Drogas (13)

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—Confinamiento —el delgado chico castaño de cabello desordenado se empeñaba en repetir esa palabra de 13 letras cada ciertos segundos, buscando el significado de la misma, sabía a lo que se refería pero la definición había volado lejos de su mente como él creía que los recuerdos lo hacían—. Confinamiento —repitió, como si el hombre del periódico no bufara ante estas 6 sílabas y el chico al otro lado del muro no repitiera incesantes veces casi en susurros que cerrara la boca y se callara.— Creo que es evidente el porqué estamos en... —hizo una pausa para luego proceder a hablar con lentitud, casi como saboreando la palabra— confinamiento.

Paul lo ignoró, Cipher cerró la boca ante la frustración que se generaba cada vez más en el aire.

—¡Es por las drogas! —gritó exasperado— aunque eso también es bueno —sonrió inocentemente—. Awwww, Paul, es por las drogas ¿cierto? —se aceleró cuál cachorro, levantándose de su cama con premura y corriendo hacia los barrotes para luego ver al guardia sentado unos metros frente a ellos— no quieres que nos den drogas ¿cierto? Eso es tan dulce.

—Es porqué mataste a-

—4 personas —le arrebató la palabra, hablando con aburrimiento para después bufar—, sé lo que hice, yo estaba ahí. ¡Y lo volvería a hacer!

—Bueno, entiendo que él sea un maldito psicópata en potencia, pero ¿por qué yo? —preguntó Bill.

—¡Hey! Yo lo llamaría "Ir-a-los-extremos-y-hacer-cosas-inmorales-por-alguien-que-amas" —habló con rapidez, casi como dando una definición memorizada—, soy una persona normal —se cruzó de brazos—, básicamente como cualquier madre.

—Repito —el rubio lo ignoró—, ¿por qué yo?

—El jefe Rises ha de tener sus razones —Paul se encogió de hombros, ignoraba ese tipo de información.

—¿Rises?

—Si, Rises —el chico parcialmente cuerdo tomó la palabra—, creí habértelo mencionado alguna vez. Ya sabes, cuando eras nuevo en esto de estar preso y llorabas todas las noches, uno de esos días... o noches, el tiempo es raro en mi cabeza.

—¿Gideon Rises? —La cara de Bill era un poema, más pálido de lo que alguna vez lo había estado, la mirada perdida (porqué vacía la tenía ya hace tiempo), la boca parcialmente abierta, casi como un cadáver.

—Si, si ¿te gusta o algo? Porqué ni siquiera mi nombre lo dices de esa manera.

—¿Lo conoces? —Preguntó Paul apartando su vista del periódico por primera vez en la conversación.

—Yo no —recordaba haber visto a ese chico en su casa un par de cientos de veces, por alguna razón siempre había un aura extraña en todo lo relacionado con él y sus hermanos, pero claro, ellos nunca quisieron involucrarlo en esos asuntos—. Phill si.

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