↬ cincuenta y cinco

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No es tan incómodo como esperaba, tal vez la comodidad que me hacía sentir hace unas semanas todavía sigue a flor de piel.

Sólo podía escuchar el sonido de su respiración y ver la manera en la que relamía sus labios repetidas veces. Una malditamente deliciosa maña de él.

Luego de unos segundos, él decidió hablar, captando mi atención y provocando que lo mirara con más atención.

-¿Sabías que vendría? -cuestionó, sin más.

-No creas que vine por ti, novato -rodé los ojos mirando hacia otro lado de la habitación. Yo estaba sentada en la cama y Shawn estaba de pie, con su espalda recargada en la pared frente a mí.

-¿Novato? -rió suavemente -, ambos sabemos que soy un máster, nena.

-No me llames nena -actué a la defensiva, dándole una mirada de pocos amigos.

Él me mira debajo de sus claras pestañas. -No niegas que lo soy.

-¿Y qué ganarías si lo acepto? -pregunté sin dejar de mirarlo, manteniendo mi compostura, tal y como lo planeé.

Se encogió de hombros. -Sabré que hice muy bien mi trabajo.

-No es un buen trabajo si lo culminas de forma incorrecta -dije entre-dientes, pero él logró escucharme.

-Estoy consciente -lo vi morderse el labio inferior -, pero una parte de él logré hacer bien.

Mis manos comenzaron a temblar al igual que mi labio inferior, recordando todas y cada una de nuestras escenas extremas, divertidas e incluso románticas, sentí un calor subirse a mi pecho y mejillas. Me sentí débil, como si los recuerdos me poseyeran.

No quería esto, maldición, no quiero caer rápido. No quiero que juegue a la pelota conmigo.

-¿Y tú tenías planeado esto? -quise saber.

-No daré la misma respuesta que tú porque no imitaré tu impulso de mentir -se acercó, sentándose a mi lado. Cuando escuché la cama crujir, sentí un cosquilleo en el estómago, obligándome a cerrar los ojos con suavidad.

-No te mentí -lo miré, con una mirada pesada -, No sabía que vendrías.

Se acercó un poco más. -No me referia a eso, tonta.

-Tampoco me contenta tener que estar junto a ti ahora mismo -digo, sin pensarlo -, lo que más quiero es tenerte lo más lejos que sea posible de mí.

-Ambos sabemos que eso no es cierto, Akilah -sonrió, acomodando su cabello y luego pasando ambas manos por sus vaqueros.

-No sabes lo que pienso.

-Pero sí sé de lo que serías capaz -acercó su rostro a mí, pero me levanté rápidamente, acercándome a la pared.

-No puedes pretender que nada pasó y venir como si nada a evadir mi espacio, no deberías siquiera hablar conmigo y yo no debería responderte -me alteré, mi corazón latía muy fuerte y muy rápido -. Estoy cansada de que siempre quieras pretender que nada pasa, y ni siquiera seas capaz de permitirme olvidarte y deshacerme de tu maldito humor de mierda, y de los problemas que me causas.

Él me miraba, sus ojos no dejaban de penetrar los míos, como si buscara algo en ellos... y fue en ese preciso momento que se levantó de la cama y caminó hacia a mí.

-Apártate, por favor -pedí.

Él miró hacia abajo, acariciando mi brazo con la yema de sus dedos, logrando que mi piel se erizara y cerrara fuertemente los ojos para no llorar. -Es quizás... porque no quiero que me olvides, Akilah -dijo tomando mi mano y entrelazándola con la suya.

Una corriente eléctrica recorrió mi mano, mi brazo y hasta llegar a mi hombro. Mi labio temblaba frenéticamente y mis ojos solo podían centrarse en el suelo, no quería tener que mirarlo, no debería siquiera estar con él ni hablar con él, porque estoy segura de que es precisamente eso lo que hará que vuelva a caer en mi desorden mental y emocional, que vuelva a caer en la culpabilidad y la rabia.

Pero lo quería con cada puta parte de mi cuerpo, lo necesitaba como necesito el agua y el aire para respirar.

Quería sentir sus labios presionarse con los míos, quería sentir sus manos tocándome y su respiración mezclándose con la mía, y nuestras narices rozándose al borde de la cercanía y el deseo de jamás separarnos.

Él era mi forma de autodestrucción, pero yo quería sumergirme en su maldito mundo problemático, porque por primera vez en mi vida, un extenso problema era el motivo de mi felicidad, y era todo lo que necesitaba en estos momentos.

-Y yo tampoco quiero olvidarte -sigue diciendo, mientras siento su otra mano subir por mi cintura hasta llegar a mi cuello trazando un ligero camino. Sólo podía sentir el fino y delicioso toque causante de mi desesperación -. Te necesito, Akilah -se acerca a mi oído -, te necesito tanto.

Mis ojos estaban nublados gracias a las lágrimas.

-No debería...

-Shh -coloca su dedo sobre mis labios, mientras sus ojos se centran en ellos -, sólo... déjate llevar.

Juntó su frente con la mía y luego nuestras narices, acercó su mano a mi mejilla y dio suaves caricias con su pulgar. Apretó un poco más su otra mano con la mía y se acercó un poco más rozando sus labios con los míos, robándome un leve suspiro. Me estaba yendo al infierno ahora mismo.

Nunca pensé que el infierno se sentiría tan peligrosamente delicioso.

-Te amo tanto -dijo con sus ojos cerrados, su voz se oía temblorosa, como si tuviese miedo, como si quisiese gritarlo... como si quisiese llorar.

Mi corazón latía con fuerza y solo podía pensar en las ganas que tenía de besarlo en estos momentos.

Sentía como si una parte de mi tomara vida por sí sola, y automáticamente todo mi sistema actuase de manera explosiva.

Y fue justo en ese momento en el que unió nuestros labios, en un suave beso, el cual fue tornando más rápido y más apasionado. Mi sistema estaba como si hubiesen explotado fuegos artificiales dentro de él, mientras que mi corazón pareció detenerse y decidí colocar mi mano en su espalda baja y acercarlo más a mi cuerpo.

-Aún nos queda un minuto -digo, rompiendo el beso.

-¿Te atreves? -cuestiona, alzando una ceja.

Reí. -¿Tú qué crees?

-Esa es mi chica -susurró volviendo a besarme.


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Juju, lo que muchas querían picaronas. Disculpen los guiones cortos, no entiendo aún por qué se quitan los largos.

Akilah© | Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora