Bajar la angosta escalera de piedra fue toda una aventura, y John Silver, entre risotadas y exabruptos coreados por los chillidos del loro, estuvo a punto de caerse un par de veces. Por fin llegaron al oscuro sótano, un trastero en el que se amontonaban los más diversos objetos. En un rincón destacaba la voluminosa silueta de un tonel, junto a un pequeño lavabo cuyo grifo goteaba rítmicamente, y hacia allí se dirigió el pirata. Los golpes de su enorme pata de palo sobre el suelo resonaban como aldabonazos.
"¡Tú también tienes el gaznate seco, ¿eh, viejo bribón? -rió John Silver, y acto seguido llenó un vaso de metal que había bajo el pitorro del tonel-. Bebe -invitó a Lucrecio ofreciéndole el vaso-. Los polizones beben antes de ser arrojados por la borda, jo, jo, jo...
Por no desairar al hombretón, Lucrecio tomó un sorbo del oscuro líquido, que resultó ser mosto. Luego bebió el loro, que hundió el poderoso pico en el zumo con evidente placer, y por fin el pirata apuró el vaso de un trago.
-Un ron delicioso -comentó Lucrecio.
-¿Te estás quedando conmigo, muchacho -replicó John Silver-, o es que realmente no distingues el mosto del ron?
-No sé. Yo creía...
-Entiendo -lo interrumpió el hombretón poniéndose súbitamente serio-. Creías que en un manicomio hay que seguirles la corriente a los locos, ¿no es eso?
-Bueno, yo...
-Tranquilo, muchacho, no tengas miedo de ofenderme. Nosotros también llamamos "manicomio" a esta santa casa, y nos llamamos "locos" a nosotros mismos. Sabemos que no somos del todo... normales, que jugamos con nuestra imaginación un poco más que los demás; pero eso no nos disgusta, al contrario. ¿Quién quiere estar cuerdo del todo? Las personas demasiado cuerdas se lían y se hacen nudos con mucha facilidad, y se atan las unas a las otras, jo, jo, jo...
-O sea, que en el fondo sabes que no eres John Silver...
-¿Por qué crees que no soy John Silver?
-Porque John Silver no existe. Es un personaje literario.
-¡Por eso mismo puedo ser él! -exclamó el hombretón abriendo los brazos en un gesto de triunfo-. No puedo ser Napoleón, puesto que Napoleón fue una persona de carne y hueso, que hizo y pensó millones de cosas, y nadie puede reproducir ni una milésima parte de la vida y la personalidad de Napoleón... Por eso, los que se creen Napoleón están realmente locos...
-Pero...
-Pero yo lo sé todo sobre John Silver, absolutamente todo, puesto que solo existe de él lo que está escrito en La isla del tesoro. Y todo eso puedo grabarlo en mi mente, hacerlo mío por completo.
-Pero tú no has vivido las aventuras del John Silver del libro.
-¿Cómo que no? Es él, el John Silver del libro, el que no ha vivido ninguna aventura. El John Silver del libro no es más que un montón de letras ordenadas de una determinada manera sobre unas hojas de papel. Soy yo, el lector, el que hace que ese montón de letras se convierta en un personaje.
-Vale, de acuerdo -admitió Lucrecio tras una perpleja pausa-. Tú eres más John Silver que ese montón de letras del libro; pero no has navegado en un barco pirata, ni has descubierto un tesoro...
-Una vez vividas, las aventuras son recuerdos, imágenes que bailan dentro de tu cabeza... ¿Te acuerdas de todo lo que hiciste la semana pasada?
-No, de todo no.
-Yo tampoco. Muchas de esas imágenes ya no están en mi cabeza, o están tan hondas que no alcanzo a verlas. Sin embargo, he soñado tantas veces con el barco que me llevó a la isla y con el tesoro que encontré en ella, que sus imágenes están mucho más vivas en mi cabeza que cualquier recuerdo de la semana pasada. O de ayer mismo. O de hace media hora.
-Pero no eres solo John Silver -insistió Lucrecio-. También tienes otros muchos recuerdos que no tienen nada que ver con piratas, barcos y tesoros.
-Pues claro... Mira.
El hombretón cogió un plano enrollado que había en un estante y lo extendió sobre un viejo baúl de madera.
-¿Es el plano de esta casa? -preguntó Lucrecio.
-Exacto. Tienes buen ojo. Es el plano de esta maravillosa casa en la que estamos. Y si este es el plano de esta casa, esta es la casa de este plano, ¿no es cierto?
-Claro.
-Pero en esta casa hay muchas más cosas que en el plano. El plano no es más que un trozo de papel con un montón de líneas, mientras que la casa tiene paredes de ladrillo, puertas de madera, verjas de hierro...
-Sí, claro... ¿Adónde quieres ir a parar?
-Al libro. La isla del tesoro, como todos los libros, también es un plano, un plano a partir del cual puedes construir con tu imaginación mucho más que una casa: todo un mundo poblado de personajes fascinantes. El plano es muy simple: unas hileras de letras en unas hojas de papel; pero el mundo que cada lector construye con su imaginación a partir de ese libro-plano es ilimitado, contiene todo lo que hay en el libro y muchas cosas más, igual que esta casa contiene todo lo que indican las líneas trazadas en el plano por el arquitecto, pero también contiene otras muchas cosas. ¡Incluso nos contiene a nosotros!
-Vale, esta casa es mucho más que el plano que sirvió para construirla. Pero esta casa solo es una casa, mientras que tú no eres solo un pirata.
-Esta casa no es solo una casa, querido polizón: es también el terreno que sustenta, el aire que la envuelve, la luz que la ilumina, el paisaje que vemos desde las ventanas... Yo soy John Silver, y también soy todo lo demás que abarca mi mente, en la que John Silver cobra vida a partir del libro. Ahora que no nos oye nadie, te confesaré que también soy un fontanero llamado Mario....
"¡Mario, Mario fontanero!", chilló el loro.
-¡Calla, pajarraco! -exclamó el hombretón-. ¿Quieres que todos se enteren de mi personalidad secreta?
-¿Y no es incómodo ser varias personas a la vez? -preguntó Lucrecio tras una pausa.
-Al contrario, es muy divertido. Lo incómodo sería estar atrapado todo el tiempo en una sola personalidad. Alégrate de tener la ocasión de estrenar una personalidad nueva.
-¿Yo? -se sobresaltó Lucrecio- ¿A qué te refieres?
-Tú no eres el padre de Alicia. Te pareces mucho a él y vas vestido como él, pero no eres él. Tú no eres calvo: te has afeitado la cabeza. A mí no me das el pego. Estoy un poco loco, pero no soy tonto...

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Calvina
Mystery / ThrillerEn el mundo de Calvina, los muertos están vivos; los locos, tan cuerdos como los libros que creen ser; los ladrones tienen buenas intenciones y puede que la protagonista sea el protagonista. Todo es extraño, todo es un juego; un desafío a tu intelig...