Capítulo 43

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   Me despierto luego de varias horas de sueño ininterrumpido. Me había quedado dormida en el sofá luego de una seria de romance hermosa y un kilo de helado.

   Me acomodo en el sofá, siento algo frío recorrer mi abdomen. ¡Oh, no! ¡No, no, no! Mi remera favorita, arruinada por el helado, que se derritió al dejarlo fuera toda la noche. ¿Cómo pude dormirme con el helado sobre mi abdomen?

   Quito el pote de helado vacío de arriba de mi panza y lo dejo sobre la mesita de café, al lado del sobre con las "pruebas" de Andrew. Necesito una ducha, eso es. Voy a mi habitación, me quito la remera y la pongo en el cesto de ropa sucia. Me encierro en el baño y prendo la ducha dejándome llevar por la sensación que el agua caliente producía en mi cuerpo.

   Al terminar de bañarme, me visto rápido con un jean azul y una blusa negra. Termino de peinarme y bajo al living, quizás termine la serie que empecé y no terminé por quedarme dormida.

   Me acomodo en el sofá, lista para otro capítulo, cuando mi celular comienza a sonar. Era Samanta, ¿qué quiere? Debo contestar.

   — Hola Sammy —saludo.

   — Hola Ginny, ¿sabes algo sobre Andrew? —Se notaba que tenía un nudo en la garganta e intentaba no llorar.

   — No, ¿pasó algo?

   — No. . . Bueno, sí. No he hablado con él desde que llegué a mi casa, lo llamo y no contesta.

   — De seguro debe tener el celular sin batería. Debe ser eso.

   — ¿Y si tiene otra mujer? —Me atraganto con saliva, Samanta comenzaba a sospechar y lo menos que haría, al enterarse de que la otra soy yo, sería cortarme la cabeza.

   — ¿Tú crees? No parece hombre que juegue a dos puntas —trato de calmarla, pero sabía que mi amiga estaba llorando ahora.

   — ¿Y si lo es? ¿Qué haré? —Siento como suena su nariz.

   Un nudo se había formado en mi garganta, no puedo creer el mal que le causé a mi amiga con esta tontería que hice. Ahora Andrew se está enamorando de mí, dejando de lado a Samanta y la única culpable de esto soy yo. La pregunta es ¿qué haré yo?

   — No lo sé, nunca me ha pasado algo así. No puedo ayudarte.

   — Me ayudarías mucho si intentas de descubrir que esconde —mis ojos se abren más de lo normal y mi boca se negaba a hablar.

   — ¿Có-oo-mo dices? —Tartamudeé.

   — Sí, desde que se conocieron mantuvieron una buena amistad. No sospechará si pasas más tiempo con él y le sacas información.

   — Pero, me traerá problemas con Elliot —alzo los hombros, a pesar de que no pueda verme.

   — ¿Qué hay con él? Son solo amigos.

   — Ya no Sammy, ya no —corrijo.

   Aun recordaba esa noche que pasamos juntos, aquella forma en la que hizo suya y juro que puedo sentir aun sus besos sobre mi cuerpo.

   — ¿Qué? ¿Te lo propuso? —Grita.

   — Al parecer ya sabías.

   — Bueno, él comentó algo cuando estuvimos en Argentina. Nada más que eso. Me siento feliz por ustedes. Cuéntame, ¿ya tuvieron sexo?

   Mi amiga y su forma de decir las cosas sin vergüenza en mi mayor miedo, puede hacer me que ponga colorada en un instante.

   — Bueno. . . Nosotros. . .

   — Lo tomaré como un sí, ¿cómo lo hace? —Ríe. Se está yendo de tema y mal. Sabe que me da vergüenza hablar de estos temas.

   — ¡Sammy! Odio hablar de eso, concéntrate —reprocho.

   — Bien, era solo eso. ¿Confío en ti para que le saques información?

   — Haré lo que pueda.

   — Bien, llámame. Adiós —corta la llamada antes de poder devolverle su saludo.

   Dejo el teléfono sobre la mesita de café. Lo que Samanta me había dicho había quedado resonando en mi cabeza. ¿Y si tiene otra? ¿Y si no soy la única que ama? ¿Seguirá trabajando o se retiró al juntarse con Samanta? Definitivamente debo averiguar, aunque traiga consecuencias. Esto ya no era tema de Samanta solamente, sino también mío.

   Recibo una llamada de Elliot. ¡Santa cielo! Me había olvidado por completo de él, olvidé llamarlo. Debo contestar.

   — ¿Elliot? —Contesto a modo de pregunta, aunque sabía que era él.

   — Ginny, ¿cómo has estado? —Pregunta con cierto tono dramático en su voz.

   — Bastante bien, ¿y tú? —Había algo en él que me daba miedo, algo fuera de lo normal.

   — ¿Quieres salir a cenar esta noche? —Su tono comenzó a normalizarse.

   — Lo siento, tengo planes —contesto. Escucho un suspiro por su parte. Era mi novio, pero eso no significaba que debía encadenarme a él. Por otro lado, el pedido de Samanta era una de mis opciones para pasar la noche.

   — De acuerdo, nos vemos mañana preciosa —hace el típico ruido de un beso y luego cuelga la llamada.

   Quito el número de Elliot y marco el de Andrew. Presiono para llamar, pero. . . Un momento, necesito un motivo para explicarle a él, no podía llamar solamente porque sí. Corto la llamada.

   ¡Lo tengo! Andrew sospecharía si le dijera que necesito verlo por voluntad propia, mas estaría de acuerdo si lo llamo diciendo que tengo sospechas sobre Elliot. Él odia a Elliot y no tendría inconveniente en juntarse conmigo con el fin de buscar información sobre él. Y, mientras averiguamos sobre el pasado del inocente Elliot, le podría sacar información para darle a Samanta. Mi celular comienza a sonar en mi mano, Andrew se había percatado de que lo llamé.

   — ¿Hola? —Llevo el teléfono a mi oreja.

   — Ginny, ¿tú me llamaste?

   — ¿Lo hice? —Me golpeo mentalmente por eso—. Sí, lo hice, que tonta —río para que me crea—. Necesito tu ayuda, es urgente.

   — ¿Qué ocurre? ¿Te pasó algo malo? —Se altera. Por el tono de su voz, pude suponer de ya sabía lo que iba a decirle.

   — Sospecho que. . . —Trago en seco, esto iba a ser difícil—. Es sobre Elliot, sospecho que anda en algo raro —nunca me habría imaginado lo complicado que es mentir sobre alguien que amas de verdad.

   — ¿Te lastimó o te dijo algo? —Niego con una monosílaba—. Yo te lo dije —y ahí se va el resto de dignidad que me queda, llevándose con ella a mi orgullo—. Ven a mi casa, buscaremos información.

   — Bien, ya salgo para allá —cuelgo la llamada.

   Un suspiro sale de mis labios. Quería volver a llamar y gritarle que había sido todo una farsa, gritarle que Elliot era completamente inocente, pero necesitaba información sobre Andrew y el único que me la podía dar era él.

   Tomo mi campera del perchero y salgo hacia la casa de Andrew. Es una noche brillante y estrellada, por lo que caminar hacia la casa de él sería todo un placer.

529Donde viven las historias. Descúbrelo ahora