Capítulo 1: Cumpleaños

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Desperté con el sonido de mi celular. Abrí mis ojos y el rostro de mi hermano apareció frente a mí.

- ¡No me asustes de esa forma!

Lo regañé entre risas. Él se apartó y dejó una caja de regalo en mi regazo.

- ¡Feliz cumpleaños Rosa!

Me felicitó mi hermano, abrasándome con fuerza. Bajé las escaleras casi corriendo y, al llegar al último escalón, logré oler mi desayuno favorito: Hotcakes con jarabe de chocolate. Al llegar a la cocina mi madre y padre me abrasaron con fuerza y me mostraron los regalos que habían en la mesa.

- ¡Feliz cumple Rosy!

Gritaron al unisono. Engullí mi desayuno y abrí los regalos. De parte de mi madre era un vestido blanco bastante hermoso, de mi padre una bolsa a juego, y el de mi hermano era un collar y un par de aretes. Agradecí y besé a todos en la mejilla y salí corriendo para bañarme. Me puse el vestido que me habían regalado y corrí al espejo para peinarme. Decidí dejarlo suelto por hoy. Me miré al espejo. Mis ojos azul marino brillaban con emoción. Agarré la bolsa y salí de mi casa, no sin antes despedirme de mis padres y subí al coche de mi hermano.

Al llegar a las puertas del colegio me despedí de Alex y me dirigí a la confirmación. La confirmación es una estación en la que los alumnos tenemos que firmar para que las maestras sepan quién asistió a clase y quién se fue "de pinta". Saludé a la señorita Agatha y firmé rápidamente la hoja.

- Tienes una firma hermosa Rosa.

Me dijo ella con una amplia sonrisa en su rostro. Mi firma era delgada y llena de florituras, escribía mi único nombre: Rosa. Le agradecí el gesto y comencé a buscar por su firma. Efectivamente, en la esquina izquierda estaba la firma de Christian. Corrí al patio en busca de él. De pronto, unas manos cubrieron mis ojos y una voz fingida me preguntó:

- ¿Quién soy?

Esa voz no la confundiría con la de nadie, por más que se esforzara en disimularla. Era la de Christian.

- Déjame ver . . . ¿No eres el chico más guapo, atlético e inteligente de la escuela?

Respondí sarcásticamente entre risitas.

- Tal vez.

Respondió, esta vez con su voz normal. Descubrió mis ojos y me tendió una rosa roja.

- Feliz cumpleaños mi Rosa. La vi en uno de mis viajes al bosque, y me recordó a ti; hermosa, salvaje, libre.

Me dijo con aquella voz seductora que tanto quería escuchar. Él siempre hacía pequeñas excursiones al bosque, ya sea por diversión o para liberar tensiones. Planté un beso fugaz en sus labios y agradecí el gesto. Cuando estábamos a punto de darnos un beso nuevamente, Amanda se interpuso y me dijo en voz baja y expresión seria.

- Tenemos que hablar.

Cabe mencionar que Amanda es mi mejor amiga . . . Más bien la única. No esperó a mi respuesta y jaló de mi brazo, llevándome al armario del conserje.

- ¿Qué sucede . . . Por qué . . .?

Comencé, pero de pronto sentí como me agarraban de los brazos, manteniéndome en mi lugar. Cuando pude enfocar en la escasa luz a nuestras acompañantes dejé de luchar. Las "Panteras Negras" nos rodeaban y bloqueaban la puerta. Rebeca, la líder de la pandilla, habló cerca de mi oído, sobresaltándome.

- Es hora del rito de iniciación.

Amanda asintió con la cabeza. ¿Qué está pasando aquí?

- Creo que tengo que explicarte que ya no soy tu amiga, Rebeca es más popular que tú y ella me ofrece ser parte de la pandilla, así que ya no te necesito para nada Come libros.

El libro de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora