Preparando revoluciones

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Pyro cerró los ojos por un segundo, nada más que eso, saboreó la sensación cálida de su pecho y tomó una gran bocanada de aire, como si así la energía abrazara su cuerpo para moverse.

—¿John? —era la voz de Bobby a su derecha, que lo llamaba. Entonces, se vio obligado a abrir los ojos y girarse hacia el grupo que permanecía a su espera. Se acercó dando tres pasos, ahora enfrentado a ellos.

—Si nos marchamos ahora, podríamos llegar a la mansión antes del toque de queda —dijo tranquilo, desestabilizando a los niños. Él no lo hizo con esa intención, solo que le daba igual que ellos estuvieran ahí, en ese momento. Si querían disculparse o lo que fuese, bien podrían hacerlo ya de vuelta en la mansión. El show había terminado y él tenía suficientes problemas con el cortocircuito que provocó en el auto de Scott, al quitar el panel de plástico de una patada para dejar al descubierto los cables y encender el vehículo; ya que cuando dejó su habitación, no tuvo tiempo (ni ánimo) de pedirle las llaves a Coloso, entonces tomó otro transporte. No necesitaba sumarle la violación del toque de queda, al sermón que Cíclope le daría.

—¿Qué? —balbuceó Bobby—. Sí, como quieras... —aceptó inseguro—. Escucha, nosotros solo queríamos disculparnos...

—Como sea —lo cortó con desinterés—. Vamos —indicó dando un paso, deteniéndose en su marcha al notar la presencia de alguien inesperado para él—. Hey Rogue —saludó sonriente— ¿Decidiste que podías mover tu trasero de la torre de cristal o todo fue gracias a que tu guardia real te escoltó? —Una risita coronó su comentario, sin notar que la chica dio un paso hacia atrás, como si la hubiera golpeado. Él no lo había hecho con maldad realmente, ni siquiera notó cuán mal podría oírse, era solo que llevaba algunas horas entre bromas que bordeaban la violencia, y Wanda y los chicos se habrían reído o replicado algo aún peor.

—Cuida tus palabras —le advirtió Jubilee con una mirada que John distinguió como la típica hostilidad de los niños de la calle que estaban dolidos—. Gracias a ella estamos aquí —le explicó. Porque Rogue seguía siendo la niña buena, que había aceptado su error, juntado coraje y llegado hasta ahí. Jubilee no podía quedarse callada.

—No me sorprende —replicó él—. Si fuera por ustedes, no se habrían movido por mi causa —dijo y comenzó a caminar hacia el estacionamiento. Sabiendo que esta vez fue cruel a propósito. Porque no importaba que estuvieran ahí, solo lo estaban porque Rogue no estaba saliendo herida. En última instancia, estaban ahí por ella, no por él. Y era un pensamiento de un niño inseguro o lo que demonios quisieran creer, pero esa era la verdad: ellos elegían a Rogue por sobre él. Lo cual estaba bien para Pyro, pues ya no importaba.

—¿Puedo ir contigo? —le preguntó la voz siempre tan familiar. Ya estaba junto al auto de Scott, en el que había llegado. Se giró para toparse con los ojos azules de Bobby, suplicando silenciosos.

El rubio había decidido que no podría disculparse, si la explosiva Jubilee seguía con sus arrebatos o John seguía corriendo, evitándolos con su máscara indiferente. Así que la idea de estar a solas en un viaje en carretera en auto, parecía inmejorable en ese momento.

—Claro —aceptó frío.

Esa era la oportunidad de Bobby.

Cuando cerraron las puertas, John volvió a hacer que los cables entraran en cortocircuito, poniendo en marcha al vehículo. Bobby se guardó cualquier comentario al respecto "Vida en las calles" —pensó. Jubilee tenía razón en cuanto a que Pyro no necesitaba llaves.

En ese momento, alguien llamó a la ventanilla del conductor, con un suave golpeteo. Era Rogue.

—¿Sí? —cuestionó el castaño, algo extrañado, cuando bajó el cristal.

Que te conviertas en viejito, con pelo blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora