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  Al tumbarme en la cómoda cama, Minhyuk con un semblante misterioso apareció minutos después para comenzar su interrogatorio, ese que tanto odiaba porque me hacía sentir como pequeño descarriado que no había hecho algo bien. Alguien a punto de ser regañado, así como mis padres solían hacerlo cuando tenía seis años.

—¿Y bien? —inquirió. Sus brazos en posición de jarra, ojos observadores y unos labios fruncidos me hicieron sentir totalmente incómodo. Suspiré con cansancio y me saqué la sudadera, lanzándola a la silla que estaba al lado de mi cama. No respondí a su pregunta, cosa que lo hizo molestar. —¿No me vas a responder? ¡Te salvé el trasero! Tuve que inventar una excusa a Jooheon para que no te metieras en problemas.

  Bufé para después reír con un poco de cinismo, algo que él odiaba totalmente. Pude apreciar sus orejas tornarse rojas, conteniéndose de gritarme. Esta vez me saqué la camisa para cambiarla por una de resaque y volví a tumbarme en la cama.

—Sabes que no tenías porqué hacerlo, ¿no? Yo no te pedí que me ayudaras, en ese caso te hubiera mandado un mensaje —respondí, tomándolo desprevenido.

  Se quedó callado por unos minutos, sopesando mis palabras. Mientras tanto, yo veía en mi celular unas fotos que le había sacado a la chica de guitarra durante su participación. Por alguna razón inexplicable, una sonrisa apareció en mi rostro, asustándome.

—¿Es ella la razón por la cuál llegaste tarde? —cuestionó Minhyuk en un tono completamente distinto al que había empleado momentos atrás.

  Su pregunta me hizo cohibirme, sin saberlo mis mejillas estaban rojas y no podía ocultar nada. Bloqueé el celular y empujé al pelinegro lejos de mí, sin embargo, él se opuso a mi fuerza. Sus brazos se pasearon por mi cuello, aplastándome al grado de no poder respirar bien.

—¡Al fin! Por un momento llegué a pensar que bateabas para el otro equipo —concluyó él, provocándome un tic en mi ojo derecho por su comentario. Mis padres una ocasión lo llegaron a pensar y que mi mejor amigo lo haya hecho, me hacía sentir triste.

  Lo tiré de la cama sin cuidado alguno. Se golpeó en la cabeza, pero eso no fue suficiente para detenerlo de sus tontas burlas. Olvidaba cómo se sentía esto y aunque odiara el tono burlesco de Minhyuk, él intentando emparejarme con ella removió algo dentro de mí y no sabía cómo reaccionar a eso.

  Después de muchos canturreos, mandé a Minhyuk a su cama para que me dejara en paz. El reloj indicaba que eran pasadas de las doce de la mañana y a pesar de ser alguien que duerme antes de las diez, en esa ocasión yo no tenía ni una pisca de sueño. Me invadió el temor del insomnio, pero lo descarté de inmediato, sería imposible que eso me pasara, a menos que fuera frecuente.

  Tomé un vaso de leche tibia, me dispuse a leer y a escuchar música, sin embargo, mis pensamientos caían en una persona. Alguien de cabello oscuro y espeso, alguien con una guitarra, alguien que se veía perfecta bajo la luz de la luna. Por un momento envidié a la luna por lograr iluminar su rostro, pues yo quería iluminarlo de la misma forma. Me pellizque el brazo al pensar en miles de escenarios con ella, yo no era así. Yo ideaba escenarios para alguien más, nunca para mí. Y mucho menos con alguien que acababa de conocer, y solamente de vista.

Basta Kihyun, basta por favor.

  Los pellizcos ni regaños mentales funcionaron, así que opté por dejarme llevar. Al fin y al cabo, ella jamás se enteraría de mis pensamientos, todo quedaría dentro de mí.

  Esa noche fui feliz de imaginar su rostro con un semblante alegre, esa luz de luna le sentaba perfecto. Sus grandes ojos me escudriñaban, parecían intimidantes, pero se suavizaron de inmediato, sacándome una sonrisa. La guitarra en posición, una melodía suave y tranquilizadora, casi como una canción de cuna hizo que mis ojos comenzaran a pesar, hasta cerrarse por completo.

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chérie ; yoo kihyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora