Un chico castaño se encontraba en una pequeña cafetería con un batido en su mano mirando por la ventana, al parecer hacia la nada.
Afuera no pasaba nada interesante, o eso es lo que estaba pensando hasta que un chico pelinegro pasó por ahí y al sentir su mirada fija también lo miró.
El castaño rápidamente al notar esto, se giró y comenzó a tomar de su batido mientras tocaba su cabello con nerviosismo.
Por su parte el pelinegro sólo sonrió y siguió con su camino.
Después de pasar ahí un buen rato, el castaño pagó su cuenta y salió del lugar.
El clima era templado y una nube tapó el sol, caminaba en el parque por lo cual decidió quedarse ahí unos momentos y disfrutar del paisaje.
No tenía nada mejor que hacer.
Unas flores que estaban cerca de él llamaron su atención, por lo cual no se percató de que alguien estaba pasando frente a él.
Cuando miró se dio cuenta que era aquel chico que había visto antes, caminaba de forma relajada con sus audífonos puestos y admirando también el paisaje, parecía estar muy tranquilo.
El castaño sintió un cosquilleo en el estómago y pensó en hablarle, estuvo debatiendo mentalmente si debía hacerlo o no.
Cuando decidió que lo haría este ya se había ido.
Se lamentó y golpeo su cabeza con su mano, de verdad le hubiera gustado hablarle, aunque fuera haberle dicho "hola".
Ese chico tenía algo que había llamado demasiado su atención y le pareció mucha suerte poder mirarlo de nuevo.
Pero ahí estaba, sentando en la banca de aquel parque arrepintiéndose de ser tan lento e indeciso.
Estaba tan metido en sus pensamientos que no notó que alguien se paró frente a él.
Disculpa-dijo el chico frente a él.
El castaño levantó la mirada y se sorprendió, el pelinegro que había visto marcharse ahora se encontraba frente a él y le estaba hablando.
Hola-contestó algo nervioso y se acomodó el cabello.
Hola-contestó el pelinegro-disculpa, ¿sabes donde queda la escuela de Artes y Danza de Seúl?
El castaño asintió y le mostró una pequeña sonrisa.
Claro, yo estudio ahí-comentó-¿necesitas ayuda para llegar?
¿En serio?-preguntó el pelinegro-si, la verdad es que estoy un poco perdido.
Si quieres puedo acompañarte-se ofreció el castaño.
Está bien, gracias-dijo el pelinegro-por cierto, mi nombre es Minghao.
Mingyu-sonrió y le dio la mano.
Después de esa breve presentación emprendieron su camino hacia la escuela de Artes.
Iban a pasó lento sin decir nada, sólo se limitaba el más alto a guiar al pelinegro y este a seguirlo.
Mingyu pensó que la suerte estaba de su lado y no quería desaprovechar la oportunidad de hablar con él de nuevo.
Y, ¿acabas de llegar a Seúl?-preguntó el castaño.
Si, acabo de llegar a Corea de hecho-contestó Minghao.
¿Ah si?, ¿de donde eres?-preguntó con curiosidad.
Soy chino-contestó.
Interesante-contestó y le sonrió-¿y como fue que llegaste a aquí?
Vine de intercambio-contestó el chino y le devolvió la sonrisa.