Capítulo 2: ¿Celoso del príncipe?

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Abrí el libro y una luz blanca salió disparada de él. Sentía tanto miedo. Abrasé con fuerza a Christian mientras sentía que era atraída por el libro.

- ¡Christian, no me sueltes!

Grité, ya que además de la luz había un escandaloso ruido de aire. El sentimiento de ser succionada por el libro era cada vez más fuerte, hasta que, sin explicación alguna, nos encontrábamos en inmensa obscuridad. Yo podía ver mi mano y también a Christian, pero por lo demás todo era negro. Tenía la sensación de estar cayendo, pero no sentía ni ráfaga de aire ni movimiento a mi alrededor.

- ¡¿En dónde estamos?!

Preguntó nervioso Christian. Esa era una buena pregunta. De pronto, sentí que chocaba contra algo. Ese algo era césped.

- ¡Demonios!

Susurré. La caída fue larga y dolió un poco el choque, pero por lo menos no tenía huesos rotos. Busqué con la mano a Christian, y pronto mi mano tocó el hombro de este.

- Rosy ¡Mira!

Me dijo al sentir mi mano en su hombro. Me levanté con dificultad y miré a mi alrededor. Lo que observaba me quitó el aliento: habían kilómetros de césped y casi al fondo había un castillo enorme, con cinco torres blancas que brillaban con intensidad con el sol. Era verdaderamente impresionante, pero lo que más llamó mi atención fue que; al otro lado de aquel castillo, había otro. Este otro era negro, y en vez de ser rodeado por césped verde, tenía neblina muy espesa. Me causaba escalofríos de solo mirarlo.

- ¿A dónde vamos?

Pregunté a nadie en particular. Christian tomó mi mano y caminamos juntos rumbo al castillo blanco. Mientras nos acercábamos sentía cada vez más un presentimiento de que algo iba a ocurrir, pero la verdad es que el sentido de la aventura y la adrenalina que sentía borraron todo rastro de preocupación. Llegamos al pequeño pueblo que rodeaba el castillo y todo era hermoso; había niños corriendo de aquí a allá, personas conversando, trabajando y riendo.

- Esto es espectacular.

Le dije en el oído a Christian, quien sonrió un poco y me besó fugazmente en los labios. Comenzamos a adentrarnos en la aldea y las personas parecían demasiado ocupadas como para notarnos. Un pensamiento cruzó mi mente como un rayo: ¿Qué tan raro sería ver a una chica con vestido blanco y a un chico con pantalones de mesclilla en el siglo 15? Me reí ligeramente al pensarlo. De pronto, un montón de espadas nos rodeaban a Christian y a mí.

- ¡¿Qué está pasando?!

Pregunté histérica. Mi corazón estaba acelerado y latía descontrolado. Christian se puso delante de mí para protegerme, pero yo lo hice a un lado de un pequeño empujón.

- En nombre del rey están arrestados. Atrápenlos!

Ordenó el guardia que estaba en el medio. Los demás guardias apuntaron más cerca las espadas, pinchándome con ellas para indicar que me moviera. Christian estaba a punto de golpear a uno que se había descuidado, pero lo detuve.

- Tranquilízate, solo lo harás peor.

Le dije con un susurro. Él me miró comprensivo y miró al frente. Nos hicieron caminar hasta la entrada del castillo, en donde nos pusieron cadenas a modo de esposas, y nos condujeron dentro. En ese momento había un estilo de audiencia en el salón del trono. ¿Cómo sé que lugar es? Por que me gusta leer. En el trono estaba sentado el rey, su mirada era inquisitiva, pero se veía que era un buen rey, a su derecha estaba un príncipe; era muy guapo, y miraba casi aburrido a la audiencia. Tenía el cabello rubio y ojos verdes, como todos los príncipes de los libros. Me quedé mirando hasta que su mirada se posó en mí; su expresión cambió de aburrido a interesado.

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