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— Bueno, ¿y le has hablado de mi? —preguntó Mary curiosa refiriéndose a la relación de amistad que mantenía su amigo con John mientras caminaba a un lado él hasta llegar a la plaza comercial.
Sherlock la miró de manera acusadora, a lo que Mary se confundió.
Estaban saliendo del estacionamiento e iban con dirección a la entrada de la plaza. Habían tenido un día terriblemente agotador y agobiante (al menos así lo había percibido el de cabello rizado).
— No lo sé, Mary —habló Sherlock—. Mencioné a Molly Hopper el otro día, ya sabes, tanteando el terreno, y él dijo que estaba bien.
— No entiendo la relevancia de eso —dijo la rubia más confundida que antes.
— Bueno, seamos sinceros, Molly es linda —Mary alzó los hombros mientras pronunciaba: "¿y eso qué?"—. Si John solo dice que "está bien" es por algo, ¿no? Sin mencionar que él usa productos para el cabello.
— Oh, ya sé a lo que vas a llegar —se le adelantó su amiga—. ¿Crees que es gay porque dice que Molly solo "está bien"?
— Y porque usa productos para el cabello. Mary, pon más atención, acabo de decirte ese punto y tú lo pasas por alto —la regañó.
La más pequeña rodó los ojos con fastidio.— ¡No porque use productos para el cabello es gay, Sherlock! —alzó el volumen de su voz apenas entraron a la plaza—. Incluso tú has empezado a usar productos para el cabello —recriminó.
¿En verdad lo había hecho? Oh, si. Sherlock había comenzado a usar productos para su cabellera hace un corto tiempo. Un poco después de haber conocido a John.
— Pero es diferente —trató de argumentar el joven—. Mis rizos se ven más bonitos si les pongo crema por las mañanas.
Mary soltó una carcajada y Sherlock no pudo evitar sonrojarse un poco. Ella estuvo a punto de contestar. Lo hubiera hecho si no se hubiera interpuesto un fuerte saludo.
— ¡Sherlock! —no pudo evitar saludar John a su amigo de lejos. Se acercó a un paso acelerado hasta llegar a estar junto a la chica rubia.
— Ah, hola John —saludó de vuelta y de mala gana Sherlock.
Mary no pudo evitar reprimir una sonrisa embobada al tener a John a su lado— hola, ¿eres amigo de Sherlock? —preguntó ella mientras fingía no haberlo visto jamás en su vida.
John sonrió y dejó asomar sus dos hoyuelos. Mary iba a tener un paro cardíaco en cualquier momento de la emoción que sentía con solo estar a su lado.
— Sí —contestó el rubio con alegría mientras daba un paso disimulado para quedar más cerca del de cabello alborotado—. Tú eres Mary, ¿cierto?
Si moría podían culpar a John.— Ah, si. No sabía que supieras mi nombre —dijo ella jugando con un mechón de su corta cabellera.
Sherlock de pronto se sintió fastidiado por su amiga. Era extraño.
— Si, bueno. ¿Nos vamos? —le preguntó nada discretamente Sherlock a su mejor amiga.
John no pudo evitar sentirse un poco mal.— Será mejor que los deje —soltó una risa nerviosa y miró a Sherlock con algo de pena.
— ¿Por qué no te quedas? —sugirió la rubia.
John volvió a su posición de chico feliz. Y por algún motivo, Sherlock volvió a sentirse molesto; y esta vez no sabía si se debía a que John estuviera, o a qué Mary estuviera.
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