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TIP TAP, TIP TAP. El sonido de las gotas es audible incluso en el interior de la camioneta que los traslada, ahogando el sonido de las respiraciones y sustituyendo las conversaciones que cesaron en el momento en que abandonaron el campamento. Tip tap, tip tap. Hay gotas estrellándose en el techo sobre sus cabezas, y también cubriendo gran parte del parabrisas y haciendo que el conductor suelte cada tanto una maldición en voz baja por lo difícil que éstas vuelven su visión. Y de alguna forma, incluso hay gotas entre los pensamientos de Bucky. Al cerrar los ojos, puede visualizar el agua cubriendo sus recuerdos, sumergiéndolos en un océano con fondo y arrastrándolo a él con ellos. Es el mismo tip tap, tip tap al que Bucky culpa por no encontrar la concentración suficiente como para entender la escandalosa letra de la lista de medicamentos que tiene por encargo recoger, y al final, el tip tap, tip tap es tan ruidoso que termina rindiéndose y resignándose a pedir ayuda a otro compañero más tarde.
Para cuando casi han llegado a la frontera de la ciudad, Bucky ya ha memorizado la frecuencia con la que caen. Le resulta muy sencillo distraerse con aquella cuenta mental, pero de alguna forma, no es sólo lluvia lo que termina escuchando, sino que encima de ella hay algo más, algo completamente distinto... Algo que suena exactamente como Juniper Mallory y su absurdamente encantadora risa.
Bucky no siente vergüenza en admitir que pensó en ella toda la noche anterior—aunque quizás, considerando su extraña relación con Oliver, la culpa llega en algún momento... No. ¿A quién va a mentirle? Juniper Mallory no ha dejado sus pensamientos en paz desde el instante en que la vio en esa clínica, con la espalda descubierta y sus curiosos ojos tristes. Luego, si se pone a pensar inclusive más, llegaría a recordar su voz, y su sonrisa, y todos aquellos colores que se reflejaron en su mirada cuando vio la pintura en el techo de su habitación. Y si continúa pensando todavía más... Bueno, entonces Bucky está totalmente perdido; totalmente perdido en Juniper Mallory.
Sonríe sin darse cuenta, pero efectivamente se percata, de que sus pensamientos siguen y siguen el rastro que Juniper dejó en él como si su existencia dependiese de ello. Y en esa inocente burbuja, no hay una guerra por la cual luchar, y Juniper es sólo otra chica a la cual conoció en una fiesta y a quien ahora siente la urgencia de conquistar, no la hija de un Coronel malherido prometida en matrimonio.
Y a Bucky le agrada eso, tal vez más de lo que le gustaría admitir. Sólo para divertirse, se imagina a sí mismo llevándola a una cita después de su primer baile —el cual ya había imaginado con anterioridad, al igual que su primer beso—. Juniper seguramente usaría un bonito vestido corto, y si tiene suerte, éste sería el mismo que el otro día, ese que dejaba su espalda al descubierto, o inclusive uno con un amable escote al frente... Bucky la pasearía por toda la ciudad y la besaría cada vez que pudiera para que todos viesen que él la tenía.
Todo sería igual de sencillo como con sus otras novias. Claro, si no existiese una guerra y Juniper no viviese en otro continente. Y aunque de ser así —cosa que de hecho, lo es—, Bucky encontraría la forma de volverlo sencillo, como un simple parpadeo.
