Capítulo 1

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CAPÍTULO1


Martes 08 de Septiembre 2015.


BOSTON, MASSACHUSETTS


Esa fría mañana de septiembre comenzó como cualquier otra, levantándome temprano, preparar el desayuno para mis hijos: Natalia de 13 años y Leny de 9, los tesoros más grandes de mi vida, y por supuesto, estaba mi esposo, David Miller, un hombre apuesto y poderoso, dueño del City Bank of Boston, siempre ocupado, así que prepararle la comida le facilitaba el día.


"Buenos días, mamá" Natalia como todos los días me besaba la mejilla a modo de saludo.


"Buenos días, hija ¿Dormiste bien?"


"Sí, recuerda mamá que hoy es mi práctica de soccer a las 4pm" le sonreí.


"Lo recuerdo, no te preocupes" puse la mesa rápidamente "¡Leny, apurate!" lo llamé desde la cocina y mi esposo apareció, era un hombre de casi 2 metros de alto, atlético, de sofocantes ojos azules y sonrisa encantadora que escondía muchos demonios.


"Buenos días, Liv" me puso la mano en el hombro y apretó con suavidad, era su forma de decirme que no me encorvara, Dave era un obsesivo con absolutamente todo, hasta conmigo "Pensé que ya todo estaba listo, sabes que debo salir temprano" se quejó al ver que no había servido.


"Siéntate, te sirvo en segundos" me apuré en decirle e hice lo propio, el jugo de naranja recién exprimido, sin pulpa y sin azúcar, pan tostado sin la corteza y huevos revueltos, solo la clara. Miró la comida y con el tenedor probó la consistencia del pan y los huevos, hizo un gesto de desagrado pero igual se lo llevó a la boca.


"Liv, tengo el cóctel de negocios, recuerda alistarme el traje azul y la corbata marfil" dijo sin siquiera mirarme.


"Sí, no te preocupes" en eso apareció Leny, mi sol, abrazándome con mucho amor, era un pequeño gigante de 9 años con el cabello rubio como el sol y grandes ojos azules.


"Buenos días" dijo con una sonrisa "Hola, mami" me besó ambas mejillas y vi la mueca de desagrado en el rostro de su padre.


"Siéntate a comer, Len, deja esas tonterías para tu hermana Natalia" vi a mi hijo suspirar resignado y tomar asiento al lado de su padre, les serví y me senté al otro extremo de la mesa "¿Pretendes comerte todo eso?" Dave apenas vio mi plato, una rebanada de pan tostado, huevos, tomates y jugo "Así nunca vas a dejar de ser una gorda"


"¡Mi mamá no es gorda!" exclamó Len y cuando Dave hundió su puño en la mesa todos nos sobresaltamos y guardamos silencio.


"No quiero que mi hijo crea que está bien para las mujeres ser así, no debes conformarte con una gorda, siempre debes buscar lo mejor" luego de tener a Leny había aumentado mucho de peso, fue un embarazo complicado al igual que el parto, y un desajuste hormonal me hizo subir de peso y me dificultaba aún más el perderlo.

El Secreto de OliviaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora