Aparecemos en una sala que no logro reconocer. Las paredes están revestidas de blanco y la única decoración consta de una mesa de madera tallada en una de las esquinas. Una puerta marrón es la única salida y entrada del cuarto y es hacia dónde se dirige Sitael.
Lo sigo. Mi entusiasmo se convierte en una bola de nerviosismo en mi estomago. Tomo respiraciones profundas, intentando calmarme.
Siento que tengo un nudo en la garganta y algo que pica detrás de mis ojos, porque es mi padre y no debería sentirme de esta forma. Pero lo hago. Como quien se enfrenta a lo desconocido.
- Detrás de esta puerta. - Sitael se hace unos pasos hacia atrás y se cruza de brazos. - En lo posible, intenta no ser tan dura con él, cariño.
Lo fulmino con la mirada e ignorando mis temblores, abro la puerta, decidida a enfrentarlo.
- Te estaré esperando aquí. - escucho detrás de mi.
Cierro la puerta una vez que entro y me quedo de pie, no sabiendo muy bien qué hacer. Quedarme, adelantarme, comenzar a gritar y exigir o hablar tranquilamente. Maldición, jamas me había sentido así de insegura.
Mi padre está allí, a unos pasos, detrás del escritorio.
Levanta la cabeza cuando me siente y se queda de piedra por unos momentos antes de relajarse. Sacude la cabeza con fuerza, como queriendo enviar lejos algo. Estaba tan concentrado en sus cosas que no se había percatado de mi.
Parece quedarse sin aliento cada vez que me ve. Pero si mal no recuerdo, Jeff aseguro que soy una copia casi exacto de mi madre. No se aun la historia entre Miguel y ella, pero sea lo que sea que haya pasado, no puedo ignorar el dolor que se refleja en sus ojos al verme, lo que supone recordarla.
"¿Será por aquello que no quiere verme?" Tal vez el recuerdo de Lilith lo lastima. Pero no es mi culpa haber nacido con sus mismo ojos y apariencia. Y si de algo quiere huir, debe ser del pasado. Porque estamos aquí, ahora y no beneficia a nadie que huya del presente. Más aún, cuando hay vidas en peligro, y posiblemente el destino de la humanidad.
- Emma. - su voz se vuelve ronca al mencionar mi nombre - No te había visto. - frunce el ceño, como si aquello fuese extraño para él decirlo. - Por favor, toma asiento.
Bueno, esto es un avance. La vez pasada, simplemente me hecho sin despedidas.
Pero a medida que me acerco veo que su estado no es el mismo que hace dos semanas.
Hay sombras debajo de sus ojos, tiene el pelo revuelto y barba de muchos días. Sus ojos están levemente rojos, como si no hubiese dormido en días. Y probablemente no lo hizo.
Trago saliva, mientras tomo asiento y la preocupación se apodera de mi.
- ¿Estas bien? - mi voz se escucha más débil de lo que pretendía, como un susurro temeroso. "¿Què demonios me sucede?"
Miguel me mira por un segundo y suspira pesadamente.
- Las cosas se han vuelto muy difíciles. - mira detrás de mi, perdido en sus pensamientos. - Pero tenemos la ayuda de todos los ángeles en esta misión. Lo lograremos. - su rasgos se vuelven de piedra. Está decidido y seguro de encontrar a mamá. "Tenemos más en común de lo que pensaba"
Frunzo el ceño mientras analizo sus palabras. Algo no encaja.
- No es posible que tus ángeles ayuden. - lo miro directamente - Ella es un demonio. Los ángeles no tienen permitido estar con demonios, tus mismo lo dijiste. - mis puños se aprietan ante el recuerdo de sus palabras.