Capítulo 10: la Reencarnación

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(Narradora)

El monstruo salvaje en el que Shaden se había convertido estaba parado frente al rey, indestructible, imparable. El rey estaba temblando de miedo, sentía tanto miedo que no podía articular palabra.

- Yo s-s-soy tu p-p-padre, ¿Recuerdas Shaden?

Dijo tembloroso el rey.

- Tú no eres mi padre, nunca lo fuiste.

Respondió una voz que era entre chillido y rugido. La bestia miraba al rey con profundo odio, lanzó un gruñido y se abalanzó contra el rey. Empezó a despedazarlo con sus garras que parecían echas de metal. El rey soltaba gritos desesperados a sus guardias, pero estos estaban demasiado asustados como para acercarse. La bestia despedazó también a los guardias, dejando solo al cadáver de la chica a la que alguna vez había amado. Su corazón se había vuelto despiadado, tal como la maldad pura. Cuando se dispuso a arrancarle el corazón de un zarpazo, el cuerpo de ella comenzó a brillar, tal como lo haría una estrella.

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(Punto de vista de Rosa)

¿En dónde estoy? Este lugar era muy extraño. Todo era blanco. Había pilares, un techo y piso de mármol, pero no había ningún otro color mas que blanco.

- ¿Hay alguien aquí?

Pregunté esperando alguna respuesta. Nada. No había sonido alguno mas que el de mi propia respiración. La verdad no me acuerdo cómo llegué aquí. Solo recuerdo haberme despertado en el suelo, en medio de esta hermosa plaza blanca. Solo recuerdo una cosa de antes de despertar en este pacífico lugar. Unos un chico guapo, de ojos verdes y pelo rubio. Me miraba preocupado.

- ¿Hay alguien aquí que pueda ayudarme?

Pregunté una vez más. De pronto, escuché pasos que se acercaban a mí. Mi corazón latía muy rápido. Los pasos se acercaban más y más, hasta que logré ver a una anciana. Su pelo era blanco como las paredes de este lugar, se veía que era una anciana dulce. Jaló un poco de mi vestido y señaló al frente. Después de aquella señal, se fue caminando en la dirección en la que había apuntado. La seguí. Entramos a una pequeña casa en donde los colores rojo y verde predominaban. Había una bola de cristal en una mesa ubicada en el centro de la habitación. La anciana me indicó que tomara asiento. Ella miró a la bola de cristal y luego me indicó que me acercara.

En la bola de cristal se reflejaba una cueva llena de antorchas, habían signos macabros por todos lados y . . . . Y un chico en la mesa de sacrificios. Se me hacía familiar, solo que no recuerdo bien. Había un rey que golpeaba al chico, una y otra vez. Los golpes no se escuchaban, pero yo me imaginaba el dolor de aquel chico.de pronto el rey gritó, algo a los guardias que cuidaban la cueva. Ellos salieron despavoridos y minutos después entraron de nuevo con algo flotando . . . No, algo no, alguien . . . . ¿Era yo?

Me alejé de la bola de cristal, asustada. ¿Estaba muerta? No, podía estar muerta, estoy aquí, ¿No?

- ¿Estoy muerta?

Le pregunté a la anciana, y ella asintió ligeramente con la cabeza. Volvió a señalar a la bola de cristal. El rey estaba riendo triunfante, mientras el chico experimentaba un tipo de convulsión. Las uñas del chico crecieron, el pelaje reemplazó su piel. Sus ojos eran de color ámbar. Se abalanzó contra el rey.

- Ya no puedo seguir viendo.

Dije, retirándome para no presenciar aquel horrible acto. Ese chico yo lo recuerdo . . . . ¡Shaden! Necesito ayudarlo . . . . Pero estoy muerta, ¿Cómo ayudarlo? ¿Qué es este sentimiento dentro de mí? Es . . . . ¿Amor? Dios, me enamoré de mi peor enemigo.

El libro de RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora