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— ¡ÉL ES CAPITÁN AMÉRICA!
Los aplausos que resuenan apenas le permiten escuchar el discurso del hombre que se pasea en el escenario. Nancy, la hija menor del señor Collins, forma parte de toda esa explosión de ruido, aplaudiendo tan fuerte como sus manitas se lo permiten en cuanto el héroe con escudo hace su aparición.
Esa es la primera vez que el aclamado personaje llega a la ciudad, y aunque hay banderas británicas agitándose entre el público, las personas vitorean su nombre con entusiasmo. ¡Capitán América!, ¡Capitán América! ¡Capitán...! Juniper se mantiene callada en su asiento, con la entusiasta y ruidosa Nancy a un lado. No puede reprimir un bufido. ¿Por qué alguien creería que un soldado iría en mallas y en colores tan llamativos al campo de batalla? Es totalmente ridículo. Recuerda el uniforme de su padre, el de Oliver, el de todos los soldados heridos que han llegado a pisar la clínica de la ciudad y entre los que ha buscado a los anteriormente mencionados... No. El Capitán América no es ninguna clase de soldado, paseándose por ahí con un traje bonito, rodeado de bailarinas y villanos ficticios.
Debe de admitir que, a pesar de lo poco que le agrada toda esa actuación, los americanos han tenido una ingeniosa idea para recolectar fondos para el ejército, además que de alguna forma, también han creado una especie de símbolo de esperanza—Una esperanza vestida en mallas, pero esperanza al final de todo. Los niños sonríen como no lo han hecho en mucho tiempo, y algunas muchachas no dejan de suspirar por lo atractivo que es el Capitán.
Juniper apenas se sorprende cuando otro actor disfrazado de Adolf Hitler entra en escena, sólo para ser derrotado por Capitán América de un único golpe. Los gritos aumentan después de eso, y hay una especie de juego con luces en el escenario al cual apenas le presta atención, puesto que su mirada ya se ha desviado a su alrededor. No hay nadie ahí, se obliga a decirse, pero no es nada más que una mentira. Inclusive aunque al llegar revisó todas las entradas y escogió los asientos de modo a que fuese difícil detectarlas entre toda la multitud, sabe que ellos pueden verla; ellos están en todos lados.
— ¿Te gustó la función?—le pregunta Nancy una vez que han salido y el público grita por última vez el nombre del Capitán América al despedirlo. El señor Collins las ha dejado en una pequeña pastelería con la excusa de que debía hacer unas compras, y ambas se encuentran en la mesa más apartada de la ventana, justo en la esquina, de modo que Juniper puede ver el local entero desde dónde está.
Se lleva una rebana de pastel a la boca para contener la mueca que empieza a extenderse por sus labios.
—Fue... Entretenida—contesta, y la respuesta parece satisfacer a la pequeña Nancy, quien agita su coleta en modo de aprobación.
—Capitán América es tan valiente...—exclama con una sonrisa bien amplia en su rostro. A Juniper le agrada que sonría así, por lo que durante unos instantes, le agrada por completo Capitán América y todo su espectáculo de esperanzas—. ¿Viste cómo venció a Hitler?
