Eran las 7:30 de la noche, la oscuridad ocupada toda la habitación, y finalmente Ava despertaba de su casi eterna siesta. Ahora le costaría mucho acostumbrarse al cambio de horario, pero no estaba arrepentida, el dormir era la sensación más satisfactoria según su opinión. Pero si se arrepentía de su sueño. Ella era esa clase de persona que solía no recordar sus sueños y no hacía esfuerzo alguno por recordarlos, siempre eran una pérdida de tiempo. ¿Quién querría recordar la vez que se subió a un unicornio y cantaba Feels de Calvin Harris? O cuando soñó que escalaba la montaña más alta del mundo en un Mini Cooper amarillo fosforescente, y una Ariana Grande de 3 centímetros le cantaba a la oreja. Pero esta vez fue diferente, recordaba a la perfección ese sueño.En su sueño se encontraba sentada al centro de la cama leyendo "sombra y hueso" el título le parecía llamativo, pero no era lo que acostumbraba leer, sin embargo ya estaba por acabarlo y no valía la pena dejarlo a medias, eso era algo que Ava no solía tolerar. Miró la hora en su reloj y estaba por ser media noche; su subconsciente le suplicaba que un capítulo más, o mejor de una vez el libro completo, que eran 12 capítulos más. Suspiró resignada haciendo caso a sus pensamientos y se acomodó buscando una nueva posición para leer; en eso la puerta había sonado de una manera muy fuerte e incesante.
Decidió no abrir y hacerse pasar por dormida, pero la curiosidad le ganó como a un gato empujando un vaso hacia el borde de la mesa; y de la misma manera lenta y cautelosa caminó a la puerta y la abrió encontrando una terrible sorpresa. Lewis.
—¿Qué haces aquí? Es muy tarde para que yo reciba visitas, ademas, no quedamos en que podrías venir a verme cada que desearás hacerlo, soy una mujer que necesita privacidad y tu, desconocido del café, no me la estás dando.
—Sigues con el horario de Londres, yo también, así que prácticamente son las 8:00 de la mañana, se que no quedaría en venir a verte y tal vez debí haber avisado, pero te vi un tanto asustada hoy. Es un país extraño, lejos de todo el que conoces, lo mejor seria si nos conocemos bien y así tendrás un amigo en la ciudad... Traigo comida y algo de diversión para adultos, que no debería darte por ser menor de edad, pero igual mereces disfrutar algo de diversión Americana.
Ava recargó su cabeza en el marco de la puerta y esas simples palabras le provocaron una risa tan natural, y a la vez tierna, no era exagerada, pero si decidió cubrir su boca para reír. Este chico parecía siempre tener razón en todo y llegar en los momentos adecuados (tanto en el sueño como en su realidad).
No muy convencida le permitió pasar y solo cerró la puerta con seguro. La comida fue colocada sobre la pequeña mesa de madera blanca al igual que la bebida. Ella se disponía a sacar cubiertos desechables mientras miraba atenta la botella de alcohol.
—¿A que se debe el tequila? Dijiste que seria diversión Americana. -Alzó una ceja y cambió su gesto a una sonrisa con los ojos entre cerrados mientras el chico destapaba la botella y sacaba lo que parecían dos pequeños vasos alargados.
—Nunca dije a que parte del continente Americano... El tequila es parte de México ¿Y dónde se encuentra México?
—Sudamérica. -Respondió al instante la chica orgullosa de su increíble respuesta... Pero desde el punto de Lewis era errónea y ahora el la juzgaba sin descaro alguno.
—Error, lo que tú piensas que es Norteamérica y Sudamerica en realidad solo es America.
Ava volvió a entrecerrar sus ojos mientras se sentaba en la mesa y miraba atenta al chico y solo negó aferrada a su respuesta.
—Así solo quedarían 6 continentes y son 7
—Tan hermosa y tan errada... Su geografía distorsiona tanto las cosas, siento que si fuera por ustedes conocerían a toda América Latina como México. -Le entregó El Caballito a la menor viéndola a los ojos y bajando la mirada a sus labios. El pequeño vaso ya estaba rodeado de sal en el borde, así que cuando ella tomó fue imposible no lamber sus labios al ver los pequeños gramos de sal en la comisura de los labios contrarios.
—Su geografía está mal ¿Por qué hacer un continente tan largo pudiendo dividirlo en dos, son muchos países que recordar , puedes verlo como una sub categoría si deseas.
—Si a eso quieres llegar, tú ya no serás europea, serás esteropea.
Ambos empezaron a reír con fervor, ni siquiera habían empezado a tomar como se debía cuando ya estaban ebrios y tendidos en la cama y con la botella a punto de acabarse.
Las risas se habían acabado y ambos se miraban a los ojos con tal brillo que parecía que tenían diamantes incrustados, era tanto el brillo que ambos cerraron los ojos viendo a otra dirección para no chocar de esa manera.
Si se miraban las cosas eran tensas, pero si no lo hacían parecía que un iceberg los aplastaría a ambos... Y ahí estaba esa mirada de nuevo haciendo su trabajo contra el gran hielo como si del calentamiento global se tratara. Lewis extendió su mano para tocar suavemente la de Ava que sin dudarlo la apartó.
—Debes irte. -Sonó la pequeña consciencia de la chica en tono alto, pero ahí estaba de nuevo esa mano, como no queriendo escuchar y manejándose sola. Está finalmente tomó el control de la extremidad que controlaba las falanges que tanto rosaba.
—No quieres que me vaya. Tus ojos piden verme, tus manos quieren tocarme y tus labios desean besarme, tu necesitas que me quede, así como mis ojos piden verte, mis manos quieren tocarte y mis labios desean besarte, y yo necesito quedarme.
Apenas asimilaba bien las palabras del mayor cuando un par de labios delgados se unieron a los suyos queriendo iniciar una batalla hasta que correspondiera... No tardó en perder y rendirse a la ternura de ese simple beso. No era húmedo, ni siquiera apasionado, era cálido y tierno, la intensidad no pretendía subir, no al menos hasta que el aire se agotó por completo dejándolos a ambos deseosos por más.
—¿Aún quieres que me vaya?
Las mejillas de Ava estaban por completo rojas y decidida a emparejarlas con sus labios; se sentó sobre el chico dejando cada una de sus piernas a su lado esta vez empezando un beso con gran intensidad y deseo, la ropa comenzaba a estorbar. Una gran mano se coló por enfrente hasta los botones de la pijama que cubrían el pecho de la chica y uno a uno empezaron a ser soltados.
Ella se alejó un poco para darle oportunidad de terminar de quitar los botones pero algo no estaba bien.
Ya no veía al lindo chico de barbilla partida, era otra persona, un hombre desagradable y malo. Era hora de despertar.
Aquí estamos, 7:30 de la noche y solo había una linda chica echa bola en la cama abrazándose así misma con miedo de volver a dormir... Con miedo a soñar de nuevo. Se puso a leer hasta terminar un libro, incluso se sentó sobre la cama y lloró sobre sus rodillas, temblaba del miedo... Así se quedó hasta que amaneció, los rayos del sol se colaban por la ventana y ella mostró una pequeña sonrisa sintiendo un cosquilleo en sus labios por aquel beso ficticio.
Tomó el celular y marcó a un número nuevo que aparecía en sus contactos, la línea sonó, alguien contestó y ella respondió.
—Buenos días Jane-Baptiste...
ESTÁS LEYENDO
Entre verdades y mentiras
RomanceAceptar un intercambio estudiantil al otro lado del mundo es lo último que queda cuando tu maestro favorito fállese y esa era su última voluntad, que pudieras explorar todo, sin contar que te abría la puerta a la experiencia de tu trabajo de en sueñ...