Capítulo 42

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   Luego de desayunar, decidí que lo mejor sería volver a casa. Me puse mi vestido y dejé la remera de Elliot sobre la cama.

   — Me voy a mi casa —informo.

   — ¿Te llevo? Tengo que pasar por el centro a buscar unos papeles —asiento con una sonrisa—. Bien, iré a cambiarme y vamos.

   — Te espero —digo mientras me pongo de pie para ver unas fotos que estaban sobre la mesada. Para pasar el tiempo vienen bien.

   No lo puedo negar, era realmente tierno de bebé. Lo supuse desde que lo vi, pero lo comprobé al ver esa foto en la que estaba él en pijama sentado en el patio de la casa de sus padres con un osito de felpa en la mano.

   Quería, con todas mis fuerzas, no ir a la chimenea, no ver esa foto. Pero fue imposible, mi atención iba a la foto donde estaba Elliot con su hermano y su ex novia. Estoy. . . ¿Celosa? No, los celos no son buenos, yo no soy así. Él no me celó al enterarse que me acosté con Andrew.

   — Lis. . . —Aparece en el living con una sonrisa, pero se disipa al verme observar esa foto con atención—. ¿Quieres ir saliendo? Ya te sigo.

   Doy una vuelta y salgo de la casa con la duda de qué iba a hacer ese hombre. Me paro al lado del auto, justo frente a la ventana que daba al living, permitiéndome ver qué era lo que iba a hacer.

   Y lo que veo me descoloca. Toma el marco de la foto de su ex novia, lo abre y saca la foto. Mi corazón se exprimió como una pasa de uva al verlo romper la foto en millones de pedazos y tirar los fragmentos a la chimenea. Se hicieron añicos enseguida. Vuelve a colocar el marco vacío sobre la chimenea y se encamina hacia afuera. Hubiese querido salir corriendo y que no se dé cuenta de que lo había observado, pero no pude apartar mi vista de aquellos fragmentos quemándose.

   — Yo. . . Sé que viste lo que hice. Lo hice porque quiero enterrar mi pasado y esa foto no ayuda mucho a eso.

   — Enterrarlo no servirá de mucho, lo mejor es aceptarlo —tomo su mano.

   — Tienes razón, pero sólo no puedo.

   — Elliot, estamos juntos ahora. ¿Lo olvidas? —Sonríe tomando mi rostro entre sus manos y besándome la boca.

   Subimos al auto y emprendemos el camino hacia mi casa. Con la radio de fondo, el camino se volvió más llevadero, porque ambos veníamos callados. Por mi parte, aún no podía dejar de pensar en lo que Elliot había hecho.

   Llego a mi casa, nunca me había percatado de lo lejos que vivíamos. Elliot estaciona para que pueda bajar.

   — ¿Qué harás esta noche? —Me mira como si supiera mi respuesta.

   — Netflix, helado ¿los conoces? —Ríe mordiendo su labio inferior.

   — Perfectamente, nos vemos mañana. Llámame —bajo del auto y cierro la puerta con delicadeza.

   Lo saludo con la mano antes de que prenda el motor y desaparezca de mi vista.

   Abro la cartera y saco las llaves para abrir la puerta. Una vez que entré, noté la oscuridad del lugar consumiéndome y la frialdad recorriendo cada parte de mi cuerpo. Qué raro, recuerdo haber dejado las luces encendidas y las estufas también. Escucho un ruido proveniente de la cocina, no sé por qué ya me imagino quién anduvo por acá. Y no sé por qué tengo la leve sensación de que debo cambiar las cerraduras.

   — ¿Y ahora qué quieres? Andrew —exclamo parada en el living mientras prendía las luces.

   — Vine a abrirte los ojos —informa apareciendo por la cocina.

   — ¿De qué hablas?

   — Quiero que conozcas a quien tienes al lado —saca un sobre de su campera y lo arroja sobre la mesita de café—. No te obligaré a que lo veas, pero te advertiré que abras los ojos —toma asiento en el sofá, al parecer no se irá hasta comprobar que abra el sobre.

   Me detengo a mirar fijamente el sobre, era de papel marrón, con la palabra "pruebas" escritas en rotulador negro. ¿Qué era y por qué lo tenía Andrew? Quería abrirlo y saber qué había, pero a la vez tenía miedo de saber con qué me iba a encontrar. ¿Y si era sólo una broma por parte de Andrew? ¿Y si sus celos le juegan una mala pasada? ¿Y si estoy con alguien a quien no conozco en absoluto? Definitivamente debo abrir ese sobre.

   Camino hacia la cocina y saco de adentro del primer cajón de la alacena, un abrecartas que perteneció a mi abuelo, para abrir el sobre. Vuelvo al living y comienzo a abrir el sobre con cuidado de no romper la evidencia. Al haber terminado de abrirlo, saco de adentro lo que parecían unas fotos, no sé qué eran ya que decidí cerrar los ojos. Pongo las fotos delante de mis ojos y los voy abriendo despacio.

   — ¿En serio Andrew? Deberás hacer algo mejor que esto —digo al ver las fotos.

   Una carcajada irónica sale de mí. Había fotos del salón de tortura de Elliot. Lo único que se me viene a la mente al ver esto es, ¿cómo las consiguió?

   — ¿No te sorprende? —Niego con la cabeza—. ¿Ni siquiera un poco? —Hace una seña con sus dedos índice y pulgar.

   — Llegaste tarde, me confesó todo. Pero. . . ¿Por qué tienes esas fotos? ¿Cómo las conseguiste?

   — No me dicen "el genio de las cerraduras" por nada —sonríe.

   — ¿Terminaste? —Me cruzo de brazos.

   — Pero. . . Debe haber algo —toma las fotos entre sus manos y las acerca a sus ojos.

   — ¡Andrew! Ya basta. Elliot y yo ahora somos novios. Tú y yo no somos nada, ni nunca lo fuimos. El contrato se rompió y entre nosotros no quedan más que pequeños momentos. Quiero olvidar, quiero que te vayas —señalo la puerta.

   — Bien, pero Elliot no es la clase de persona que demuestra ser. Sé que esconde algo, y lo descubriré. Te harás daño si sigues sin abrir los ojos. Pero descuida, estaré contigo para cuando me necesites.

   — Gracias, pero tú tienes otra persona que te necesita: Sammy. Y, a pesar de la distancia, te ama. Agradezco tu ayuda, pero voy a estar bien.

   —  Me iré, no armaré ningún escándalo. Pero no quiero verte llorar luego por él, porque te juro que, si te veo derramar una, sólo una, lágrima, iré y le romperé todos sus dientes.

   Se pone de pie y sale de mi casa, sin decir más nada. Me dejó pensando en muchas cosas. Si no lo conociera, diría que está celoso de Elliot. Pero no creo que esto lo haga para arruinar nuestra relación, aunque tampoco parece muy interesado en cuidarme.

   Camino escaleras arriba hacia mi habitación, me quito el vestido y me pongo unos leggings grises y una remera verde agua.

   Vuelvo al living, es hora de dejar de pensar y sacar mis armas secretas. Netflix, helado, allá voy.

529Donde viven las historias. Descúbrelo ahora