Nueve

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Cuatro años y medio después.

-¡Jauregui! Es tu turno de guardar los balones-

-¡Pero yo fui el entrenamiento pasado!- se quejó la chica rodando sus ojos verdes.

-¡Jauregui, balones!- el entrenador indicó la bolsa donde contenían los balones -¡Es mi última palabra!-

-Esta bien- habló entre dientes.

-¡Hasta el próximo entrenamiento, chicas!- se despidió de todas las alumnas con la mano el entrenador -¡No se olviden de prácticar!- gritó ya estando lejos del equipo.

Emma fue en busca de aquella bolsa que contenía los balones, caminó cerca del arco en dónde también estaba los conos y los balones.

Guardó todas las cosas de entrenamiento en la bolsa, buscó su mochila y cargó la inmensa bolsa en su hombro izquierdo.

Caminó por el campus hasta el gimnasio que había dentro del colegio. Acomodó la bolsa mejor en su hombro y siguió caminando hacía el cuarto donde se guardan las cosas.

-Odio llevar esta mierda- murmuró enojada para ella misma -Ya es la segunda vez, hay varias chicas para que lo lleven- suspiró -Llegamos- murmuró.

Colocó la bolsa en el suelo, abrió la puerta y arrastró la bolsa hacia dentro del cuarto.

-Buenas noches, Jauregui-

-Que cara...- sintió un empujón, haciendo que chocara contra la pared del pequeño cuarto -¡No!- gritó contra la puerta cuando la cerraron -¡Déjenme salir!-

-¡Adiós Jauregui!- se podía escuchar las voces alejarse de donde estaba ella.

-¡Déjenme salir, por favor!- gritó a todo pulmón -¡Auxilio!- pateo la puerta, golpeo con sus manos y nada. Ya no había nadie en el colegio.

El pecho de la niña subía y bajaba, estaba oscuro, completamente en la oscuridad.

Buscó su celular en sus bolsillos -Mierda- murmuró mirando que le quedaba poca batería.

Intentó buscar un interruptor, algo para iluminar y nada.

Sentía que le faltaba oxígeno, le costaba respirar.

-Uno, dos, tres- empezó contando, quería distraer a su cerebro. Todo para que no piense en la falta de oxígeno -Cuatro, cinco, seis- con cada número era más difícil, el simple hecho de contar o pensar se le dificultaba -¡Ayuda!- intentó de todo para salir, pero nada.

Se resbaló por la pared, quedándose sentada en el suelo, abrazó sus piernas y empezó a respirar cada vez más rápido.

Sentía que le agarraria algo.

No sabía cuanto tiempo pasó, solamente quería salir.

Varios minutos sentada y esperando que alguien la rescatara, se levantó de su lugar y empezó de nuevo a pedir ayuda.

-¿Hola?- se abrió la puerta. Una chica, que parecía de su edad, pelo castaño, ojos azules, piel levemente bronceada, vestido color rosa pastel la rescató -¿Estas bien?- preguntó luego de varios segundos al ver que la otra chica no respondía.

-Gracias- sonrió Emma -Creí que me quedaría hasta el lunes-

-Vaya suerte- se rió la chica de vestido, a la pequeña Jauregui le pareció muy tierna su risa -María- extendió su mano.

-Emma- al sentir la piel de la chica se sintió como algodón, pero vaya que era algo muy suave -¿Cómo sabías que estaba aquí?- preguntó mirando cada color que desprendía de sus ojos.

《 Family 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora