¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ESA ES PROBABLEMENTE LA DÉCIMA OCASIÓN en que James Barnes escucha al hombre a su lado pronunciar el mismo nombre. No, está seguro de que Oliver —el Capitán Holland, recuerda su título— lo ha dicho ya diez veces aquel día; una más que el día anterior, cuando finalmente llegaron al territorio indicado para sitiar la playa; y dos menos que el anterior a ese, cuando las raciones de comida empezaron a escasear. Hay tierra y sangre oscura ensuciando el rostro de Oliver, ahí donde se golpeó al caer tras el ataque sorpresivo de la mañana, cuando se vieron obligados a retirarse y ocultarse en el bosque; pero él no hace ni una mueca o se inmuta ante la situación, justo como no se ha quejado desde que la unidad 107, a la cual Bucky pertenece, tuvo que unírsele a la suya propia para apoyar el rescate de los soldados que habían quedado varados en la playa, rodeados de un pelotón. En cambio, Oliver no deja de hablar de la aclamada Juniper, y cada vez que tiene oportunidad, le enseña una arrugada fotografía de una muchacha que mantiene guardada en el bolsillo de su uniforme. Por la forma en que se refiere a ésta, y las historias que la acompañan, es casi como si Bucky ya la conociese desde hace muchos años atrás.
Escuchan gritos debajo de ellos, en el suelo, y tras cargarse el arma al hombro, Bucky aprieta el gatillo en un movimiento veloz. Los gritos terminan momentáneamente, pero luego siguen y siguen, y no tiene idea de cómo es que Oliver se mantiene disparando a las figuras que corren a la distancia en la playa mientras vuelve a mencionar a Juniper y lo emocionado que está porque al terminar la guerra finalmente se casarán y serán felices.
Bucky se contiene para callarlo. Sabe que lo ignorará de pedirle que lo haga, y también que eso probablemente llevará a una discusión que no desea tener en un momento como aquel. Además, Oliver sonríe como un tontuelo cada vez que debe agacharse para coger un nuevo cargador, y si la tal Juniper consigue hacerlo feliz inclusive durante aquellos instantes de sufrimiento y de alguna forma, alentarlo a continuar matando alemanes, todo está en orden.
— ¡Cuidado!
Recibe un empujón, y antes de que pueda darse cuenta, Oliver se encuentra encima de un soldado con uniforme alemán, luchando a golpes. Bucky se endereza, y de vuelta con la mano en el arma, dispara al soldado que intentó atacarlo en cuanto Oliver lo inmoviliza. El cuerpo cae, inerte, y Oliver se deshace de éste y lo lanza colina abajo, para luego recuperar su anterior posición.
—Gracias—murmura Bucky. Su respiración está agitada todavía. Los oídos le zumban en un largo pitido, apenas siendo capaz de escucharse a sí mismo, y de no ser por la sonrisa que de pronto aparece en el rostro de Oliver, habría imaginado que él experimentaba un ensordecimiento igual.
—Eso estuvo cerca—dice Oliver, en tono optimista—. Juniper se pondrá muy feliz al saber que mi compañero me ha salvado la vida una vez más.
Bucky asiente a duras penas. Es cierto que Oliver ha sido compañero asignado desde su llegada a Inglaterra, después de que a su unidad se le asignó dicha misión en cuestión, así como también es cierto que se han salvado entre ambos en más de una ocasión. Al principio, la actitud amable de Oliver no hizo nada más que recordarle a su buen amigo Steve, pero su acento y cabello oscuro rizado empezaron a marcar una notable diferencia, además de que Oliver es sorprendentemente infantil para su edad cuando se lo propone, algo contrastante con su aspecto rudo y alta estatura (cosa que de hecho, también lo hacen particularmente diferente a Steve). A pesar de su afanada obsesión de seguir parloteando de Juniper cada vez que tiene oportunidad, Oliver y él han logrado formar un buen equipo, siendo los dos francotiradores, por lo que de nuevo, todo está en orden.
