La fiesta del viernes [2]

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Sherlock de pronto se vió abrumado por la cantidad de gente que ahora albergaba en su casa y no pudo evitar reprimir un leve chasquido que salió de su boca

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Sherlock de pronto se vió abrumado por la cantidad de gente que ahora albergaba en su casa y no pudo evitar reprimir un leve chasquido que salió de su boca. John se había mantenido a su lado todo este tiempo mientras admiraba discretamente las enormes magnitudes de la casa de los Holmes.

El rubio no tardó en percatarse de la actitud que había adoptado su nuevo amigo desde que las personas habían comenzado a llegar— no eres muy social, ¿o si? —le preguntó al de cabello rizado con una mueca de confusión.

Sherlock no supo qué contestar en ese momento, tuvo que dar su respuesta luego de algunos segundos.— Relacionarme con otras personas no es lo mío.

John asintió con la cabeza. ¿Entonces él, John Watson, era especial? Después de todo, Sherlock era quien le había dado camino a su posible amistad. Sonrió ante la idea de que el chico asocial que estaba a su lado lo considerara alguien importante y/o especial.

El timbre de la casa sonó por... ¿trigésima vez? Sherlock se adelantó a John y abrió la puerta.

Lestrade se encontraba con un radiante semblante del otro lado de la puerta. John se sintió opacado por el chico de enfrente.

— Mycroft está en la biblioteca —fue al grano Sherlock. Estuvo a punto de regresar a sumergirse en su miseria mientras esperaba a su amiga cuando recordó que aún le quedaba algo de educación.— John, él es Gary, amigo de mi hermano. Gary, este es John —presentó Sherlock.

— Un gusto, Gary —saludo el rubio nervioso ante la mirada indiferente de Sherlock.

— Ah, me llamo Greg —corrigió apenado el presentado—, pero esta bien. Nos vemos luego —se despidió antes de abrirse paso hasta la biblioteca.

Sherlock dio un portazo para cerrar la entrada a su casa.

— Si tanto te estresa estar entre tantas personas, ¿por qué hiciste una fiesta? —preguntó curioso John.

— Por ti —contestó el más alto mientras se masajeaba las cienes. Se comenzaba a irritar de que Mary, la de la grandiosa idea de hacer al pequeño rubio a su lado su amigo, se atreviera a faltar a la fiesta que ella misma le suplicó hacer.

— ¿Qué?

— Ay, perdón. ¿Necesitabas un cartel con tu nombre para saber que está fiesta era por ti?

John no supo si debía sentirse insultado por el comentario sarcástico, o en su defecto alagado.

— ¿Toda una fiesta por mi?

— Mmm... Por nuestra amistad —dijo el de cabello obscuro sonriendo cínicamente.

— Es algo exagerado, ¿no te parece?

— Aprecio mucho la amistad que me brindas —se excusó.

John decidió que no contestaría más y que no haría más preguntas estúpidas.

Mientras Sherlock pensaba en las trescientas formas en las que mataría a Mary por no aparecerse en toda la extensa velada.

Mientras Sherlock pensaba en las trescientas formas en las que mataría a Mary por no aparecerse en toda la extensa velada

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Shame / johnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora