Dos corazones que se encuentran, una mirada ausente

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Era como una pesadilla. Como uno de esos malos sueños donde corres desesperadamente para alcanzar a esa persona que se va, pero por más que lo intentas, por más que tratas de moverte sientes como si corrieras sobre un mar de melaza, como tratar de atravesar una alberca llena de miel y, por el contrario, entre más luchas y te esfuerzas, entre más lloras y te desesperas, más se aleja de ti.

El reloj del campanario marcaba las 11:15 cuando Venus, tras lo que le parecieron mil kilómetros, por fin alcanzó la soleada plazoleta a un lado de la iglesia, con el sol brillando en lo alto, enchapando en plata y oro las escasas nubes que decoraban el cielo de aquel domingo de mayo.

Con el corazón a todo galope y una foto de Jorge en la pantalla de su celular, Venus iba preparada para preguntarle a cada peatón y cada transeúnte, a cada vendedor de las decenas de puestos ambulantes que abarrotaban las banquetas que rodeaban el jardín si acaso habían visto a aquel muchacho.

En el aire, el olor a esquites y elotes cocidos iba y venía junto con una ligera brisa que corría y se detenía a capricho, haciendo a las hojas de los árboles susurrar como quien quiere gritar un secreto y no se atreve.

A lo lejos, unas notas suaves y melodiosas que emergían de uno de aquellos puestos que vendían CD's pirata taladraron a Venus en el corazón, mientras se encaminaba hacia el destartalado kiosco en el centro de la plaza.

"How can you see into my eyes like open doors / leading you down into my core / where I've become so numb without a soul..."  (1)

Desde la pequeña plataforma, rodeada de niños corriendo desbocados, madres tratando de controlarlos y padres haciendo como que querían controlarlos, Venus se esforzó por inspeccionar cada rostro y cada gesto, siluetas que iban y venían, acercándose o alejándose, ora contrastando ora confundiéndose con el fondo del corazón del caos que era aquella ciudad.

"...my spirit sleeping somewhere cold / until you find it there and lead it back home." (1)

En la distancia, la melodía de Evanescence que había empezado triste y melancólica se convirtió en un ritmo duro, primitivo, una súplica desesperada y violenta que golpeó su alma justo en el momento en que sus ojos captaron el mero atisbo del rostro amado, un rostro que había cambiado infinidades en apenas tres días, pero que ella habría reconocido desde la cima del cielo o desde el fondo del infierno.

"Wake me up inside / wake me up inside / call my name and save me from the dark..." (1)

Ágil y desesperada, Venus saltó el barandal del kiosco, torciéndose el tobillo al caer, pero sin reparar en el daño y el dolor libró a cuanto transeúnte y vendedor ambulante se atravesaron en su camino hasta alcanzar una solitaria banca a la sombra de un fresno, en la esquina más cercana a la Iglesia del Sagrado Corazón.

"...bid my blood to run before I come undonne / Save me from the nothing I become." (1)

El rostro demacrado, la mirada perdida, los labios partidos, la ropa rota y sucia, los zapatos ausentes y los calcetines destrozados de tanto caminar contaban una historia que a Venus le partió el alma conforme su alocada carrera la acercaba a aquel desastre de persona, cuya mente parecía estar a kilómetros de ahí.

—¡¡JORGE, JORGE!!

El grito de Venus, mitad eufórico y mitad angustiado, pareció atravesar la densa cortina que separaba la mente del muchacho del mundo a su alrededor, haciéndolo voltear hacia donde ella caía casi de rodillas a su lado, antes de abrazarlo y cubrir de besos aquel rostro que poco a poco comenzó a recuperar algo parecido al color y aquellos ojos que parecían emerger lentamente de una profunda inconsciencia, pero sin lograrlo del todo, no todavía.

—¿Venus? —la voz sonó ronca, pastosa, como la de alguien que despierta tras un largo sueño o que no hubiera hablado en días —¿Eres tú, Venus? No, no eres ella. Mi Venus se fue... se fue y no puedo estar con ella ¿tú sabes a dónde se fue? ¿Sabes por qué no puedo estar con ella?

Jorge extendió una mano para acariciar con ternura las delicadas facciones, mientras Venus lloraba a lágrima viva y tomaba aquella mano de nudillos raspados y uñas destrozadas, para cubrirla de besos, sin dejar de llamarlo, como si algo en aquel nombre tuviera el poder de romper el "maleficio" que la separaba de él.

—Jorge, Jorge, mi vida. Sí soy yo, soy tu Venus que te ama. Aquí estoy, amor, aquí estoy contigo. Despierta, Jorge; despierta, por favor.

—Vi, ten paciencia Vi, su mente está en fuga. Necesita tiempo.

Detrás de ella, la recién llegada Angie colocó una mano sobre su hombro mientras se acercaba a Jorge y examinaba con cuidado su rostro y aquellos ojos que seguían clavados en un punto muy preciso entre el aquí y la nada.

"Now that I know what I'm without / you can't just leave me / breathe into me and make me real / bring me to life." (1)

***

—Está severamente deshidratado y se ve que no ha comido nada decente y no ha dormido bien en un par de días, tiene una contusión en el pómulo izquierdo y creo que dos costillas rotas, se me hace que lo asaltaron o algo así. De ahí en fuera no es nada grave, sólo son raspones y tal vez se le caigan las uñas de los pies de tanto caminar, pero va a recuperarse. Sobre su estado mental, no estoy seguro, a mí no me parece drogado ni borracho, pero la doctora Mancilla les podrá ayudar más que yo con eso—

La tarde ya mediaba cuando el doctor Hernández, vecino del 6B, terminó de auscultar a Jorge, le recetó electrolitos orales, algunos antiinflamatorios para los golpes y antisépticos y antibióticos para los raspones y, sobre todo, descanso, mucho descanso.

—Primero rehidrátelo bien y ya después intente que coma algo. Si se les ofrece algo más, aquí está el número de mi celular— concluyó, extendiéndole una tarjeta a Venus.

—Gracias doctor ¿cuánto se le debe?— preguntó Saúl al tiempo que escoltaba al doctor a la puerta, mientras Venus y Angie trataban de acomodar al chico lo mejor que podían en un camastro improvisado con colchas y cobijas que sacaron de entre las cajas y bolsas de la mudanza.

—No pueden quedarse aquí, Vi; ni modo que se queden toda la noche en el piso ¡No inventes!— dijo Mariángela preocupada, viendo a Venus acariciar, con gesto de tierna preocupación, el sereno rostro de un Jorge recién bañado.

—¡Ya lo sé! Ya lo sé... pero no tenemos otro lugar a dónde ir—

Venus había pensado primero en la casa de Jorge, sin embargo, Angie sospechaba que las muertes de su mamá y su hermana habían sido el detonador del estado de fuga y pensó que sería arriesgado llevarlo a un lugar que lo hiciera revivir aquella tragedia de primera mano.

—OK, OK, no te enojes, yo na'más decía. Ahora que me acuerdo, Saúl tiene un saco de dormir tamaño matrimonial que usaba en sus excursiones y ahora lo tiene ahí arrumbado ¿quieres que se lo pida?—

Venus asintió en silencio, sin dejar de ver a Jorge que dormía profundamente gracias al efecto de un calmante, mientras Angie salía al encuentro de su acostón, quien regresaba de la puerta.

—Saúl, corazón, voy a tener que abusar de ti otra vez... y no de la forma divertida— dijo una pícara Mariángela al tiempo que se colgaba del brazo de Yáñez, apretujando contra el flanco de él aquellas dos 36C que ella lucía orgullosa y que hacían voltear a más de uno (o una) en la calle.

Venus no pudo evitar esbozar una sonrisa al ver a la forma tan descarada en que Angie manipulaba a aquel pobre hombre y prefirió ni siquiera imaginar cómo era que sabía que el saco de dormir era "tamaño matrimonial".

En cambio, volvió acentrar su atención en Jorge tendido a su lado en aquel improvisado camastro,el pecho delgado subiendo y bajando con un ritmo suave, acompasado, casihipnótico para una Venus que comenzaba a sentir, ella misma, los efectos deaquella montaña rusa de emociones en que se había convertido aquella mañana de domingo.


***

(1).- "Bring me to life", Evanescence. Lee, Moody, Hodges. 2003.

Sabores del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora