El sonido del electrocardiógrafo mantenía despierta a Seohyun. Sus ojos pesaban demasiado por el cansancio.
Piip. Piip. Piip.
Era el único sonido que la acompañaba. Quizá también sus latidos que cada vez más se debilitaban por la no respuesta de Kim Hyoyeon. Su compañera había entrado en una etapa se suma gravedad por un tiempo que no recordaba. Ahora, con la plena libertad de acompañarla en su habitación, Seohyun miró otra vez el cuerpo de Hyoyeon, tal cual no lo hubiese visto ya. Parecía la figura de un boxeador después de una pelea. Tenía un brazo y una pierna rotos. Una contusión sombreaba la parte izquierda de su rostro, y múltiples golpes más manchaban el resto de su cuerpo.
La imagen no era nada inspiradora.
El aliento de Seohyun se había convertido en dificultoso. En todos esos días no había encontrado la mínima motivación para hacer algo, y mucho menos para pensar en otra cosa que no fuese Hyoyeon. Se había perdido los exámenes finales con tal de estar al lado de ella, aunque su amiga no lo supiera aún y aunque para las demás personas las dos no fuesen más que únicamente compañeras de dormitorio.
Seohyun sabía que Hyoyeon la quería y con eso era suficiente.
De cualquier manera, no había una persona que no estuviese al tanto del estado de Hyoyeon. Todo el instituto sabía lo que había pasado. Todos se mantenían atentos al detalle más efímero que pudiese hacerles reavivar la esperanza de que Hyoyeon reaccionaría de su letargo. La joven había entrado en coma desde el primer momento. Pese a que no fue necesario someterle a un largo periodo en cuidados intensivos, Hyoyeon todavía permanecía en un estado profundo de inconsciencia.
Para los padres de Hyoyeon no había palabra que les reconfortara. Incluso si se acercaba la persona más certera a decirles que las cosas mejorarían y que su hija regresaría a ser la de antes, para ellos no existía un consuelo.
En el caso personal de Seohyun, las cosas no eran muy distintas. Ella nunca había deseado tanto la vida de alguien como la que deseaba en ese momento; la vida de su amada amiga que, irónicamente, se había vuelto una persona a la que podía amar en una auténtica forma, sin parecerse a ninguna otra.
Mientras la observaba, fue imposible no sentir que su cuerpo era condenado por una pena infinita. Verse en esa situación tan desfavorable era como ser una piedra que es golpeada por el mar. Seohyun no conseguía creer que Hyoyeon estuviese en esa cama en aquellas condiciones. Es decir, no podía ser posible que las cosas cambiaran en una manera tan bipolar de un instante a otro, ¿o sí? Seohyun, definitivamente, no creyó justo que su situación fuese la que estaban viviendo. ¿Por qué había tenido que suceder un accidente como ese cuando ambas se habían hecho miles de promesas calladas viéndose a los ojos? Seohyun sintió que el dolor se clavó en todos sus huesos conforme pensaba en el pasado. Dos lágrimas cayeron por su ojo derecho y ella las limpió con la manga de su suéter. Entonces entendió que sus sentimientos por Hyoyeon eran claros, sinceros y auténticos. A pesar de conocerse poco, parecía toda una vida la que llevaban juntas. No había nadie más para ella que no fuese Hyoyeon.
En un hecho impensado, Seohyun empezó a sonreír descubriendo que, sin importar que la situación consistiera terrible para todos, aún existía una luz que la hacía no darse por vencida ni desesperarse. Esa luz era el cariño que cada una sentía por la otra.
—Hyoyeon... ¿tal vez puedas escucharme? —preguntó la joven, mirando el rostro apacible de la rubia—. Yo... no sé cómo decirte todo lo que siento ahora mismo, son un montón de cosas que no puedo describir, pero... pero... —Su voz se quebró con las últimas palabras que dijo y más lágrimas bajaron por sus mejillas. Temerosa de que Hyoyeon pudiera darse cuenta de ello incluso en su estado inconsciente, cerró los ojos y respiró hondo para calmarse—. Sólo quiero que sepas algo muy importante.
Ninguna reacción. En aquella habitación sólo persistió su corazón desbocado y el sonido incesante del electrocardiógrafo que nunca terminaba de aturdirla.
Con la decisión de decir lo que tenía que decir, Seohyun volvió a respirar y luego comenzó a hablar con el corazón.
—Gracias por lo que has hecho conmigo. Quiero decirte que te agradezco el acto tan hermoso que has hecho por mí, aunque desearía que las cosas no hubiesen sucedido, tú sabes eso... ¿no es cierto? ¿Sabes que no quiero verte de esta forma y que se me está haciendo el corazón añicos por no poder hacer nada para remediarlo? Lo sabes, ¿verdad?
El llanto que Seohyun trataba de sepultar bien hondo no se detuvo en ser considerado. La castaña se dejó vencer por las lágrimas y el pesar. Inclinándose sobre la cama, subió una de sus temblorosas manos hasta rozar lentamente el rostro magullado de Hyoyeon. Quiso que sus manos fueran un bálsamo para sus heridas y que así ella pudiera recobrarse del mal que estaba pasando.
Ella quiso que todo fuera como antes.
Sin embargo, las cosas no parecían volver a ser las de antes.
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En tu compañía, por AnnaKat |Mini fic|
FanfictionHyoyeon estaba cursando el último grado de universidad; como vivía muy lejos de sus padres, tenía que quedarse en los dormitorios del instituto mientras estudiaba, era así que su vida se había convertido en algo monótona. Sin embargo, ella pensaba q...