Con la mirada cabizbaja le respondí: -No pensé que fuera necesario. Además ellos pensaban que era superior cuando no es así. Creí que si ellos le hacían lo que quisieran a mi cuerpo, entenderían que también soy humano. Que puedo sentir dolor y alegría; que puedo llorar y sonreír.- 

-¿Sabes? Esta es la primera vez que me hablas con toda sinceridad y sin miedos.- me miró directo a los ojos con una sonrisa que hizo que el corazón se me acelerara.
Su voz era dulce y tranquilizadora. Era inevitable ponerme nervioso ante su presencia.

-Necesitas tomar una ducha. ¿Te quedarías en mi habitación esta noche?

Bingo. Dio justo en el blanco.
Me ruboricé por completo ante su pregunta.

-¿Quieres? Pienso que será mejor que tengas un buen descanso lejos de tus compañeros de dormitorio, ¿no crees?

Mi mente daba vueltas. Estaba avergonzado. Me era imposible permanecer quieto si era el Profesor Katsuki quien se me ponía al frente.

-S-Si.. Me parece bien Profesor.
Apreté mis manos con fuerza.

-Vamos entonces.

Tomamos el camino hasta donde su dormitorio. Era algo pequeño pero contaba con todas las comodidades necesarias para sustentarse.
La cama era pequeña y era obvio puesto que era el único que dormía en ella.

El profesor tomo una ducha y enseguida la tomé yo.
Cuándo termine de lavarme, nuevamente el Profesor trató mis heridas y les coloco vendajes y gasas nuevas.

-Todo va a estar mejor en un par de semanas. Necesitas descansar para que la recuperación sea mas pronto.... ¿Víctor?

-¿Si?

-¿Entrenaste con el dolor carcomiendo tu cuerpo?

Asenti.

El solo puso sus manos sobre mi pecho y mirándole dijo:

-Eres muy fuerte Víctor. No dudes de ello. La fuerza no se mide con golpes sino con la grandeza de un corazón capaz de superar adversidades sin herir a otros.

Al ver sus ojos estos tenían un gran brillo que cautivó mi alma.

Pasó un rato y ambos nos acomodamos sobre aquella estrecha cama.
El Profesor tuvo cuidado de no lastimarme y al encontrar una buena posición, se quedó dormido.

Yo le contemple mientras dormía pues los latidos de mi corazón, azotaban tan fuerte mi pecho que no me permitían cerrar mis ojos.

Esa noche supe que algo dentro de mi había nacido.

Nostalgia del 45Donde viven las historias. Descúbrelo ahora